PAÍS CIRCULAR – El proyecto liderado por Corfo busca que Santiago deje de darle la espalda a la Cordillera y tranformarla en un destino con vida propia, que ayude de paso a una reactivación sostenible del turismo en la región. Hoy el territorio de montaña de la Región Metropolitana recibe casi 1.9 millones de visitantes al año -más de seis veces que Torres del Paine-, pero enfrenta una oferta desorganizada, con exceso de actividades informales y sin una puesta en valor que la posicione como un destino en el exterior. Un primer estudio realizado para desarrollar la hoja de ruta que guiará este proceso revela por primera vez, de forma preliminar, las principales brechas y oportunidades que enfrenta este objetivo.
La cordillera de la Región Metropolitana se extiende a lo largo de 80 km y siete comunas, desde Chacabuco hasta los cerros de Paine, con varias cumbres de gran altura que superan los cinco mil metros y que llegan incluso a los 6.570 msnm (Tupungato). Además de las montañas, concentra ríos, cascadas, valles, glaciares y termas, que transforman a los Andes Centrales en un gran parque para la aventura y el turismo. Sin embargo, durante décadas este sector -y la ciudad en general- le ha dado la espalda a este recurso gigantesco, ubicado al lado de la capital del país y que es un destino en sí mismo. Eso es lo que busca cambiar el proyecto “Santiago, capital mundial del turismo de montaña”, impulsado por Corfo.
Aunque hoy el turismo de montaña de la Región Metropolitana no aparece en ninguno de los catálogos que promueven a Chile como destino en el exterior, silenciosamente ha empezado a cobrar importancia -principalmente- para los habitantes de la ciudad, de la mano del creciente interés por la naturaleza, el turismo de espacios abiertos y la protección de los ecosistemas.
En 2018, los centros de montaña de Lo Barnechea recibieron casi un millón de visitantes, mientras que el mismo año 547 mil personas visitaron San José de Maipo. En paralelo, las visitas a la red de Parques Cordillera se incrementó desde 86.199 personas en 2011 a 325.930 en 2018. En total, ese año 1.872.930 personas visitaron toda la zona de montaña de Santiago, más de seis veces el número de turistas que llegaron a un destino de montaña mucho más consolidado como Torres del Paine (289.745 turistas en 2018).
Esto muestra que el potencial para el turismo en al cordillera es enorme, y así lo reflejan también las cifras del comercio, que indican que en 2019 el retail outdoor alcanzó ingresos por US$ 215 millones, a lo que se suma el apoyo de numerosas marcas a proyectos ligados a las actividades de montaña y la conservación de estos espacios. Y en un escenario donde la reactivación de un turismo golpeado con fuerza por la pandemia es urgente -con pérdidas que se estiman en US$4.500 millones-, este gigantesco destino natural aparece también como una oportunidad.
“En Chile tenemos un potencial enorme en turismo, y más aún en turismo aventura, por lo que debemos fomentarlo con fuerza. La Región Metropolitana tiene todas las características para transformarse en la capital mundial de turismo de montaña, y esto tendría un impacto positivo en el mundo del emprendimiento y pymes, a nivel social, y en la economía en general”, dice el vicepresidente ejecutivo de Corfo, Pablo Terrazas.
“Es por eso que este programa liderado por Corfo -agrega Terrazas-, y que se hace en colaboración entre el mundo público y privado, es un gran elemento para potenciar una reactivación sostenible. Debemos trabajar unidos para construir una ciudad abierta hacia la montaña y no de espaldas hacia ella, porque son muchos los beneficios que nos puede entregar”.
¿Cuál es ese potencial? Si bien aún no se ha cuantificado a cabalidad, lo que ocurre a nivel mundial es un indicador claro. Los espacios de montaña se han establecido actualmente como el segundo destino turístico más visitado detrás de las zonas costeras y contribuyen con entre un 15% y un 20% del turismo mundial, lo que representa entre 70 y 90 mil millones de dólares por año. Por ejemplo, el turismo en los Alpes en 2002 representó entre el 7% y el 10% de los ingresos turísticos anuales en todo el mundo.
Además, un estudio realizado por Booking en 2016 indica que el 50% de sus clientes considerará un destino debido a prácticas sostenibles, incluyendo el cuidado del medio ambiente, la protección de la biodiversidad, el tratamiento equitativo de los animales y las iniciativas de fortalecimiento a la comunidad local. Y en un escenario en que Chile ha ganado los últimos cinco años el premio al mejor destino de turismo aventura de Sudamérica entregado por los World Travel Awards, trabajar la montaña como un destino de clase mundial aparece como un paso lógico.
Esto tendrá una especial relevancia también en la recuperación del turismo post Covid-19, donde el turismo de espacios abiertos -que implican un menor riesgo de contagio- se transforma en una excelente alternativa para quienes busquen seguridad en sus destinos.
Informalidad del sector y mayor seguridad, aspectos a mejorar
Hoy Corfo se encuentra preparando una Hoja de Ruta para “Santiago, capital mundial del turismo de montaña”, que lo impulse como un destino turístico internacional, de alta calidad, competitivo y diversificado poniendo en valor no solo al territorio, sino que coordine una gobernanza que ponga en sintonía a todos los actores involucrados en esta actividad. Y para ello, se elaboró un estudio de diagnóstico que entrega los primeros resultados -aún preliminares- respecto de las brechas de una actividad que hoy está atomizada, dispersa y sin una meta y orientaciones comunes. Y al mismo tiempo, entrega las primeras cifras respecto de la realidad de esta actividad en Santiago.
Entre las principales brechas detectadas se encuentra una alta informalidad en las actividades que se realizan en la montaña, según se desprendió de encuestas realizadas a más de 60 empresas que trabajan en este ámbito.
Mientras que la Región Metropolitana cuenta con 213 actividades registradas de turismo aventura -61 en San José de Maipo y 5 en Lo Barnechea- y 17 servicios deportivos, este registro no presenta actividades asociadas a montaña ni alta montaña, tampoco esquí fuera de pista, y solo una actividad de escalada en roca.
No obstante, las encuestas realizadas a diversas empresas del sector detectaron una gran cantidad de empresas que mencionan tener -en total- 155 actividades no registradas, entre las que destacan el excursionismo o senderismo, deportes de montaña y alta montaña, cabalgatas, rafting, escalada en roca, cicloturismo y actividades de salud y bienestar.
“Un aspecto que emerge de la revisión -señala el estudio- es el gran número de actividades no formalizadas, por lo cual es imperante avanzar en su legalización. La gran cantidad de servicios no registrados pone en peligro la calidad del destino”, además de constituir una competencia desleal para las empresas formalizadas, “mermando sus posibilidades de mejorar sus propios servicios e innovar en la creación de nuevas actividades”.
“Cuando uno le pregunta a las personas hay un tema que se repite respecto de las problemáticas en el territorio, y tiene que ver mucho con el tema de los guías y la informalidad de la oferta. Hoy los guías están en una posición delicada con un turismo súper golpeado, y esta informalidad ha afectado de sobremanera a los guías independientes. Agrupar a las asociaciones de guías y motañistas para poder certificarlas, y verificar que el servicio que están entregando sea capacitado, es de suma importancia y es una de las cosas que vamos a proponer en nuestra hoja de ruta”, afirma José Domingo Hernández, gerente del Programa Estratégico Regional de Montaña de Corfo.
Esto va de la mano con otro de los problemas detectados en el estudio, que tiene que ver con la gestión de riesgos en este tipo de actividades. “Chile no cuenta con información clara sobre las actividades específicas que realizan los visitantes al momento de frecuentar las zonas de montaña, ni estadísticas fidedignas sobre accidentes dentro de dichos espacios; tampoco cuenta con protocolos ni manuales de buenas prácticas dirigidas a las actividades de montaña, ni ningún tipo de exigencia dirigidas a concesiones privadas en cuanto al manejo de protocolos de emergencia en caso de accidentes”, afirma el documento.
Este es un aspecto que también esta siendo abordado en el trabajo de la hoja de ruta. “Lo que nos interesa es que la montaña de la Región Metropolitana se posicione como una oferta turística relevante. En eso ha sido super importante el trabajo que han hecho los centros de esquí, que tienen un potencial propio y han generado una atracción por la montaña, pero la montaña misma no ha sido capaz de generar un estándar que se espera para un turismo de buena calidad. Hace un par de años tuvimos un accidente súper terrible en el sector El Yeso, que si bien es otra zona, la montaña y su imagen es una sola”, dice Gloria Moya, subdirectora de Corfo Metropolitano.
“Este desnivel que hay entre calidades -afirma- juega en contra de la posibilidad de ofrecer a la montaña como un destino. Hay que generar un estándar, ayudar a los que están menos desarrollados, para que la imagen turística de la montaña de Santiago de Chile sea ofrecida de manera consolidada y apunte a los distintos objetivos de mercado que pueda ofrecer. Necesitamos poder asegurar un piso de seguridad y calidad”.
Participación, organización y digitalización
Otro aspecto que surgió con fuerza en los talleres y encuestas realizadas en el proyecto para la elaboración de la hoja de ruta, dice Natalia Véliz, encargada de este proyecto Corfo, es la necesidad de “democratizar la montaña”. “Hay parques muy cerca, que son parte de la Asociación de Parques Codillera, donde ni siquiera llega la locomoción colectiva. Entonces el tema del acceso es clave, y si bien el programa no se puede hacer cargo directamente de esto, sí puede coordinar iniciativas en ese sentido, y va a ser parte de lo que vamos a plantear en la hoja de ruta. También como profesionalizamos el capital humano, para avanzar hacia una identidad de montaña”, plantea.
Un primer paso en esta línea es el trabajo coordinado todos los actores emplazados en este territorio de montaña. Según el estudio, “se observa que en la actualidad no constituyen oferta al no estar presentes en los mercados del turismo organizado. Por ello, articular dicha oferta constituye un primer y crítico paso para poner esa oferta en valor en los mercados”.
En esta tarea, el trabajo para elaborar la hoja de ruta ha sido clave, ya que ha sentado a la misma mesa a actors públicos y privados, empresarios turísticos, centros de esquí, y también está enlazado con los propietarios de grandes terrenos en la cordillera, en busca de avanzar también en aspectos normativos y de acceso que -sin duda- van a ir surgiendo en el avance de este trabajo.
“Nos gustaría lograr un circuito virtuoso de encadenamiento de la economía local de la montaña, incorporar no solo la visión de una oferta organizada sino que además es capaz de encadenarse con todo el resto de la oferta que hay en la montaña, desde el restaurante hasta el boliche más chico. Generar la identidad de montaña, pero también desde el punto de vista de los negocios que existen”, explica Gloria Moya.
“En esto es súper importante cómo la inversión pública conversa con la inversión privada -agrega José Domingo Hernández-, con una gobernanza y con una coordinación estratégica, y cómo entre los dos se pueden hacer cargo de este desarrollo. Hoy este desarrollo se ha dado en gran parte gracias a que los esfuerzos privados están siempre respaldados por las instancias públicas, y lo que estamos desarrollando es una instancia histórica para la montaña de la Región Metropolitana: por primera vez realmente hay una mesa de trabajo donde están sentados todos los actores, de manera súper representativa, velando por un objetivo transversal”.
Otro aspecto fundamental en esta tarea será la digitalización de la industria. Más aún en un escenario post pandemia, donde la digitalización se ha acelerado, y hoy cerca de un 67% de las personas pasa más tiempo que antes usando sus smartphones, principalmente en redes sociales, según revelan estudios internacionales.
“Gran parte del flujo turístico utiliza internet como medio de información de búsqueda de destinos vacacionales. Buscan la recomendación y validación de expertos y de otros viajeros. El boca a oreja es uno de los principales factores en la toma de decisión respecto a un destino. Por ello, todas las herramientas de social networking o Redes Sociales, adquirirán una importancia relevante en el futuro, en el proceso de toma de decisiones y adquisiciones de viajes”, plantea el estudio.
Y allí también muestra brechas: un 50% de los encuestados en el diagnóstico reconoce brechas en el manejo de redes sociales y uso de sitio web; solo 33 de las 61 encuestados tienen acceso a boletines que entregan información de normas de calidad, solo 18 de 61 empresas encuestadas desarrollan nuevos productos o servicios, mientras que solo el 20% de este universo tiene acceso a nuevas tecnologías. Es más, el 50% de los encuestados no cuentan con apoyo en el área de transformación digital, 47 empresas cuentan con sitio web y 14 no poseen. Un tercio de estas empresas que tienen sitio web no lo han actualizado desde su creación.
“Si bien queremos que las empresas se digitalicen, también queremos que este sea un destino inteligente. Que pueda incorporar tecnología y que se haga de manera coordinada, impulsando plataformas que permitan que el destino esté organizado y que el turista pueda tener distintos tipos de oferta en un solo lugar. A eso también apuntamos. Y cómo captamos también la satisfacción -o no- del servicio, y cómo damos respuesta a ello. Que la empresa a través de todo este proceso sea capaz de incorporar esta transformación digital”, plantea Natalia Véliz.
Sustentabilidad como clave del desarrollo
Hoy existe, a nivel global, una fuerte tendencia hacia el comportamiento sustentable, es decir, al consumo de un turismo que permita retener las ventajas económicas y sociales del desarrollo turístico y al mismo tiempo que permitir reducir o mitigar cualquier impacto no deseado en el medio natural, cultural y social.
“Por tanto -plantea este diagnóstico preliminar-, el principal desafío es transferir herramientas, técnicas, contenidos y soluciones en materias de sustentabilidad y/o economía circular a las empresas. Muchos servicios de alojamiento se adaptarán a esta tendencia para desarrollarse o mantenerse, pues el turismo masivo seguirá incrementando su imagen como destructor potencial de senderos, monumentos y ecosistemas frágiles”.
“Un eje importante que ha salido en este diagnóstico es el tema de la sustentabilidad. Si bien tenemos que diversificar la oferta, mejorar estándares de seguridad y calidad, aumentar la cantidad de turistas y el gasto, todo esto tiene que ser de manera sustentable para que la comunidad de sienta parte y resguardemos los recursos naturales. Eso es parte de los acuerdos que tenemos que lograr, porque todos los empresarios han planteado eso, particularmente los que están en el territorio”, señala Natalia Véliz.
Para José Domingo Hernández, “la experiencia de naturaleza que se puede vivir en la Región Metropolitana es igual o más maravillosa que la que se puede vivir en Torres del Paine si uno entiende el territorio, y lo que busca este programa es abrir este territorio a la ciudadanía, planificarlo, ordenarlo y mostrar la cantidad de actividades que se pueden desarrollar”.
Y en ese desarrollo, sin dudas la conservación y aspectos normativos como el acceso a las montañas también se tendrán que poner en la mesa para su discusión. “Ciertamente estos son factores habilitantes en estos sectores con tantas variables cruzadas, las productivas, de sostenibilidad, de conservación -que tenemos que ver cómo se resuelve-, pero sí creo que este espacio es el que debiera gatillar esas conversaciones que se caen de maduras. Esto parte como un espacio de desarrollo productivo, pero después tendrá que ir tomando una dimensión mucho más amplia porque aquí está en juego la calidad de vida de las personas que viven ahí, la identidad de un territorio, entonces empezamos a darnos cuenta que el escenario de complejidad al que nos enfrentamos es muy profundo. Pero tenemos que ir habituándonos a enfrentar los temas de esta manera”, afirma Gloria Moya.
Ver artículo
Fuente: País Circular, Miércoles 05 de Agosto de 2020
Sustentabilidad, acceso, seguridad y frenar informalidad: las claves para transformar a Santiago en la capital mundial del turismo de montaña
PAÍS CIRCULAR – El proyecto liderado por Corfo busca que Santiago deje de darle la espalda a la Cordillera y tranformarla en un destino con vida propia, que ayude de paso a una reactivación sostenible del turismo en la región. Hoy el territorio de montaña de la Región Metropolitana recibe casi 1.9 millones de visitantes al año -más de seis veces que Torres del Paine-, pero enfrenta una oferta desorganizada, con exceso de actividades informales y sin una puesta en valor que la posicione como un destino en el exterior. Un primer estudio realizado para desarrollar la hoja de ruta que guiará este proceso revela por primera vez, de forma preliminar, las principales brechas y oportunidades que enfrenta este objetivo.
La cordillera de la Región Metropolitana se extiende a lo largo de 80 km y siete comunas, desde Chacabuco hasta los cerros de Paine, con varias cumbres de gran altura que superan los cinco mil metros y que llegan incluso a los 6.570 msnm (Tupungato). Además de las montañas, concentra ríos, cascadas, valles, glaciares y termas, que transforman a los Andes Centrales en un gran parque para la aventura y el turismo. Sin embargo, durante décadas este sector -y la ciudad en general- le ha dado la espalda a este recurso gigantesco, ubicado al lado de la capital del país y que es un destino en sí mismo. Eso es lo que busca cambiar el proyecto “Santiago, capital mundial del turismo de montaña”, impulsado por Corfo.
Aunque hoy el turismo de montaña de la Región Metropolitana no aparece en ninguno de los catálogos que promueven a Chile como destino en el exterior, silenciosamente ha empezado a cobrar importancia -principalmente- para los habitantes de la ciudad, de la mano del creciente interés por la naturaleza, el turismo de espacios abiertos y la protección de los ecosistemas.
En 2018, los centros de montaña de Lo Barnechea recibieron casi un millón de visitantes, mientras que el mismo año 547 mil personas visitaron San José de Maipo. En paralelo, las visitas a la red de Parques Cordillera se incrementó desde 86.199 personas en 2011 a 325.930 en 2018. En total, ese año 1.872.930 personas visitaron toda la zona de montaña de Santiago, más de seis veces el número de turistas que llegaron a un destino de montaña mucho más consolidado como Torres del Paine (289.745 turistas en 2018).
Esto muestra que el potencial para el turismo en al cordillera es enorme, y así lo reflejan también las cifras del comercio, que indican que en 2019 el retail outdoor alcanzó ingresos por US$ 215 millones, a lo que se suma el apoyo de numerosas marcas a proyectos ligados a las actividades de montaña y la conservación de estos espacios. Y en un escenario donde la reactivación de un turismo golpeado con fuerza por la pandemia es urgente -con pérdidas que se estiman en US$4.500 millones-, este gigantesco destino natural aparece también como una oportunidad.
“En Chile tenemos un potencial enorme en turismo, y más aún en turismo aventura, por lo que debemos fomentarlo con fuerza. La Región Metropolitana tiene todas las características para transformarse en la capital mundial de turismo de montaña, y esto tendría un impacto positivo en el mundo del emprendimiento y pymes, a nivel social, y en la economía en general”, dice el vicepresidente ejecutivo de Corfo, Pablo Terrazas.
“Es por eso que este programa liderado por Corfo -agrega Terrazas-, y que se hace en colaboración entre el mundo público y privado, es un gran elemento para potenciar una reactivación sostenible. Debemos trabajar unidos para construir una ciudad abierta hacia la montaña y no de espaldas hacia ella, porque son muchos los beneficios que nos puede entregar”.
¿Cuál es ese potencial? Si bien aún no se ha cuantificado a cabalidad, lo que ocurre a nivel mundial es un indicador claro. Los espacios de montaña se han establecido actualmente como el segundo destino turístico más visitado detrás de las zonas costeras y contribuyen con entre un 15% y un 20% del turismo mundial, lo que representa entre 70 y 90 mil millones de dólares por año. Por ejemplo, el turismo en los Alpes en 2002 representó entre el 7% y el 10% de los ingresos turísticos anuales en todo el mundo.
Además, un estudio realizado por Booking en 2016 indica que el 50% de sus clientes considerará un destino debido a prácticas sostenibles, incluyendo el cuidado del medio ambiente, la protección de la biodiversidad, el tratamiento equitativo de los animales y las iniciativas de fortalecimiento a la comunidad local. Y en un escenario en que Chile ha ganado los últimos cinco años el premio al mejor destino de turismo aventura de Sudamérica entregado por los World Travel Awards, trabajar la montaña como un destino de clase mundial aparece como un paso lógico.
Esto tendrá una especial relevancia también en la recuperación del turismo post Covid-19, donde el turismo de espacios abiertos -que implican un menor riesgo de contagio- se transforma en una excelente alternativa para quienes busquen seguridad en sus destinos.
Informalidad del sector y mayor seguridad, aspectos a mejorar
Hoy Corfo se encuentra preparando una Hoja de Ruta para “Santiago, capital mundial del turismo de montaña”, que lo impulse como un destino turístico internacional, de alta calidad, competitivo y diversificado poniendo en valor no solo al territorio, sino que coordine una gobernanza que ponga en sintonía a todos los actores involucrados en esta actividad. Y para ello, se elaboró un estudio de diagnóstico que entrega los primeros resultados -aún preliminares- respecto de las brechas de una actividad que hoy está atomizada, dispersa y sin una meta y orientaciones comunes. Y al mismo tiempo, entrega las primeras cifras respecto de la realidad de esta actividad en Santiago.
Entre las principales brechas detectadas se encuentra una alta informalidad en las actividades que se realizan en la montaña, según se desprendió de encuestas realizadas a más de 60 empresas que trabajan en este ámbito.
Mientras que la Región Metropolitana cuenta con 213 actividades registradas de turismo aventura -61 en San José de Maipo y 5 en Lo Barnechea- y 17 servicios deportivos, este registro no presenta actividades asociadas a montaña ni alta montaña, tampoco esquí fuera de pista, y solo una actividad de escalada en roca.
No obstante, las encuestas realizadas a diversas empresas del sector detectaron una gran cantidad de empresas que mencionan tener -en total- 155 actividades no registradas, entre las que destacan el excursionismo o senderismo, deportes de montaña y alta montaña, cabalgatas, rafting, escalada en roca, cicloturismo y actividades de salud y bienestar.
“Un aspecto que emerge de la revisión -señala el estudio- es el gran número de actividades no formalizadas, por lo cual es imperante avanzar en su legalización. La gran cantidad de servicios no registrados pone en peligro la calidad del destino”, además de constituir una competencia desleal para las empresas formalizadas, “mermando sus posibilidades de mejorar sus propios servicios e innovar en la creación de nuevas actividades”.
“Cuando uno le pregunta a las personas hay un tema que se repite respecto de las problemáticas en el territorio, y tiene que ver mucho con el tema de los guías y la informalidad de la oferta. Hoy los guías están en una posición delicada con un turismo súper golpeado, y esta informalidad ha afectado de sobremanera a los guías independientes. Agrupar a las asociaciones de guías y motañistas para poder certificarlas, y verificar que el servicio que están entregando sea capacitado, es de suma importancia y es una de las cosas que vamos a proponer en nuestra hoja de ruta”, afirma José Domingo Hernández, gerente del Programa Estratégico Regional de Montaña de Corfo.
Esto va de la mano con otro de los problemas detectados en el estudio, que tiene que ver con la gestión de riesgos en este tipo de actividades. “Chile no cuenta con información clara sobre las actividades específicas que realizan los visitantes al momento de frecuentar las zonas de montaña, ni estadísticas fidedignas sobre accidentes dentro de dichos espacios; tampoco cuenta con protocolos ni manuales de buenas prácticas dirigidas a las actividades de montaña, ni ningún tipo de exigencia dirigidas a concesiones privadas en cuanto al manejo de protocolos de emergencia en caso de accidentes”, afirma el documento.
Este es un aspecto que también esta siendo abordado en el trabajo de la hoja de ruta. “Lo que nos interesa es que la montaña de la Región Metropolitana se posicione como una oferta turística relevante. En eso ha sido super importante el trabajo que han hecho los centros de esquí, que tienen un potencial propio y han generado una atracción por la montaña, pero la montaña misma no ha sido capaz de generar un estándar que se espera para un turismo de buena calidad. Hace un par de años tuvimos un accidente súper terrible en el sector El Yeso, que si bien es otra zona, la montaña y su imagen es una sola”, dice Gloria Moya, subdirectora de Corfo Metropolitano.
“Este desnivel que hay entre calidades -afirma- juega en contra de la posibilidad de ofrecer a la montaña como un destino. Hay que generar un estándar, ayudar a los que están menos desarrollados, para que la imagen turística de la montaña de Santiago de Chile sea ofrecida de manera consolidada y apunte a los distintos objetivos de mercado que pueda ofrecer. Necesitamos poder asegurar un piso de seguridad y calidad”.
Participación, organización y digitalización
Otro aspecto que surgió con fuerza en los talleres y encuestas realizadas en el proyecto para la elaboración de la hoja de ruta, dice Natalia Véliz, encargada de este proyecto Corfo, es la necesidad de “democratizar la montaña”. “Hay parques muy cerca, que son parte de la Asociación de Parques Codillera, donde ni siquiera llega la locomoción colectiva. Entonces el tema del acceso es clave, y si bien el programa no se puede hacer cargo directamente de esto, sí puede coordinar iniciativas en ese sentido, y va a ser parte de lo que vamos a plantear en la hoja de ruta. También como profesionalizamos el capital humano, para avanzar hacia una identidad de montaña”, plantea.
Un primer paso en esta línea es el trabajo coordinado todos los actores emplazados en este territorio de montaña. Según el estudio, “se observa que en la actualidad no constituyen oferta al no estar presentes en los mercados del turismo organizado. Por ello, articular dicha oferta constituye un primer y crítico paso para poner esa oferta en valor en los mercados”.
En esta tarea, el trabajo para elaborar la hoja de ruta ha sido clave, ya que ha sentado a la misma mesa a actors públicos y privados, empresarios turísticos, centros de esquí, y también está enlazado con los propietarios de grandes terrenos en la cordillera, en busca de avanzar también en aspectos normativos y de acceso que -sin duda- van a ir surgiendo en el avance de este trabajo.
“Nos gustaría lograr un circuito virtuoso de encadenamiento de la economía local de la montaña, incorporar no solo la visión de una oferta organizada sino que además es capaz de encadenarse con todo el resto de la oferta que hay en la montaña, desde el restaurante hasta el boliche más chico. Generar la identidad de montaña, pero también desde el punto de vista de los negocios que existen”, explica Gloria Moya.
“En esto es súper importante cómo la inversión pública conversa con la inversión privada -agrega José Domingo Hernández-, con una gobernanza y con una coordinación estratégica, y cómo entre los dos se pueden hacer cargo de este desarrollo. Hoy este desarrollo se ha dado en gran parte gracias a que los esfuerzos privados están siempre respaldados por las instancias públicas, y lo que estamos desarrollando es una instancia histórica para la montaña de la Región Metropolitana: por primera vez realmente hay una mesa de trabajo donde están sentados todos los actores, de manera súper representativa, velando por un objetivo transversal”.
Otro aspecto fundamental en esta tarea será la digitalización de la industria. Más aún en un escenario post pandemia, donde la digitalización se ha acelerado, y hoy cerca de un 67% de las personas pasa más tiempo que antes usando sus smartphones, principalmente en redes sociales, según revelan estudios internacionales.
“Gran parte del flujo turístico utiliza internet como medio de información de búsqueda de destinos vacacionales. Buscan la recomendación y validación de expertos y de otros viajeros. El boca a oreja es uno de los principales factores en la toma de decisión respecto a un destino. Por ello, todas las herramientas de social networking o Redes Sociales, adquirirán una importancia relevante en el futuro, en el proceso de toma de decisiones y adquisiciones de viajes”, plantea el estudio.
Y allí también muestra brechas: un 50% de los encuestados en el diagnóstico reconoce brechas en el manejo de redes sociales y uso de sitio web; solo 33 de las 61 encuestados tienen acceso a boletines que entregan información de normas de calidad, solo 18 de 61 empresas encuestadas desarrollan nuevos productos o servicios, mientras que solo el 20% de este universo tiene acceso a nuevas tecnologías. Es más, el 50% de los encuestados no cuentan con apoyo en el área de transformación digital, 47 empresas cuentan con sitio web y 14 no poseen. Un tercio de estas empresas que tienen sitio web no lo han actualizado desde su creación.
“Si bien queremos que las empresas se digitalicen, también queremos que este sea un destino inteligente. Que pueda incorporar tecnología y que se haga de manera coordinada, impulsando plataformas que permitan que el destino esté organizado y que el turista pueda tener distintos tipos de oferta en un solo lugar. A eso también apuntamos. Y cómo captamos también la satisfacción -o no- del servicio, y cómo damos respuesta a ello. Que la empresa a través de todo este proceso sea capaz de incorporar esta transformación digital”, plantea Natalia Véliz.
Sustentabilidad como clave del desarrollo
Hoy existe, a nivel global, una fuerte tendencia hacia el comportamiento sustentable, es decir, al consumo de un turismo que permita retener las ventajas económicas y sociales del desarrollo turístico y al mismo tiempo que permitir reducir o mitigar cualquier impacto no deseado en el medio natural, cultural y social.
“Por tanto -plantea este diagnóstico preliminar-, el principal desafío es transferir herramientas, técnicas, contenidos y soluciones en materias de sustentabilidad y/o economía circular a las empresas. Muchos servicios de alojamiento se adaptarán a esta tendencia para desarrollarse o mantenerse, pues el turismo masivo seguirá incrementando su imagen como destructor potencial de senderos, monumentos y ecosistemas frágiles”.
“Un eje importante que ha salido en este diagnóstico es el tema de la sustentabilidad. Si bien tenemos que diversificar la oferta, mejorar estándares de seguridad y calidad, aumentar la cantidad de turistas y el gasto, todo esto tiene que ser de manera sustentable para que la comunidad de sienta parte y resguardemos los recursos naturales. Eso es parte de los acuerdos que tenemos que lograr, porque todos los empresarios han planteado eso, particularmente los que están en el territorio”, señala Natalia Véliz.
Para José Domingo Hernández, “la experiencia de naturaleza que se puede vivir en la Región Metropolitana es igual o más maravillosa que la que se puede vivir en Torres del Paine si uno entiende el territorio, y lo que busca este programa es abrir este territorio a la ciudadanía, planificarlo, ordenarlo y mostrar la cantidad de actividades que se pueden desarrollar”.
Y en ese desarrollo, sin dudas la conservación y aspectos normativos como el acceso a las montañas también se tendrán que poner en la mesa para su discusión. “Ciertamente estos son factores habilitantes en estos sectores con tantas variables cruzadas, las productivas, de sostenibilidad, de conservación -que tenemos que ver cómo se resuelve-, pero sí creo que este espacio es el que debiera gatillar esas conversaciones que se caen de maduras. Esto parte como un espacio de desarrollo productivo, pero después tendrá que ir tomando una dimensión mucho más amplia porque aquí está en juego la calidad de vida de las personas que viven ahí, la identidad de un territorio, entonces empezamos a darnos cuenta que el escenario de complejidad al que nos enfrentamos es muy profundo. Pero tenemos que ir habituándonos a enfrentar los temas de esta manera”, afirma Gloria Moya.
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Fuente: País Circular, Miércoles 05 de Agosto de 2020