A N Á L I S I S C R Í T I C O D E
L O S P L A N E S D E
I N F R A E S T R U C T U R A E N C H I L E
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C
omo base para las conclusiones de este trabajo, es necesario partir
recordando los ejes centrales del actual gobierno en materia de
infraestructura: “mejorar la calidad de vida” de la gente, “avanzar
hacia la equidad” y “asegurar la competitividad”.
En ocasiones también se habla de “alcanzar” o “traspasar el umbral”
del desarrollo, medido por ingreso per cápita. La Presidenta Bachelet ha
hablado de US$ 30.000 per cápita para el año 2030. En el gobierno anterior
se habló de US$ 20.000 per cápita para el año 2020, cifra planteada
inicialmente por el ex Presidente Piñera. Según cálculos recientes del FMI,
Chile ya superó esta última cifra.
Aunque no se ha precisado a qué particular medida del PIB per cápita se
hace referencia, ninguna de estas metas es particularmente inalcanzable.
Pero no se han designado responsables directos de cumplirlas, sólo se
habla de la conveniencia de lograrlas. En todo caso, haber llegado a
niveles de ingreso de US$ 20.000 por persona, ciertamente nos pone más
cerca de la meta, aunque estemos lejos de pasar a la categoría de país
desarrollado.
Fijarse estos objetivos no sólo es loable sino también necesario, pero
igualmente se hace necesario establecer un camino y una meta, dentro
de un plazo acotado.
Tal como se están dando las cosas, hoy quizá podríamos lograr el objetivo
de ingreso per cápita por inercia. Cabe preguntarse entonces si es posible
alcanzar el “desarrollo” en ausencia de una visión consensuada del tipo
de país que queremos construir y con una baja o nula planificación de
tareas. Mirando el problema desde esta perspectiva, surgen las siguientes
interrogantes:
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