PAÍS CIRCULAR – En su casa ubicada en Placilla de Peñuelas, Pamela Henríquez Neira tiene su propia estación meteorológica. Desde esa localidad, ubicada 13 kilómetros al interior del puerto de Valparaíso, esta meteoróloga titulada en la Universidad de Valparaíso extrae información para hacer pronósticos del tiempo que son muy aclamados en su página de Facebook “Estación Meteorológica Placilla de Peñuelas”, que cuenta con casi 10.000 seguidores.
“Empecé dando el pronóstico solo para Placilla, porque hay diferencias con Valparaíso y Viña, ya que estas dos ciudades son costa, y Placilla de interior. Empezó a difundirse la página y aumenté la información. No solo era la costa, sino los valles y la precordillera de la Región de Valparaíso. Trato de no salirme de la región porque la información en general está enfocada en Santiago. Entonces lo hago también por un tema de descentralización”, cuenta Henríquez, quien trabaja en Meteored.cl, en pronósticos del tiempo y redacción de noticias de medio ambiente, meteorología y cambio climático.
En la Región de Valparaíso, territorio en que se mueven sus análisis, Henríquez dice que “si bien este invierno está siendo un año lluvioso, mucho más que el 2021 que fue muy seco, aún estamos lejos de la normalidad y faltan más lluvias que recibir”. Ella también se basa en el pronóstico estacional que realiza la Dirección Meteorológica de Chile para julio, agosto y septiembre, a lo largo de todo el país: “Estaría con montos bajo lo normal, no queriendo decir que no tengamos lluvias, pero sí más alejado de la normalidad para la época”.
Aún más drástico al respecto es el climatólogo y académico de la Universidad de Santiago de Chile (Usach), Raúl Cordero, para quien la percepción de que este invierno ha llovido mucho es errada. Sí reconoce que “ha llovido mucho en comparación con el año pasado, que tuvo el invierno más seco jamás registrado”. Pero, aclara, “a la fecha ha llovido poco más de 100 mm en Santiago, cuando lo normal a la fecha es que llueva 150 mm y para que sea un año normal tendría que estar en 340 mm. Probablemente este año termine siendo seco, no tan seco, no tan hiper árido. La buena noticia es esa: no ha sido un año hiper seco como 2019 o 2021”.
Ambos especialistas dicen que para hablar de “normalidad” se establecen parámetros como los últimos 30 años. En ese sentido, Pamela Henríquez señala que se toman en cuenta los promedios de precipitaciones en el tramo 1991-2020. “Por eso cuando hablamos de clima es hablar de promedios de 30 años, de parámetros meteorológicos como viento, temperatura, humedad, precipitación, presión. En cambio, tiempo, es cómo se comportan esos parámetros en un período más corto”.
De esta manera, según Raúl Cordero, si bien julio ha alcanzado cifras cercanas a las normales, no ocurrió lo mismo con junio y mayo, cuyas precipitaciones estuvieron muy por debajo de la normalidad, lo que permite avizorar que el balance final será un año seco, aunque no tan seco como 2021. “En mayo, por ejemplo, no cayó una sola gota de agua en Santiago”, complementa el académico de la Usach.
Raúl Cordero admite que las altas precipitaciones que ha habido durante julio “no son inesperadas”. Pese a este factor, la tendencia a la baja en el agua caída no cambiará debido al factor del cambio climático. “Desafortunadamente no ha cambiado la tendencia. Llevamos 13 años de megasequía, pero la tendencia a la baja en las precipitaciones se inició mucho antes, en los años 80. Hemos perdido un 7 por ciento de precipitaciones cada década. En Santiago las precipitaciones ya no son 340 mm en promedio, sino 220 mm, eso es lo que indica la última década. No hay ninguna razón para que cambie la tendencia, ya que está determinada por los gases de efecto invernadero, cuyo aumento no se ha detenido, los estímulos para seguir perdiendo precipitaciones están ahí”, explica Cordero.
En tanto, Pamela Henríquez apunta que actualmente se suscitan eventos que tienen que ver con los efectos del cambio climático: “Se exacerba aún más cada episodio: lluvias más intensas en corto período, olas de calor o frío con temperaturas nunca antes registradas, sequías prolongadas. Esto demuestra que el clima está cambiando y eso produce efectos en la población, sobre todo en los sectores más vulnerables”.
Cordero: “No debería haber racionamiento este año”
Dichas sequías prolongadas también han puesto en peligro el abastecimiento de agua para la población. Es un tema que le toca directamente a Pamela Henríquez, en tanto meteoróloga que informa sobre lo que sucede en la Región de Valparaíso. “Si nos enfocamos en los embalses de la región, podemos ver que aún nos queda para salir de este período seco”, dice la experta. Según datos de Esval, citados por Henríquez, el Lago Peñuelas aumentó su caudal un 0,3%; el embalse Los Aromos -principal fuente de abastecimiento de agua de la región- está a un 26% de su capacidad y, finalmente, el Tranque de la Luz tiene números más favorables, aunque aún deficitarios: 63,4% de su capacidad.
Cordero, en tanto, prevé que Peñuelas -que lucía prácticamente seco hasta estos días- “es un embalse que no se va a recuperar lamentablemente en el corto plazo, ya que requiere que tengamos años consecutivos con precipitaciones normales”. Eso demuestra, a criterio del experto, que “no ha llovido tanto como la gente cree”. Igualmente, el embalse más importante para la región, Los Aromos, aún tiene niveles inferiores a los del año pasado. El mismo déficit ocurre con el embalse El Yeso, ubicado en el Cajón del Maipo, y que suministra el recurso para la Región Metropolitana.
El especialista hace un alcance importante respecto de los embalses. Primero que todo, el climatólogo indica que los embalses no dependen de cuánto llueve solamente, sino del uso que hagan los regantes que tienen derechos de agua en la cuenca respectiva. “Las cuencas del Aconcagua y del Maipo están de facto intervenidas por la Dirección General de Aguas (DGA), que les dice a los regantes cuánta agua pueden usar para efectos de mantener razonablemente llenos los embalses”, señala.
De ahí que Cordero difiera con el ministro de Obras Públicas, Juan Carlos García, quien este martes no descartó que haya racionamiento de agua durante este verano. Cordero, por el contrario, descarta la posibilidad de racionamiento, ya que la cantidad de nieve caída -y eso sí es una buena noticia, porque se acercó a rangos normales, permite esperar la primavera y el verano con más tranquilidad.
“De lo contrario, sería una muestra de una extraordinaria negligencia por parte de la DGA en cuanto a la gestión de la cuenca. El año pasado, que tuvimos el invierno más seco jamás registrado, no hubo racionamiento de agua. Pero si ahora hubiera racionamiento, teniendo precipitaciones más generosas, aunque todavía deficitarias, hablaría de una gestión muy inadecuada del organismo”, aventura Cordero.
Por último, el climatólogo de la Usach vuelve a relevar las “muy buenas” precipitaciones nivales (nieve) de este año (anoche, por ejemplo, nevó en Talca), lo que permite presagiar un mejor escenario a corto plazo. Sin embargo, y aunque “todos estamos contentos, hay que tener presente que esto es simplemente un año con suerte. Es un año marcado por La Niña y no soluciona el tema del cambio climático que nos acompañará 30 años más”. Un poco más optimista, Pamela Henríquez, de Meteored.cl., subraya que “a pesar de todo, si queremos verlo desde un punto de vista más esperanzador, esperamos que todo continúe así y siga lloviendo y nevando para acercarnos más a lo que llovía antes de estar inmersos en esta megasequía”.
Fuente: País Circular, Jueves 14 de Julio 2022