EL MERCURIO – El ministro de Obras Públicas ha anunciado que pronto se presentará al Congreso un proyecto de ley para crear una Subsecretaría del Agua. La nueva entidad estaría encargada de liderar y coordinar a los distintos organismos que tienen injerencia en temas hídricos. La multiplicidad y diversidad de estos parece sorprendente: el Banco Mundial, en un estudio de 2013, alertó que entonces había 43 entidades públicas que controlaban un total de 102 asuntos administrativos relacionados con el sector. Peor aún, no existe una institución que coordine a estos organismos. Por su parte, un estudio del Consejo de Políticas de Infraestructura (CPI) ha señalado que, pese a esta maraña burocrática, existen varias áreas vitales de las que no hay un responsable claro al interior del Estado. Entre ellas se encuentran la planificación hídrica a nivel de cuencas (que se delega en parte a las asociaciones de canalistas); la coordinación de las iniciativas de desalinización, y el control y seguridad de las presas, sumadas a la propia falta de una política de Estado en materia hídrica.
La Mesa Nacional del Agua, convocada por el Gobierno, planteó el año pasado dos alternativas para abordar esta situación: la creación de una agencia gubernamental dedicada al tema o la fórmula de la subsecretaría, que es la que la autoridad privilegiaría. Respecto del funcionamiento de esta, existe, entre otras, la propuesta del CPI, que plantea que junto con la nueva Subsecretaría —dependiente del MOP— exista un Consejo de Ministros que incorpore a las demás carteras que tienen relación con los recursos hídricos: Minería, Agricultura, Energía, Medio Ambiente, Economía y Ciencias y Tecnología. La idea es que de este modo la futura entidad coordine y lidere las acciones en esta materia. La repartición, además, propondría e impulsaría las políticas nacionales de recursos hídricos, sería el referente principal en temas de aguas y mejoraría las políticas de manejo de cuencas, aparte de asumir las labores actuales de la Dirección General de Aguas.
La necesidad de una mejor coordinación en esta área es innegable. Los estudios muestran que el cambio climático tendrá un efecto sobre el régimen de lluvias global y que Chile será afectado, en particular, por un avance de la zona árida del Norte Chico hacia el Sur. Además, las mayores temperaturas reducirán o eliminarán los glaciares que alimentan los ríos en verano y, por lo tanto, será necesario disponer de alternativas, entre las cuales está la de usar el agua en forma más eficiente y en lo posible reciclarla. Al respecto, en 2019, las empresas de agua potable desde Valparaíso al Norte perdían en el mar más de 200 millones de metros cúbicos, es decir, más del 70% del agua que utilizan (cifra similar al caudal medio histórico del río Mapocho). Tratar estas aguas y usarlas para agricultura, por ejemplo, o para crear parques, podría ser más eficiente que desalar agua de mar, aunque ambos procesos pueden ser complementarios.
Pero todos estos desafíos requieren de liderazgo, y eso explica el deseo de crear la nueva Subsecretaría. Ello, aun cuando cabe la pregunta de si los distintos ministerios estarían efectivamente dispuestos a coordinarse. Las inercias en esta materia podrían dificultarlo al extremo o incluso hacer necesario un diseño institucional más fuerte. De ello dependerá que la propuesta de una Subsecretaría del Agua pueda dar una respuesta satisfactoria al riesgo hídrico resultante del cambio climático.
Fuente: El Mercurio, Jueves 11 de Febrero de 2021