EL MERCURIO ON LINE – El lunes, el gobernador de la Región Metropolitana, Claudio Orrego, presentó el protocolo de racionamiento de agua para sectores del gran Santiago, medida inédita que busca hacer frente a la grave sequía que atraviesa la Región Metropolitana y el país.
El plan -que comenzó a trabajarse desde el gobierno anterior- opera en coordinación con la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS) y la Dirección General de Aguas (DGA), todo ello, articulado por el Ministerio de Obras Públicas, cartera que será la encargada de decretar la entrada en vigencia de la medida cuando sea necesaria.
El titular de la cartera, Juan Carlos García, ha señalado que aún es necesario hacer algunos “ajustes” al protocolo, sin embargo, valoró que se avance en medidas de este tipo. Esto, porque el problema del agua es estructural, y en ese sentido, reconoció que “se requiere una mirada más integral en la forma de abordar el tema”.
¿Cómo darle una mirada más integral? Ese será el siguiente paso que anunció en EmolTV el gobernador Orrego: “a partir de la próxima semana convocaremos a todo el mundo privado, a la academia y entidades públicas para construir un plan de acción para prevenir el racionamiento. Hay muchas cosas que se pueden hacer en las empresas, personas y municipios para evitarlo”, remarcó.
De hecho, ese intento por darle una mirada unitaria a un problema que afecta transversalmente a la sociedad, deja al descubierto la fragmentación institucional que existe en el país en materia de aguas. “Israel, que es uno de los países líderes, tiene una autoridad del agua para todo el país; en Chile, debemos tener 46 autoridades que tienen algún rol, eso no ayuda”, enfatizó Orrego.
Pablo García-Chevesich, hidrólogo, académico de Colorado School of Mines y miembro del Programa Hidrológico Intergubernamental de la Unesco concuerda con esta mirada. “Como hidrólogo, creo que se están haciendo cosas que no tienen sentido, hay miles de ejemplos en Chile. Distintos ministerios toman diferentes decisiones sin consultarse entre ellos y sin ningún aval de la ciencia, estando los estudios disponibles”, comenta.
Reutilización de aguas grises: una ley sin reglamento
Esa misma fragmentación a la que apunta el gobernador, a su juicio, ha impedido avances significativos que aporten otras soluciones a la crisis hídrica. “Hace tres años aprobaron una ley para poder reutilizar las aguas grises, y el Estado Chileno ha sido incapaz, no ha tenido ningún sentido de urgencia para aprobar el reglamento para que todos los actores podamos reutilizar el agua”, recalcó.
En efecto, el 1 de febrero de 2018 se promulgó la ley 21.075 que regula la recolección, reutilización y disposición de aguas grises en el país. Estas últimas, se entienden como “aguas servidas domésticas residuales provenientes de las tinas de baño, duchas, lavaderos, lavatorios y otros, excluyendo las aguas negras (que contienen excretas)”.
Sin embargo, esa normativa requiere un reglamento cuya elaboración está a cargo del Ministerio de Salud, pero éste aún no se dicta. En abril de 2021, se emitió una resolución exenta (N°404) para someter el anteproyecto de reglamento a una consulta pública, y desde ahí no se registran avances. Según conoció Emol, tras pasar por la consulta pública, recién el pasado jueves el texto volvió a revisión del área jurídica del Minsal, y posteriormente podrá ser reingresado a Contraloría.
“El reglamento que fija los requisitos técnicos para el reúso de aguas grises aún no se dicta. El año pasado se sometió a consulta pública el anteproyecto; terminó esa instancia, pero todavía no se dicta ni publica su texto definitivo. Por lo tanto, está la ley 21.075, pero falta el reglamento para contar con un marco jurídico más completo”, explica Daniela Rivera, profesora de derecho de la Universidad Católica e integrante del Centro de Derecho y Gestión de Aguas del mismo plantel.
“La ley se quedó corta”
Pero la carencia de un reglamento no es el único problema de la normativa. Rivera señala que el problema también radica en que es necesario contar con una infraestructura que actualmente no existe. “Por eso, el resúso de aguas grises en nuestro país ha operado más bien a pequeña escala, en algunos colegios y municipios, es decir, a título de proyectos piloto”, comenta.
Según el gobernador Orrego, en Chile se reutiliza sólo un 3% del agua, muy por debajo de países que son líderes en la materia como Israel, donde el reúso llega al 87% y la gran parte de ella se distribuye para riego agrícola. En otros países, como Singapur, esta agua incluso se utiliza para abastecer consumo humano.
Gerardo Díaz, jefe de proyectos y especialista en nuevas fuentes de Agua de Fundación Chile, dice que la cifra entregada por la autoridad puede ir en lo correcto si se considera solamente uso directo de agua. Es decir, “cuando reconduces el agua y la utilizas para riesgo, en lugar de descargarla en una quebrada”.
Sin embargo, cree que puede existir otro porcentaje en la reutilización por uso indirecto producto de la descarga de las plantas de tratamiento urbanas a cursos de agua continentales, recurso hídrico que es captado y reusado por usuarios agua abajo, y éste puede ser del orden del 75% del total de aguas residuales que se producen a nivel nacional.
Díaz concuerda con la visión de Rivera al señalar que la normativa 21.075 “se quedó corta”, porque considera una pequeña fracción del agua que se descarga a nivel domiciliario, y por otro lado, el reglamento que se conoció inicialmente “establecía normas de calidad muy restrictivas sobre aspectos como la turbiedad, cantidad de cloro, etc., y llegar a esa calidad implica instalar sistemas más sofisticados en los domicilios”.
Por otro lado, Díaz recalca que la red de alcantarillados que actualmente dispone el país no está adaptado para recibir la carga de contaminantes altamente concentrada que traen estas aguas domiciliarias. “Finalmente, vas a producir un problema en el alcantarillado y aunque lleguen a las plantas de tratamiento, éstas no están adaptadas para una cierta concentración de sólidos”.
En definitiva, la ley “encarece el sistema y lo vuelve difícil de operar”, por lo que a juicio de Díaz, incluso si se pudiera aplicar, serviría más bien para zonas en construcción que en el sistema que actualmente dispone la ciudad o para zonas rurales donde sea más sencilla la intervención de cañerías para estos fines.
Desde Aguas Andinas, destacan que la opción de uso de aguas grises es viable “pero a mucho menor escala”, puesto que para los sistemas existentes “puede ser muy costoso readecuar las actuales instalaciones para separar aguas grises de aguas negras”. Por eso, la empresa hoy tiene en marcha el proyecto de “reúso de aguas residuales depuradas” que genera mayor alcance y que opera como fuente de abastecimiento para “los casi 8 millones de habitantes de la región”, sostienen.
Vías para la reutilización del agua
García-Chevesich afirma que estamos contra el tiempo, por lo que avanzar en la reutilización del agua es urgente, y llegar a ello exige “una buena gestión, eficiencia, un cambio cultural” que aporten a soluciones efectivas y duraderas en este tema. “Los países que han solucionado este tema se caracterizan por no perder ni una sola gota”, afirma.
“La tendencia en otros países es el tratamiento de agua in situ. Es decir, se han implementado medidas como utilizar el agua del alcantarillado de los barrios, tratarla con una pequeña planta de tratamiento en el lugar y a muy bajo costo, para poder regar áreas verdes de plazas locales”, afirma.
Otras fórmulas, señala el hidrólogo, es la “creación de tubos especiales en las plantas de tratamiento de las ciudades para devolver el agua tratada y así poder regar áreas verdes, campos de golf o sectores en escuelas. Eso sí, esto requiere una infraestructura mayor y es más costoso”.
Pese a que la desalinización también es una alternativa, García-Chevesich plantea que “sería una última opción”, debido al alto costo que esto implica, además de contar con modelos hidrológicos adecuados para conocer la sustentabilidad del uso del agua en cada cuenca, y hacerlo de tal manera que “no se dañen los ecosistemas costeros”, zanjó.
En tanto, el proyecto de reúso de aguas residuales de Aguas Andinas, comprende una conexión desde la Biofactoría Mapocho-Trebal (comuna de Padre Hurtado) hacia las Asociaciones de Regantes de la Primera Sección del Río Maipo, quienes, a su vez, aportarán el equivalente de agua cruda del río para abastecer a la ciudad, aumentando la disponibilidad para el consumo humano. Éste se encuentra etapa de desarrollo inicial.
“Este proyecto tendrá una capacidad de 3 m3/s (de un promedio de depuración total de 16,1 m3/s), aportando anualmente entre 60 a 90 Hm3 de agua depurada, que será reutilizada en riego agrícola, lo que, a su vez, se traducirá en dejar disponible el mismo volumen a nivel de agua superficial, para ser potabilizada”, sostienen.
Fuente: El Mercurio On Line, Lunes 18 de Abril de 2022