Jueves, Diciembre 26, 2024

Santiago no es Chile: 5 iniciativas apoyadas por Corfo que están impulsando una “economía verde” desde las regiones

PAÍS CIRCULAR – La crisis causada por la pandemia no ha detenido el avance de las soluciones basadas en una producción sostenible y circular, y tampoco el empuje de los emprendedores que le dan el impulso. Algunos han ampliado su producción al área sanitaria, otros han tenido que modificar sus canales de venta, pero la gran mayoría de ellos sigue adelante. Y aunque a ratos parece que todos los esfuerzos y la innovación en materia de economía verde se centran en Santiago, desde regiones se generan una serie de iniciativas que están dando solución a problemas ambientales y sociales, y que buscan ampliar el alcance de su propuesta a todo el país.
Economía circular, desarrollo sostenible, economía o reactivación verde… Hoy circulan una serie de conceptos para hablar de un modelo de desarrollo que converse de mejor manera con el cuidado de la naturaleza, con el desarrollo y bienestar de la sociedad, y que al mismo tiempo genere riqueza. Lo que se conoce como “triple impacto”. Y la discusión sobre estos temas está normalmente radicada en Santiago, donde se trabajan las políticas públicas que buscan avanzar en esta materia -como la Ley REP o la Hoja de Ruta para la Economía Circular– y las grandes empresas avanzan en adaptarse a los nuevos modelos.
Pero hay quienes avanzan más rápido: los emprendedores. Con estructuras más livianas y una capacidad de adaptación más ágil, han comenzado a “tirar del carro” a partir de buena ideas, innovación y convicción en un propósito. Y no solo en Santiago, también han surgido desde las regiones para dar respuesta a problemas locales que, además, son escalables a todo el país. Y en ello han recibido un fuerte apoyo de Corfo, que en los últimos años ha multiplicado sus instrumentos de apoyo para empresas que apunten a modelos de negocio sostenibles.
“En Corfo queremos que el desarrollo de nuestro país no sea solo económico, sino también sostenible. Por ello estamos apoyando una serie de emprendimientos cuidadosos con el medioambiente, para que, a través de la innovación, puedan ser un aporte y valor a nuestra economía, generando empleo y más oportunidades, siempre respetando el ecosistema”, afirma el vicepresidente ejecutivo de Corfo, Pablo Terrazas.
“A lo largo de todo el país -agrega Pablo Terrazas- ya existen muchas personas que lideran iniciativas como éstas, y hacemos una invitación para que sean cada vez más los emprendedores que opten por este camino, porque la única forma de crear una economía sólida en nuestro país es apostando por una reactivación sostenible”.
Ejemplos hay por decenas. Desde el Centro Tecnológico para la Economía Circular que se levantará en Iquique hasta el desarrollo de una plataforma para impulsar la economía circular desde La Araucanía. Aquí les presentamos cinco iniciativas que están buscando marcar el camino desde las regiones.

Ecofibra Chile: paneles térmicos a partir de residuos de ropa en Iquique
En sus recorridos por Iquique y sus alrededores, mientras trabajaba en la Zona Franca asesorando a los importadores de ropa usada, el ingeniero Franklin Zepeda notó la existencia de cerros de residuos textiles que luego partían a vertederos ilegales para ser incinerados. Se preguntó entonces qué podía hacer para resolver este desastre sanitario, y la oportunidad de viajar a Bulgaria y Alemania le permitió entender qué normas regían el tema de los residuos.
A partir de estas experiencias fundó Ecofibra Chile, una empresa de potente arraigo nortino, nacida en Iquique, que mitigó el problema ambiental creando paneles de aislación térmica a partir de los residuos textiles que la gente botaba por toneladas. Con el apoyo de dos arquitectos en desarrollo e investigación, Zepeda descubrió que el algodón tenía muy buena resistencia a la temperatura, y que las fibras sintéticas (como el poliéster) contaban con propiedades hidrófugas (resistentes a la humedad). Uniendo ambas telas consiguió llegar a un producto final que además tiene características diferentes según las condiciones climáticas de cada región del país.
“No es lo mismo vender paneles en Iquique que en Punta Arenas. Llegamos a unos paneles cuyo centro es de algodón y cuya cara exterior es de fibras sintéticas repelentes al agua”, explica el fundador de Ecofibra Chile.
Apoyado por un fondo del programa Innova Circular -impulsado por Corfo, Zofri y el Hub Tarapacá-, Zepeda no solo recolecta residuos textiles desde Zona Franca. Otro porcentaje importante proviene de la recolección domiciliaria, al punto de recibir hasta 15 toneladas diarias de residuos de ropa. “A diferencia de otras empresas que hacen bolsos o mochilas de residuos textiles, nuestro impacto de recolección es mayor”, dice Zepeda.
Hoy sus principales productos son los paneles de aislación térmica en base a residuos textiles de la Zona Franca, y una bloqueta (tipo lego) hecha de residuos plásticos -creada con apoyo de un profesional de la construcción de Brasil- que tiene un sistema de encaje y anclaje de armado mucho más seguro para las condiciones sísmicas del país.
El proceso, agrega el ingeniero, es totalmente circular. Por ejemplo, si un cliente derribara un muro y no utilizara más el panel térmico, lo puede devolver a la empresa. “Nosotros lo volvemos a meter en el proceso y no se genera residuo”, dice Franklin, cuyo procesamiento implica sacar los metales y botones de la ropa, para luego usar una máquina que recupera las fibras. Se le añade un aditivo ignífugo (que protege contra el fuego) para evitar cualquier accidente.

Recybatt: reciclaje de pilas con identidad atacameña
En su trabajo como encargada de la campaña de reciclaje de una empresa minera,la traductora y profesora de inglés Daniela Vergara no podía creer la cantidad de pilas que se utilizaban y cuyo destino final no parecía claro. Empezó a averiguar acerca de este problema, con la asesoría de un amigo químico de profesión, y llegó a un paper de la Universidad de La Plata, en Argentina, que le dio luces sobre el camino a seguir para reciclar las pilas.
Renunció a la compañía minera y arrancó con su proyecto Recybatt, afincado en Copiapó, capital de la Región de Atacama. Postuló a los fondos del Programa The S Factory de Start-Up Chile de Corfo, siendo la primera mujer del norte de Chile en quedar seleccionada en este programa que apoya emprendimientos femeninos de base científica y tecnológica. En 2018, en tanto, se adjudicó el Voucher de Innovación de Mujeres 2018 de Corfo.
Si bien Recybatt comenzó en 2017, Daniela recién este año logró un proceso de formalización para validar el producto, en base a prueba y error. La idea es que, a través de la recolección domiciliaria de pilas, se recuperen los metales pesados que contienen y que contaminan los mares y los ríos, para usarlos en la industria. Cada persona en Chile consume aproximadamente siete pilas al año, y al país ingresan 100 millones de unidades de las cuales se desecha el 80%, con el consecuente impacto medioambiental.
“Rescatamos chatarra ferrosa, zinc y manganeso para reutilizarlos como materia prima en otras industrias. El zinc se usa como abono y hasta se puede usar como bloqueador solar dependiendo de su calidad; el manganeso se usa para pigmentos de pinturas industriales; y la chatarra ferrosa en fundiciones”, explica Daniela, quien posee varios diplomados y experiencia en gestión y educación ambiental.
A futuro, comenta la emprendedora, su objetivo es formar la primera planta sustentable de tratamiento de pilas en Chile y, eventualmente, en América Latina. Por de pronto, Daniela está ad portas de iniciar una experiencia piloto junto a CONAF, que consiste en una campaña de recolección de pilas de las cámaras trampa utilizadas en el monitoreo de fauna en todos los parques nacionales de la Región de Atacama. Lo que ella pide para darle curso al proyecto es el apoyo de empresas para financiar la habilitación de contenedores en dichos parques protegidos.
Pero Recybatt no solo tiene un sello sustentable: también se enfoca en potenciar la economía local, cuya base la entregan las mujeres trabajadoras.
“Incorporamos ese aspecto como uno de los pilares de mi empresa. Con la oficina regional del Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género firmamos un convenio para contratar mano de obra de mujeres en situación de vulnerabilidad para toda la cadena de valor, desde la recolección hasta la operación de las pilas. Hoy el 90% de nuestro personal son mujeres”, cierra Vergara.

Bioxiplas: de uniformes biodegradables para la industria de alimentos a apoyo al personal de salud
Ubicada en Cayumapu, a medio camino entre Valdivia y San José de la Mariquina, en la Región de Los Ríos, la empresa Bioxiplas se especializa en fabricar uniformes con material virgen certificado y biodegradable destinado a las plantas de procesamiento de alimentos. Sin embargo, debido al inicio de la pandemia del COVID-19, esta pyme redirigió sus productos a apoyar con equipos de protección personal (EPP) al personal de salud que combate la enfermedad.
A partir de 2011, los productos ofrecidos por Bioxiplas -pecheras, delantales, mantillas, guantes, pantalones- son utilizados por clientes como Sopraval, Soprole y Super Salmón para protección personal de sus trabajadores. No obstante, la certificación permitió que estos fuesen adaptados como soluciones para el rubro de la salud ante la crisis por el coronavirus.
“Tuvimos que reinventarnos con la pandemia, y nuestros delantales -como están certificados- se adaptan perfectamente como elementos de protección personal para clínicas y hospitales. Nos hemos preocupado de cuidar a nuestros 19 trabajadores, los vamos a buscar y a dejar, ni siquiera nos hemos resfriado. Repartimos uniformes desde Calama hasta Punta Arenas”, dice Loreto Mendoza, fundadora y gerenta general de Bioxiplas, quien hace tres años recibió un subsidio de Corfo para impulsar su emprendimiento.
En la empresa trabajan con tres líneas de materiales para sus uniformes. “Polietileno aditivado para acelerar su degradación; también tenemos otra línea de PLA, el que siempre lo relacionan con el maíz pero que realmente puede tener muchas fuentes; y además comercializamos las de PVA, que se deshacen en agua y como no contienen poliolefinas no dejan residuos”, agrega Mendoza, quien además sacó una marca propia (H2OK) con otros dos socios, uno que vive en España y otro en Italia.
Los productos de Bioxiplas no solo son biodegradables y acreditados para estar en contacto con alimentos, sino que además cumplen requisitos de circularidad: los uniformes que se desechan una vez usados son además son reciclables, para volver a generar materia prima a ser procesada.

EnvuelBee: cera de abejas que reemplaza al plástico para envolver alimentos
Nacida en agosto de 2017 en Puerto Varas, EnvuelBee confecciona paños a partir de cera de abeja que sirven para envolver alimentos y sacar el plástico film de la cocina. Gracias a las extraordinarias propiedades de la cera de abeja, obtenida como subproducto de la cosecha de miel, los paños de tela 100% de algodón impregnados de cera de abejas, resina de pino y aceite de coco de EnvuelBee logran mantener la frescura e inocuidad de los alimentos.
Esta pyme, que recibió el Subsidio Semilla de Asignación Flexible para Desafíos de Corfo, que opera con prácticas responsables con el medioambiente y de trabajo flexible, es liderado por Trinidad Lira y Magdalena Echeverría, dos emprendedoras que han integrado a muchas mujeres de la zona a su empresa.
En el nuevo contexto de pandemia, EnvuelBee ha debido sortear las dificultades de la crisis rebajando el horario de trabajo a media jornada. Si bien han sufrido con el cierre de las tiendas físicas donde exhibían sus productos, el servicio de despachos a domicilio se está consolidando y han logrado mantener un nivel de ventas a un ritmo menor pero constante. La diferencia es que ahora, gracias a un convenio, Correos de Chile pasa a buscar los pedidos a la tienda de EnvuelBee, y no al revés.
“En julio queremos volver a trabajar el día completo para pagar los sueldos íntegramente. En este tiempo hemos recurrido a las promociones en internet para mantener las ventas, haciendo un cambio en nuestras comunicaciones, buscando ser un aporte al país en ese aspecto”, dice Trinidad Lira, para quien, en estos tiempos de coronavirus, “es muy importante mantener la frescura de los alimentos por mucho tiempo, ya que permite que las personas no salgan a comprar. Además, no generamos basura”. Una vez que terminan su vida útil, los productos de EnvuelBee se pueden compostar, y en tres años en el mercado la comercialización de sus paños encerados ha permitido reemplazar 463 mil metros de plástico film en los hogares.

GreenSpot: mobiliario urbano a partir de residuos de la industria salmonera
En Puerto Montt, ciudad salmonera por esencia, emergió GreenSpot, una empresa especializada en el desarrollo de mobiliario público a partir de pellets hechos con residuos plásticos de la industria del salmón y la miticultura, especialmente boyas, flotadores y bins en desuso.
Concebida como una empresa de triple impacto local, fabrica el 100% de sus productos con residuos plásticos de la patagonia, entre ellos composteras, basureros para plazas, bancas y escaños, entre otros, poniendo su foco principal en desarrollar todo el proceso de forma local bajo el concepcto “mi residuo, mi problema, mi solución”.
En los últimos meses han añadido racks para botellones a su producción a partir del mismo residuo. Sin embargo, la gran novedad ha sido la fabricación de pediluvios (caja sanitizadora de pies) en el contexto de la pandemia. Estos sirven para desinfectar el calzado y los pies antes de que las personas ingresen a sus casas u oficinas. “Nos ha ido bastante bien con los pediluvios, tenemos como clientes a marcas con presencia nacional y entidades públicas como Sercotec”, dice su fundador, Benjamín González.
Gracias al apoyo de un Innova Región de Corfo, además, González ha podido desarrollar nuevos productos que lanzará pronto. Si bien el foco está puesto en los residuos de la industria acuícola, ya está consiguiendo ampliar la recolección de residuos hasta la industria vitivinícola.
“Corfo nos apoyó a poco andar. Con eso formamos nuestro sistema de trazabilidad de residuos reciclables, y con el apoyo de ahora nos permitirá ofrecer una solución desde el origen del residuo hasta su valorización”, dice González, para quien esto permitirá “generar un triple impacto no solo en Puerto Montt y en la Región de los Lagos, sino en todo Chile”.
Ver artículo
Fuente: País Circular, Martes 30 de Junio de 2020

PAÍS CIRCULAR – La crisis causada por la pandemia no ha detenido el avance de las soluciones basadas en una producción sostenible y circular, y tampoco el empuje de los emprendedores que le dan el impulso. Algunos han ampliado su producción al área sanitaria, otros han tenido que modificar sus canales de venta, pero la gran mayoría de ellos sigue adelante. Y aunque a ratos parece que todos los esfuerzos y la innovación en materia de economía verde se centran en Santiago, desde regiones se generan una serie de iniciativas que están dando solución a problemas ambientales y sociales, y que buscan ampliar el alcance de su propuesta a todo el país.
Economía circular, desarrollo sostenible, economía o reactivación verde… Hoy circulan una serie de conceptos para hablar de un modelo de desarrollo que converse de mejor manera con el cuidado de la naturaleza, con el desarrollo y bienestar de la sociedad, y que al mismo tiempo genere riqueza. Lo que se conoce como “triple impacto”. Y la discusión sobre estos temas está normalmente radicada en Santiago, donde se trabajan las políticas públicas que buscan avanzar en esta materia -como la Ley REP o la Hoja de Ruta para la Economía Circular– y las grandes empresas avanzan en adaptarse a los nuevos modelos.
Pero hay quienes avanzan más rápido: los emprendedores. Con estructuras más livianas y una capacidad de adaptación más ágil, han comenzado a “tirar del carro” a partir de buena ideas, innovación y convicción en un propósito. Y no solo en Santiago, también han surgido desde las regiones para dar respuesta a problemas locales que, además, son escalables a todo el país. Y en ello han recibido un fuerte apoyo de Corfo, que en los últimos años ha multiplicado sus instrumentos de apoyo para empresas que apunten a modelos de negocio sostenibles.
“En Corfo queremos que el desarrollo de nuestro país no sea solo económico, sino también sostenible. Por ello estamos apoyando una serie de emprendimientos cuidadosos con el medioambiente, para que, a través de la innovación, puedan ser un aporte y valor a nuestra economía, generando empleo y más oportunidades, siempre respetando el ecosistema”, afirma el vicepresidente ejecutivo de Corfo, Pablo Terrazas.
“A lo largo de todo el país -agrega Pablo Terrazas- ya existen muchas personas que lideran iniciativas como éstas, y hacemos una invitación para que sean cada vez más los emprendedores que opten por este camino, porque la única forma de crear una economía sólida en nuestro país es apostando por una reactivación sostenible”.
Ejemplos hay por decenas. Desde el Centro Tecnológico para la Economía Circular que se levantará en Iquique hasta el desarrollo de una plataforma para impulsar la economía circular desde La Araucanía. Aquí les presentamos cinco iniciativas que están buscando marcar el camino desde las regiones.

Ecofibra Chile: paneles térmicos a partir de residuos de ropa en Iquique
En sus recorridos por Iquique y sus alrededores, mientras trabajaba en la Zona Franca asesorando a los importadores de ropa usada, el ingeniero Franklin Zepeda notó la existencia de cerros de residuos textiles que luego partían a vertederos ilegales para ser incinerados. Se preguntó entonces qué podía hacer para resolver este desastre sanitario, y la oportunidad de viajar a Bulgaria y Alemania le permitió entender qué normas regían el tema de los residuos.
A partir de estas experiencias fundó Ecofibra Chile, una empresa de potente arraigo nortino, nacida en Iquique, que mitigó el problema ambiental creando paneles de aislación térmica a partir de los residuos textiles que la gente botaba por toneladas. Con el apoyo de dos arquitectos en desarrollo e investigación, Zepeda descubrió que el algodón tenía muy buena resistencia a la temperatura, y que las fibras sintéticas (como el poliéster) contaban con propiedades hidrófugas (resistentes a la humedad). Uniendo ambas telas consiguió llegar a un producto final que además tiene características diferentes según las condiciones climáticas de cada región del país.
“No es lo mismo vender paneles en Iquique que en Punta Arenas. Llegamos a unos paneles cuyo centro es de algodón y cuya cara exterior es de fibras sintéticas repelentes al agua”, explica el fundador de Ecofibra Chile.
Apoyado por un fondo del programa Innova Circular -impulsado por Corfo, Zofri y el Hub Tarapacá-, Zepeda no solo recolecta residuos textiles desde Zona Franca. Otro porcentaje importante proviene de la recolección domiciliaria, al punto de recibir hasta 15 toneladas diarias de residuos de ropa. “A diferencia de otras empresas que hacen bolsos o mochilas de residuos textiles, nuestro impacto de recolección es mayor”, dice Zepeda.
Hoy sus principales productos son los paneles de aislación térmica en base a residuos textiles de la Zona Franca, y una bloqueta (tipo lego) hecha de residuos plásticos -creada con apoyo de un profesional de la construcción de Brasil- que tiene un sistema de encaje y anclaje de armado mucho más seguro para las condiciones sísmicas del país.
El proceso, agrega el ingeniero, es totalmente circular. Por ejemplo, si un cliente derribara un muro y no utilizara más el panel térmico, lo puede devolver a la empresa. “Nosotros lo volvemos a meter en el proceso y no se genera residuo”, dice Franklin, cuyo procesamiento implica sacar los metales y botones de la ropa, para luego usar una máquina que recupera las fibras. Se le añade un aditivo ignífugo (que protege contra el fuego) para evitar cualquier accidente.

Recybatt: reciclaje de pilas con identidad atacameña
En su trabajo como encargada de la campaña de reciclaje de una empresa minera,la traductora y profesora de inglés Daniela Vergara no podía creer la cantidad de pilas que se utilizaban y cuyo destino final no parecía claro. Empezó a averiguar acerca de este problema, con la asesoría de un amigo químico de profesión, y llegó a un paper de la Universidad de La Plata, en Argentina, que le dio luces sobre el camino a seguir para reciclar las pilas.
Renunció a la compañía minera y arrancó con su proyecto Recybatt, afincado en Copiapó, capital de la Región de Atacama. Postuló a los fondos del Programa The S Factory de Start-Up Chile de Corfo, siendo la primera mujer del norte de Chile en quedar seleccionada en este programa que apoya emprendimientos femeninos de base científica y tecnológica. En 2018, en tanto, se adjudicó el Voucher de Innovación de Mujeres 2018 de Corfo.
Si bien Recybatt comenzó en 2017, Daniela recién este año logró un proceso de formalización para validar el producto, en base a prueba y error. La idea es que, a través de la recolección domiciliaria de pilas, se recuperen los metales pesados que contienen y que contaminan los mares y los ríos, para usarlos en la industria. Cada persona en Chile consume aproximadamente siete pilas al año, y al país ingresan 100 millones de unidades de las cuales se desecha el 80%, con el consecuente impacto medioambiental.
“Rescatamos chatarra ferrosa, zinc y manganeso para reutilizarlos como materia prima en otras industrias. El zinc se usa como abono y hasta se puede usar como bloqueador solar dependiendo de su calidad; el manganeso se usa para pigmentos de pinturas industriales; y la chatarra ferrosa en fundiciones”, explica Daniela, quien posee varios diplomados y experiencia en gestión y educación ambiental.
A futuro, comenta la emprendedora, su objetivo es formar la primera planta sustentable de tratamiento de pilas en Chile y, eventualmente, en América Latina. Por de pronto, Daniela está ad portas de iniciar una experiencia piloto junto a CONAF, que consiste en una campaña de recolección de pilas de las cámaras trampa utilizadas en el monitoreo de fauna en todos los parques nacionales de la Región de Atacama. Lo que ella pide para darle curso al proyecto es el apoyo de empresas para financiar la habilitación de contenedores en dichos parques protegidos.
Pero Recybatt no solo tiene un sello sustentable: también se enfoca en potenciar la economía local, cuya base la entregan las mujeres trabajadoras.
“Incorporamos ese aspecto como uno de los pilares de mi empresa. Con la oficina regional del Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género firmamos un convenio para contratar mano de obra de mujeres en situación de vulnerabilidad para toda la cadena de valor, desde la recolección hasta la operación de las pilas. Hoy el 90% de nuestro personal son mujeres”, cierra Vergara.

Bioxiplas: de uniformes biodegradables para la industria de alimentos a apoyo al personal de salud
Ubicada en Cayumapu, a medio camino entre Valdivia y San José de la Mariquina, en la Región de Los Ríos, la empresa Bioxiplas se especializa en fabricar uniformes con material virgen certificado y biodegradable destinado a las plantas de procesamiento de alimentos. Sin embargo, debido al inicio de la pandemia del COVID-19, esta pyme redirigió sus productos a apoyar con equipos de protección personal (EPP) al personal de salud que combate la enfermedad.
A partir de 2011, los productos ofrecidos por Bioxiplas -pecheras, delantales, mantillas, guantes, pantalones- son utilizados por clientes como Sopraval, Soprole y Super Salmón para protección personal de sus trabajadores. No obstante, la certificación permitió que estos fuesen adaptados como soluciones para el rubro de la salud ante la crisis por el coronavirus.
“Tuvimos que reinventarnos con la pandemia, y nuestros delantales -como están certificados- se adaptan perfectamente como elementos de protección personal para clínicas y hospitales. Nos hemos preocupado de cuidar a nuestros 19 trabajadores, los vamos a buscar y a dejar, ni siquiera nos hemos resfriado. Repartimos uniformes desde Calama hasta Punta Arenas”, dice Loreto Mendoza, fundadora y gerenta general de Bioxiplas, quien hace tres años recibió un subsidio de Corfo para impulsar su emprendimiento.
En la empresa trabajan con tres líneas de materiales para sus uniformes. “Polietileno aditivado para acelerar su degradación; también tenemos otra línea de PLA, el que siempre lo relacionan con el maíz pero que realmente puede tener muchas fuentes; y además comercializamos las de PVA, que se deshacen en agua y como no contienen poliolefinas no dejan residuos”, agrega Mendoza, quien además sacó una marca propia (H2OK) con otros dos socios, uno que vive en España y otro en Italia.
Los productos de Bioxiplas no solo son biodegradables y acreditados para estar en contacto con alimentos, sino que además cumplen requisitos de circularidad: los uniformes que se desechan una vez usados son además son reciclables, para volver a generar materia prima a ser procesada.

EnvuelBee: cera de abejas que reemplaza al plástico para envolver alimentos
Nacida en agosto de 2017 en Puerto Varas, EnvuelBee confecciona paños a partir de cera de abeja que sirven para envolver alimentos y sacar el plástico film de la cocina. Gracias a las extraordinarias propiedades de la cera de abeja, obtenida como subproducto de la cosecha de miel, los paños de tela 100% de algodón impregnados de cera de abejas, resina de pino y aceite de coco de EnvuelBee logran mantener la frescura e inocuidad de los alimentos.
Esta pyme, que recibió el Subsidio Semilla de Asignación Flexible para Desafíos de Corfo, que opera con prácticas responsables con el medioambiente y de trabajo flexible, es liderado por Trinidad Lira y Magdalena Echeverría, dos emprendedoras que han integrado a muchas mujeres de la zona a su empresa.
En el nuevo contexto de pandemia, EnvuelBee ha debido sortear las dificultades de la crisis rebajando el horario de trabajo a media jornada. Si bien han sufrido con el cierre de las tiendas físicas donde exhibían sus productos, el servicio de despachos a domicilio se está consolidando y han logrado mantener un nivel de ventas a un ritmo menor pero constante. La diferencia es que ahora, gracias a un convenio, Correos de Chile pasa a buscar los pedidos a la tienda de EnvuelBee, y no al revés.
“En julio queremos volver a trabajar el día completo para pagar los sueldos íntegramente. En este tiempo hemos recurrido a las promociones en internet para mantener las ventas, haciendo un cambio en nuestras comunicaciones, buscando ser un aporte al país en ese aspecto”, dice Trinidad Lira, para quien, en estos tiempos de coronavirus, “es muy importante mantener la frescura de los alimentos por mucho tiempo, ya que permite que las personas no salgan a comprar. Además, no generamos basura”. Una vez que terminan su vida útil, los productos de EnvuelBee se pueden compostar, y en tres años en el mercado la comercialización de sus paños encerados ha permitido reemplazar 463 mil metros de plástico film en los hogares.

GreenSpot: mobiliario urbano a partir de residuos de la industria salmonera
En Puerto Montt, ciudad salmonera por esencia, emergió GreenSpot, una empresa especializada en el desarrollo de mobiliario público a partir de pellets hechos con residuos plásticos de la industria del salmón y la miticultura, especialmente boyas, flotadores y bins en desuso.
Concebida como una empresa de triple impacto local, fabrica el 100% de sus productos con residuos plásticos de la patagonia, entre ellos composteras, basureros para plazas, bancas y escaños, entre otros, poniendo su foco principal en desarrollar todo el proceso de forma local bajo el concepcto “mi residuo, mi problema, mi solución”.
En los últimos meses han añadido racks para botellones a su producción a partir del mismo residuo. Sin embargo, la gran novedad ha sido la fabricación de pediluvios (caja sanitizadora de pies) en el contexto de la pandemia. Estos sirven para desinfectar el calzado y los pies antes de que las personas ingresen a sus casas u oficinas. “Nos ha ido bastante bien con los pediluvios, tenemos como clientes a marcas con presencia nacional y entidades públicas como Sercotec”, dice su fundador, Benjamín González.
Gracias al apoyo de un Innova Región de Corfo, además, González ha podido desarrollar nuevos productos que lanzará pronto. Si bien el foco está puesto en los residuos de la industria acuícola, ya está consiguiendo ampliar la recolección de residuos hasta la industria vitivinícola.
“Corfo nos apoyó a poco andar. Con eso formamos nuestro sistema de trazabilidad de residuos reciclables, y con el apoyo de ahora nos permitirá ofrecer una solución desde el origen del residuo hasta su valorización”, dice González, para quien esto permitirá “generar un triple impacto no solo en Puerto Montt y en la Región de los Lagos, sino en todo Chile”.
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Fuente: País Circular, Martes 30 de Junio de 2020

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