PAÍS CIRCULAR – Recientemente aprobado por el Consejo de Ministros por la Sustentabilidad para su implementación, el Plan Nacional de Restauración de Paisajes 2021-2030 asoma como un instrumento clave para la regeneración de ecosistemas degradados en el país, en función de cumplir las metas trazadas por el país en sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC) suscritas en el Acuerdo de París, y en otras instancias globales como la década de la restauración de Naciones Unidas, el desafío de Bonn de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y la iniciativa 20×20.
El propósito de este Plan de Restauración, levantado tras una serie de hitos que comenzaron en 2017, es recuperar los bienes y servicios ecosistémicos y la biodiversidad; reducir las presiones sobre los ecosistemas; y aumentar la disponibilidad de los servicios ecosistémicos que provee la naturaleza, a fin de favorecer una economía de restauración basada en alianzas público-privadas sostenibles. Todo esto, con metas a corto, mediano y largo plazo, con el horizonte en el año 2030.
El año 2018 tuvo lugar el hecho más determinante a la hora de empezar a delinear esta estrategia que considera tanto ecosistemas terrestres como de aguas continentales y marino costeros, y que prioriza la vulnerabilidad social, económica y ambiental en Chile: un inédito acuerdo biministerial entre el Ministerio del Medio Ambiente (MMA) y el Ministerio de Agricultura (Minagri). Ambas carteras coordinan el Plan, en conjunto con organizaciones como World Resources Institute (WRI), el Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE), la citada UICN y la World Wildlife Fund (WWF).
“El valor de este plan tiene que ver con la intención de recuperar una gran cantidad de bosque que se ha perdido en Chile, desde la zona central hasta el sur. Restaurar los paisajes nos permite capturar carbono y adaptarnos en relación al agua. Si restauramos las cuencas, vamos a disminuir los problemas de déficit de agua. El otro elemento que justifica la implementación de este plan atañe a la pérdida de biodiversidad: hay especies en peligro de extinción y se han perdido las funciones polinizadoras de las plantas. Eso afecta por ejemplo a la agricultura. Por ejemplo, los productores de vino mejoran el control de plagas en la medida en que restauran los bosques. Y además el plan, en línea con lo que ha ocurrido en otros países, puede activar un proceso de reactivación económica que sería un gran impulso al empleo rural”, explica Rodrigo Catalán, director de Conservación de WWF Chile, una de las organizaciones que colaboró en la conformación de un comité que sentó las bases en la elaboración del plan.
Fue este comité el que condujo el proceso para desarrollar una suerte de borrador del Plan, que fue sometido a consulta pública en línea y contó con la incorporación de observaciones ciudadanas, además de los insumos que emergieron de los talleres regionales (se hicieron en todas las regiones de Chile) y nacionales, con lo cual se garantizó la participación activa de la ciudadanía. Finalmente, el instrumento fue sometido a validación política para su aprobación y futura implementación.
Al respecto, el subsecretario de Medio Ambiente, Marcelo Fernández, dijo a la prensa que “con este plan iniciaremos procesos de restauración ecológica, rehabilitación de suelos erosionados y ciclos hidrológicos, recuperaremos paisajes y ecosistemas afectados por incendios forestales, catástrofes u otros factores y reforzaremos la conservación y protección de áreas naturales claves para las comunidades de nuestro país, objetivos que ya han comenzado a abordarse en distintas iniciativas junto al Ministerio de Agricultura y CONAF”.
La meta del millón de hectáreas
Según consta en el documento oficial del Plan Nacional de Restauración de Paisajes, el objetivo de éste es “incorporar al proceso de restauración 1.000.000 de hectáreas de paisajes estratégicos, priorizando en aquellos con mayor vulnerabilidad social, económica y ambiental, propiciando la recuperación de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos para el fortalecimiento de comunidades, haciendo que estas sean económicamente resilientes al cambio climático al año 2030”.
Sin embargo, a Rodrigo Catalán, director de Conservación de WWF Chile, esta meta le parece difícil de alcanzar, toda vez que en las últimas dos décadas ni siquiera se han podido restaurar 100 mil hectáreas. En ese sentido, según el representante de la organización, el gran “cuello de botella” del plan para aterrizarlo a la realidad será el financiamiento no solo público, sino del que pueda provenir del sector privado.
“El factor catalizador de una buena aplicación del Plan es el financiamiento. Porque lo demás está claro: quién lo lidera, el proceso de restauración, los pilotos. Pero necesitamos la voluntad para agilizar los instrumentos públicos para movilizar los recursos. Esperemos que eso venga desde el nuevo Gobierno y desde el nuevo Congreso. Tiene que haber un diálogo muy profundo con Hacienda para que se establezcan los presupuestos. Pero también los privados deberían sumarse a este tema, ya que tienen que hacer restauración en base a sus compromisos y certificaciones. Y el otro tema es la gobernanza del Plan: ojalá las regiones en el marco de sus Planes Regionales de Ordenamiento Territorial (PROT) puedan tomar decisiones sobre dónde es prioritario restaurar, con procesos participativos. La gobernanza debe ser descentralizada y regional”, enfatiza Rodrigo Catalán.
Según explica el documento, dichas acciones de financiamiento provendrán de fuentes ya exploradas por la institucionalidad chilena, tales como el Recurso del FMAM (Fondo para el Medio Ambiente Mundial), Fondo Regional de Desarrollo Regional, financiamiento público de ambos ministerios a través de presupuesto exploratorio Fondo Ambiental Naturaleza Chile (en desarrollo por el MMA junto con 5 ong’s), Adaptation Fund Global Environmental Facility y otros. Pero adicionalmente el sector privado en Chile -específicamente el sector AFOLU, correspondiente a Agricultura, Silvicultura y Otros Usos de la Tierra- podría contribuir al financiamiento mediante mecanismos de compensación con énfasis en proyectos forestales, tal como ha ocurrido con otros mecanismos de precio al carbono en California, Colombia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, entre otros, cita el texto.
Junto con la ambiciosa meta del millón de hectáreas restauradas, el Plan propone reducir los factores de amenazas y presiones que deterioran la biodiversidad y afectan a las comunidades, a través de la gestión de riesgos de incendios, inundaciones y sequías, aumentando el nivel de prevención de comunidades locales. Lo otro es, cita el documento, “reducir la tasa de pérdida de bosques y otros ecosistemas naturales, haciéndola tender a umbrales mínimos al 2030” e “impulsar una línea base 2018-2021 de inversión de distintas fuentes tanto públicas como privadas, en restauración a 2030, orientando esas inversiones a paisajes de mayor vulnerabilidad social, ambiental y económica”.
Si bien el Plan está diseñado en términos gruesos, aún falta por determinar la transformación de lo que está en el papel a la práctica. Según dice el documento oficial, por ejemplo, la definición de los paisajes estratégicos a nivel territorial se llevará a cabo a través de otros procesos participativos que serán parte de la línea de acción principal en este ámbito, a implementarse entre 2021 y 2024.
En el caso de WWF Chile, Rodrigo Catalán explica que se hizo un ejercicio piloto en la Cordillera de Nahuelbuta para probar un modelo cartográfico y matemático de priorización de áreas para restaurar, involucrando a los actores locales, que escogieron al agua como interés central. Y el otro punto que destaca, es que el Plan comprende refuerzos ante los incendios. “Lo vimos hace poco en lo que pasó en Tierra del Fuego, donde aumentamos mucho el nivel de emisiones y retrocedimos en nuestra ruta hacia la carbono neutralidad. La recuperación post incendios es una de las líneas que debe adoptar el plan, porque estos serán cada vez más frecuentes e intensos en razón del cambio climático”.
El rol del sector forestal en el Plan
El documento es muy literal en cuanto a la propiedad privada en este Plan de Restauración: no habrá restricciones a ésta porque el documento aprobado funciona sobre la base de acuerdos voluntarios entre las partes. En ese sentido, los acuerdos se expresarán en la forma de un documento que es un plan de restauración específico a cada paisaje o territorio. Tampoco impone restricciones a proyectos en evaluación o materialización, “los que deben atenerse a la normativa vigente que les aplica”. No obstante, igual se pudiera establecer un diálogo con los titulares de esas iniciativas, a efectos de que las acciones de dichos proyectos sean compatibles con las metas del Plan.
“Yo pienso que el sector privado -agropecuario, minero, forestal, eléctrico- tiene un rol clave en la restauración. Sin embargo, desde WWF Chile pensamos que tienen que acelerar su ritmo de crecimiento en restauración. El sector forestal, por ejemplo, tiene que asumir su responsabilidad histórica con la destrucción del bosque nativo y contribuir a restaurarlo; tienen una deuda con la sociedad, pero también es en beneficio de su propio negocio: en la medida que tengan paisajes tipo mosaicos, que intercalan monocultivos con cursos de aguas restaurados, tendrán mejores relaciones con sus vecinos y contribuirán a un equilibro ecosistémico. Creo que lo entienden, pero falta un acelerador de voluntad”, diagnostica Rodrigo Catalán.
El representante de WWF Chile es taxativo también a la hora de explicar que el Plan persigue restaurar un millón de hectáreas de paisaje, y no necesariamente de bosque nativo. Respecto de la consulta es qué porcentaje de bosque nativo debiese contemplar el Plan general, Catalán señala que “eso dependerá de los ecosistemas y paisajes. Lo ideal sería que las zonas productivas eleven considerablemente su restauración a través de bosque nativo. Según la ecología, lo óptimo sería un 50 por ciento de bosque nativa, de los cuales el 20 por ciento puede ser protegido, y el otro 30 tener un uso más mixto. Pero sí, por ejemplo, un paisaje más forestal que tiene un 5 por ciento de bosque nativo, debiera subir a lo sumo al 20 por ciento”, cierra Catalán.
Fuente: País Circular, Martes 15 de Febrero de 2022