Jueves, Diciembre 26, 2024

Rentabilidad social, por Gonzalo Mardones

LA TERCERA – La RS define el valor que un proyecto aporta a la sociedad como beneficios una vez ejecutada y puesta en marcha, la cual puede ser positiva independiente de si su rentabilidad económica lo es o no. Esta relación costo/efectividad, compara la inversión a precios sociales con el número de beneficiarios directos que impacta el proyecto, apuntando a asuntos netamente económicos y no al beneficiario final (sociedad).
En el caso ferroviario, el beneficio social se extrapola a un entorno macro y micro proyectando el crecimiento en diversas áreas: desarrollo de áreas urbanas y suburbanas, disminución de tiempos de transporte y accidentes, descentralización, turismo, menor gasto en el presupuesto familiar, liberación del transporte de carga, independencia energética (menos utilización de combustible fósil e incorporación de energías limpias), cuestiones fundamentales y urgentes de abordar. Valorar, en términos numéricos, los beneficios sociales, es un delirio muy peligroso.
Ejemplo de esto es la red de metro, la cual en sus áreas de influencia genera externalidades positivas, afectando la economía y los puestos de trabajo, por ende, la calidad de vida de las personas. Siempre fuimos un país desarrollado en infraestructura ferroviaria, transporte seguro, ágil y que lograba conectar tramos intermedios, sin embargo, durante las últimas décadas EFE dejó de lado la proyección “país” y ha puesto su esfuerzo en tramos que parten desde la “capital”, una especie de metro de superficie. Ferrocarriles fue prioridad de Estado independiente del color político, porque se asumía que era vital en la estructura longitudinal de Chile.
En este momento se están dando ideas acerca del tren Santiago-Valparaíso, argumentándose su viabilidad e importancia, y por otro lado su poca rentabilidad “social” conceptos contrapuestos dejando todo el proceso en penumbras. En el trazado propuesto, utilizando una variante por Melipilla vemos un claro acento de economía, permitiendo el uso de pendientes moderadas o inexistentes absorbibles por la nueva línea.
Los valles que este trazado atraviesa, se verían beneficiados al contar con un método de transporte simple y expedito (Tren Central tiene dos rutas hacia el valle central en su tren turístico en colaboración con viñedos, fomentando el uso del tren y el turismo de la zona).
En una época de coyunturas, o alcanzamos el desarrollo o nos quedamos atrás. Uno de los ítems en el desarrollo es contar con una red estructural de transporte en conjunto que satisfaga las necesidades de las personas, la industria, el país en su conjunto, explotando nuevas áreas de crecimiento, uniendo de manera efectiva al país. No cabe duda que es el momento de que como país logremos enrielarnos con rentabilidad social.
Ver artículo
Fuente: La Tercera, miércoles 20 de febrero de 2019

LA TERCERA – La RS define el valor que un proyecto aporta a la sociedad como beneficios una vez ejecutada y puesta en marcha, la cual puede ser positiva independiente de si su rentabilidad económica lo es o no. Esta relación costo/efectividad, compara la inversión a precios sociales con el número de beneficiarios directos que impacta el proyecto, apuntando a asuntos netamente económicos y no al beneficiario final (sociedad).
En el caso ferroviario, el beneficio social se extrapola a un entorno macro y micro proyectando el crecimiento en diversas áreas: desarrollo de áreas urbanas y suburbanas, disminución de tiempos de transporte y accidentes, descentralización, turismo, menor gasto en el presupuesto familiar, liberación del transporte de carga, independencia energética (menos utilización de combustible fósil e incorporación de energías limpias), cuestiones fundamentales y urgentes de abordar. Valorar, en términos numéricos, los beneficios sociales, es un delirio muy peligroso.
Ejemplo de esto es la red de metro, la cual en sus áreas de influencia genera externalidades positivas, afectando la economía y los puestos de trabajo, por ende, la calidad de vida de las personas. Siempre fuimos un país desarrollado en infraestructura ferroviaria, transporte seguro, ágil y que lograba conectar tramos intermedios, sin embargo, durante las últimas décadas EFE dejó de lado la proyección “país” y ha puesto su esfuerzo en tramos que parten desde la “capital”, una especie de metro de superficie. Ferrocarriles fue prioridad de Estado independiente del color político, porque se asumía que era vital en la estructura longitudinal de Chile.
En este momento se están dando ideas acerca del tren Santiago-Valparaíso, argumentándose su viabilidad e importancia, y por otro lado su poca rentabilidad “social” conceptos contrapuestos dejando todo el proceso en penumbras. En el trazado propuesto, utilizando una variante por Melipilla vemos un claro acento de economía, permitiendo el uso de pendientes moderadas o inexistentes absorbibles por la nueva línea.
Los valles que este trazado atraviesa, se verían beneficiados al contar con un método de transporte simple y expedito (Tren Central tiene dos rutas hacia el valle central en su tren turístico en colaboración con viñedos, fomentando el uso del tren y el turismo de la zona).
En una época de coyunturas, o alcanzamos el desarrollo o nos quedamos atrás. Uno de los ítems en el desarrollo es contar con una red estructural de transporte en conjunto que satisfaga las necesidades de las personas, la industria, el país en su conjunto, explotando nuevas áreas de crecimiento, uniendo de manera efectiva al país. No cabe duda que es el momento de que como país logremos enrielarnos con rentabilidad social.
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Fuente: La Tercera, miércoles 20 de febrero de 2019

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