Jueves, Diciembre 26, 2024

Transportes prepara cambios a fondos espejo: dejará subsidios y se centrará en inversiones

EL MERCURIO – “Es fundamental. El subsidio aéreo, marítimo y terrestre nos cambió la vida. Hace seis años teníamos una barcaza cada una semana o 15 días, y ahora casi día por medio hay un barco pasando por la comuna”. El alcalde de Islas Guaitecas, Cristián Alvarado, cita el ejemplo para destacar cómo los fondos de la Ley Espejo del Transantiago mejoraron sustancialmente la conectividad desde Melinka, en Aysén, hacia Coyhaique y la Región de Los Lagos, de la cual dependen para muchos trámites.

Los servicios subsidiados permitieron que las navieras invirtieran en mejores barcos, “y hasta tenemos uno que tiene ascensor, butacas-cama, comedor, televisión, y duplicaron la velocidad de navegación. Antes demorábamos 7 horas a Quellón y hoy estamos en menos de cuatro”, asegura. Ahora va por más y espera que les amplíen el subsidio aéreo a la ruta Melinka-Puerto Montt,” porque tenemos mucha gente que va al hospital de allá, que es bastante bueno”.

El subsidio a zonas aisladas es, precisamente, uno de los mejor evaluados por el Ministerio de Transportes en los 9 años que cumplen en estos días los fondos espejo del Transantiago. Una ley que desde 2009 iguala para las regiones los montos asignados al financiamiento del Transantiago, que desde entonces ha destinado US$ 1.840 millones para implementar servicios de locomoción y financiar proyectos, y que este año tiene un presupuesto de US$ 858 millones, un tercio administrado por la cartera y el saldo, en manos de los gobiernas locales.

“Los subsidios para zonas aisladas han implicado un cambio radical para las comunidades más aisladas y les ha abierto un potencial enorme de desarrollo”, dice la ministra Gloria Hutt.

Ello no significa que la evaluación positiva se extienda a todo el sistema. Para Iván Poduje, urbanista y director de la Fundación Espacio Público —que hizo un reciente estudio al respecto—, el balance de casi una década arroja tres grandes problemas: recursos que no se destinan a transporte; que los fondos se centren mayormente en subsidiar tarifas y no en inversión de activos, y que la parte que manejan los gobiernos regionales tiene un uso muy discrecional.

“Hay casos como el de Valparaíso, donde el gobierno local ni siquiera gasta todos los recursos. A nivel general cuesta encontrar un listado de obras, es básicamente mantener lo que ya existe, sin cambios relevantes”, añade. El ex subsecretario de Transportes Carlos Melo coincide en ello y ejemplifica que “el ministerio ejecuta proyectos de infraestructura por casi $5 mil millones al año, lo que comparado con lo que recibe por subsidios, que son más de $180 mil millones, es poco. Y lo que hace con esa plata en infraestructura son proyectos de pistas ‘solo bus’ en regiones o renovación de paraderos. No es infraestructura mayor”.

Una apreciación que comparte la propia ministra, quien adelanta que la cartera trabaja en modificar el modelo de administración del sistema, de modo que los recursos que maneja Transportes se destinen a mejoras de infraestructura, mientras que los fondos en manos regionales —criticados por su empleo en áreas ajenas al transporte— sean para subsidiar tarifas, aprovechando su mayor conocimiento de las realidades locales.

Hoy, el 41% de los montos que maneja la cartera en fondos espejo son para rebaja de tarifa en buses, mientras que las iniciativas de inversión se llevan un magro 6,8%. “Nuestra propuesta es que deberíamos invertir para que los activos no se deterioren y así mejorar la calidad del servicio”, explica Hutt. Detalla que la iniciativa está en etapa de análisis, ya que implicará cambios legales que deberán ser discutidos en el Congreso, y adelanta que a fines de octubre espera tener definido el plan.

“Podríamos invertir en tecnología, renovación de buses, construcción de terminales intermodales, corredores y cámaras”, concluye.

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Fuente: El Mercurio, Lunes 10 de septiembre de 2018

EL MERCURIO – “Es fundamental. El subsidio aéreo, marítimo y terrestre nos cambió la vida. Hace seis años teníamos una barcaza cada una semana o 15 días, y ahora casi día por medio hay un barco pasando por la comuna”. El alcalde de Islas Guaitecas, Cristián Alvarado, cita el ejemplo para destacar cómo los fondos de la Ley Espejo del Transantiago mejoraron sustancialmente la conectividad desde Melinka, en Aysén, hacia Coyhaique y la Región de Los Lagos, de la cual dependen para muchos trámites.

Los servicios subsidiados permitieron que las navieras invirtieran en mejores barcos, “y hasta tenemos uno que tiene ascensor, butacas-cama, comedor, televisión, y duplicaron la velocidad de navegación. Antes demorábamos 7 horas a Quellón y hoy estamos en menos de cuatro”, asegura. Ahora va por más y espera que les amplíen el subsidio aéreo a la ruta Melinka-Puerto Montt,” porque tenemos mucha gente que va al hospital de allá, que es bastante bueno”.

El subsidio a zonas aisladas es, precisamente, uno de los mejor evaluados por el Ministerio de Transportes en los 9 años que cumplen en estos días los fondos espejo del Transantiago. Una ley que desde 2009 iguala para las regiones los montos asignados al financiamiento del Transantiago, que desde entonces ha destinado US$ 1.840 millones para implementar servicios de locomoción y financiar proyectos, y que este año tiene un presupuesto de US$ 858 millones, un tercio administrado por la cartera y el saldo, en manos de los gobiernas locales.

“Los subsidios para zonas aisladas han implicado un cambio radical para las comunidades más aisladas y les ha abierto un potencial enorme de desarrollo”, dice la ministra Gloria Hutt.

Ello no significa que la evaluación positiva se extienda a todo el sistema. Para Iván Poduje, urbanista y director de la Fundación Espacio Público —que hizo un reciente estudio al respecto—, el balance de casi una década arroja tres grandes problemas: recursos que no se destinan a transporte; que los fondos se centren mayormente en subsidiar tarifas y no en inversión de activos, y que la parte que manejan los gobiernos regionales tiene un uso muy discrecional.

“Hay casos como el de Valparaíso, donde el gobierno local ni siquiera gasta todos los recursos. A nivel general cuesta encontrar un listado de obras, es básicamente mantener lo que ya existe, sin cambios relevantes”, añade. El ex subsecretario de Transportes Carlos Melo coincide en ello y ejemplifica que “el ministerio ejecuta proyectos de infraestructura por casi $5 mil millones al año, lo que comparado con lo que recibe por subsidios, que son más de $180 mil millones, es poco. Y lo que hace con esa plata en infraestructura son proyectos de pistas ‘solo bus’ en regiones o renovación de paraderos. No es infraestructura mayor”.

Una apreciación que comparte la propia ministra, quien adelanta que la cartera trabaja en modificar el modelo de administración del sistema, de modo que los recursos que maneja Transportes se destinen a mejoras de infraestructura, mientras que los fondos en manos regionales —criticados por su empleo en áreas ajenas al transporte— sean para subsidiar tarifas, aprovechando su mayor conocimiento de las realidades locales.

Hoy, el 41% de los montos que maneja la cartera en fondos espejo son para rebaja de tarifa en buses, mientras que las iniciativas de inversión se llevan un magro 6,8%. “Nuestra propuesta es que deberíamos invertir para que los activos no se deterioren y así mejorar la calidad del servicio”, explica Hutt. Detalla que la iniciativa está en etapa de análisis, ya que implicará cambios legales que deberán ser discutidos en el Congreso, y adelanta que a fines de octubre espera tener definido el plan.

“Podríamos invertir en tecnología, renovación de buses, construcción de terminales intermodales, corredores y cámaras”, concluye.

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Fuente: El Mercurio, Lunes 10 de septiembre de 2018

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