LA TERCERA – EN LOS PRÓXIMOS años, vencen los plazos de las concesiones de, el eje longitudinal de nuestro país. Las relicitaciones brindan la posibilidad de incrementar y modernizar nuestra infraestructura para las próximas décadas. Autopistas y túneles con mayor capacidad, rutas logísticas más eficientes, mayor seguridad y servicialidad, además de aeropuertos habilitados para aerolíneas de bajo costo, son algunos de los elementos a considerar.
No obstante, hasta que llegue el momento de la relicitación, siguen surgiendo requerimientos de mayor capacidad en cada una de las infraestructuras, razón por la cual se hace necesario ejecutar obras a través de las concesiones vigentes. Esto se realiza por medio de convenios complementarios a los contratos, los cuales definen las características y el modo de pago de las nuevas obras, siendo la extensión de plazo de la concesión una de las formas de pago más frecuentes, aunque no necesariamente la más eficiente desde el punto de vista económico, ni la más adecuada para incorporar competitividad al sistema.
La respuesta podría estar en el Fondo de Infraestructura, empresa del Estado creada recientemente con la finalidad de financiar obras públicas, especialmente las concesionadas, y cuya implementación debe asumir la actual administración.
El Fondo podría constituirse como una herramienta financiera, que opere para liquidar el pago que el Fisco le adeude a las concesionarias al momento de cumplirse el plazo original de término de las respectivas concesiones, por efecto de haber encargado obras no consideradas durante la vida del contrato. Así, la nueva concesión que se adjudique el contrato en la relicitación, le entera al Fondo de Infraestructura el monto ejecutado para liquidar el contrato de concesión anterior, saldando su déficit. La operación anterior no impacta el déficit fiscal y el sistema se somete a la competencia.
Las relicitaciones que se avecinan nos entregan la oportunidad tanto de aplicar nuevas metodologías financieras como de modernizar los contratos, disponiendo de los incentivos adecuados en materia de tarifas y con la flexibilidad necesaria para encargar a tiempo y en condiciones favorables las obras sobrevinientes, si fueran requeridas. Debemos abrir paso a una nueva generación de concesiones que nos permita dotar a Chile de la infraestructura que requiere, aprendiendo de las lecciones aprendidas en la exitosa primera generación.
Fuente: La Tercera, Lunes 06 de agosto de 2018