EL MERCURIO – El ataque que días atrás afectó a la estación Los Quillayes de la Línea 4 del Metro fue el más grave cometido contra esta red desde octubre pasado, y revela que este medio de transporte público permanece en la mira de los violentistas, conscientes de la importancia que tiene para los santiaguinos.
El ferrocarril subterráneo aún no se recupera totalmente de la ola de violencia de la que ha sido víctima desde la tarde del 18 de octubre, dejando a importantes sectores de la capital sin acceso al más eficiente modo de locomoción con que cuenta Santiago. Se espera que en abril vuelvan a estar en operación 18 estaciones hoy fuera de servicio —entre ellas Baquedano—, con lo que, de ser así, solo aquellas que resultaron más dañadas seguirán inutilizables hasta, se estima, fin de año.
Lo acontecido debiera llamar a preocupación a las autoridades con vistas a marzo, ya que a partir de hoy el tren urbano volverá a operar con una mayor demanda.
El metro transporta en promedio 2,6 millones de personas diarias, y al no operar en forma completa y a plena capacidad, aumenta el uso de buses y vehículos privados, lo que implica más congestión y contaminación en las calles, con el consiguiente incremento en los tiempos de viaje. Si a lo anterior sumamos que sigue existiendo un número significativo de semáforos fuera de servicio, las perspectivas en este aspecto no son muy optimistas.
Otro punto que refleja la relevancia de este medio de transporte es que beneficia a los distintos grupos sociales, uniendo de manera rápida y segura a comunas de la más diversa condición, y por ello Metro de Santiago es visto como una empresa que pertenece a todos los ciudadanos.
Para evitar nuevos actos vandálicos, Metro ha señalado que se han implementado medidas como “reforzar los cierres perimetrales de las faenas en las estaciones que están en obras, potenciar los sistemas de vigilancia y mantener una coordinación permanente con Carabineros”. Sin embargo, debido a la magnitud de la violencia de la que ha sido víctima, esas medidas por sí solas parecen insuficientes.
De ahí se comprende la petición que ha realizado desde hace un tiempo el presidente de Metro en cuanto a que esta red sea considerada dentro de la infraestructura crítica que busca proteger el proyecto que debe votarse en la Cámara de Diputados. Ello permitiría resguardar con contingente perteneciente a las Fuerzas Armadas aquellos establecimientos y servicios, sin que se decrete un estado de excepción ni que se afecten derechos o garantías constitucionales.
El intento de quemar un medio de transporte utilizado por millones de personas diariamente debe ser condenado, así como la quema de iglesias, museos y otros edificios públicos. Hacer que esos trabajadores y los ciudadanos pierdan horas cada día, debido a que violentistas creen que sus ideas son las correctas y deben imponerse, no es aceptable en una sociedad civil.
Fuente: El Mercurio, Lunes 02 de Marzo de 2020
Relevancia del metro
EL MERCURIO – El ataque que días atrás afectó a la estación Los Quillayes de la Línea 4 del Metro fue el más grave cometido contra esta red desde octubre pasado, y revela que este medio de transporte público permanece en la mira de los violentistas, conscientes de la importancia que tiene para los santiaguinos.
El ferrocarril subterráneo aún no se recupera totalmente de la ola de violencia de la que ha sido víctima desde la tarde del 18 de octubre, dejando a importantes sectores de la capital sin acceso al más eficiente modo de locomoción con que cuenta Santiago. Se espera que en abril vuelvan a estar en operación 18 estaciones hoy fuera de servicio —entre ellas Baquedano—, con lo que, de ser así, solo aquellas que resultaron más dañadas seguirán inutilizables hasta, se estima, fin de año.
Lo acontecido debiera llamar a preocupación a las autoridades con vistas a marzo, ya que a partir de hoy el tren urbano volverá a operar con una mayor demanda.
El metro transporta en promedio 2,6 millones de personas diarias, y al no operar en forma completa y a plena capacidad, aumenta el uso de buses y vehículos privados, lo que implica más congestión y contaminación en las calles, con el consiguiente incremento en los tiempos de viaje. Si a lo anterior sumamos que sigue existiendo un número significativo de semáforos fuera de servicio, las perspectivas en este aspecto no son muy optimistas.
Otro punto que refleja la relevancia de este medio de transporte es que beneficia a los distintos grupos sociales, uniendo de manera rápida y segura a comunas de la más diversa condición, y por ello Metro de Santiago es visto como una empresa que pertenece a todos los ciudadanos.
Para evitar nuevos actos vandálicos, Metro ha señalado que se han implementado medidas como “reforzar los cierres perimetrales de las faenas en las estaciones que están en obras, potenciar los sistemas de vigilancia y mantener una coordinación permanente con Carabineros”. Sin embargo, debido a la magnitud de la violencia de la que ha sido víctima, esas medidas por sí solas parecen insuficientes.
De ahí se comprende la petición que ha realizado desde hace un tiempo el presidente de Metro en cuanto a que esta red sea considerada dentro de la infraestructura crítica que busca proteger el proyecto que debe votarse en la Cámara de Diputados. Ello permitiría resguardar con contingente perteneciente a las Fuerzas Armadas aquellos establecimientos y servicios, sin que se decrete un estado de excepción ni que se afecten derechos o garantías constitucionales.
El intento de quemar un medio de transporte utilizado por millones de personas diariamente debe ser condenado, así como la quema de iglesias, museos y otros edificios públicos. Hacer que esos trabajadores y los ciudadanos pierdan horas cada día, debido a que violentistas creen que sus ideas son las correctas y deben imponerse, no es aceptable en una sociedad civil.
Fuente: El Mercurio, Lunes 02 de Marzo de 2020