EL MERCURIO – Los avances en infraestructura que ha vivido Chile en los últimos 25 años han transformado al país en uno de los mejor conectados de Latinoamérica. Con tres mil kilómetros de vías concesionadas, tiene las mejores carreteras de la región y los sistemas de cobro con las tecnologías más avanzadas del continente.
Pese a ello, aún muestra rezagos importantes: con 40% de los caminos pavimentados, está detrás de México y Costa Rica en este ítem, y la red vial sigue siendo muy frágil. Con poca redundancia o alternativas viales para recorrer longitudinalmente el país, la Ruta 5 sigue siendo una columna vertebral única que de cortarse en cualquier punto deja al país dividido en dos, como se ha evidenciado en los últimos terremotos.
Esa debilidad es advertida por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que realizó un informe de “brechas y estándares de la gobernanza de la infraestructura pública en Chile”. En 407 páginas, señala que el centralismo imperante en el país ha generado dificultades en el desarrollo equitativo de su infraestructura, por lo cual se observan diferencias entre los centros poblados y las regiones.
Desarrollo asimétrico
Por ejemplo, el 40% de caminos pavimentados en Chile aparece muy por debajo de países como Suecia (85%), si bien la situación es más deficitaria en el sur (27%) y menos dramática en Chile central (58%).
Esa misma desigualdad se observa dentro de las ciudades. La OCDE constata que “mientras los pavimentos y las entradas de metro se construyen con alta calidad en los barrios más ricos, en barrios más pobres están frecuentemente ausentes, lo que hace que el acceso a paraderos sea difícil y, a veces, peligroso”.
Este déficit también se relaciona con la llamada brecha de “la última milla”: la falta de infraestructura que conecta las autopistas con los barrios. Asimismo, el informe advierte que el acceso a los aeropuertos “se basa exclusivamente en autos y las opciones de transporte público no están integradas a ellos”.
Por otra parte, la congestión y la dificultad de acceso a infraestructuras como puertos y pasos limítrofes es vista como un elemento que se traduce en un menor potencial de crecimiento.
A partir de lo anterior, la OCDE afirma “que la inversión productiva en infraestructura de transporte es vital para mantener a Chile en el camino de mayor prosperidad”.
El ministro de Obras Públicas, Alberto Undurraga, afirma que, a partir del estudio, se ha establecido la meta de llegar a 2030 como un país desarrollado, con US$ 30 mil de ingreso per cápita. Para ello se realizó un plan territorial que se entregará el 1 de marzo. “Para alcanzar ese nivel de país desarrollado se requieren 12 años de crecimiento. Nosotros ya completamos cuatro. En nuestra región tuvimos un cambio de ritmo que nos permitió pasar de 23% de caminos pavimentados a 40%. Tenemos que llegar a 70% sosteniendo la inversión”, explica.
Rol del nuevo fondo
Para financiar las obras que eleven la inversión al 3,5% del Producto Interno Bruto (PIB), se puede utilizar -además de los fondos públicos y privados, a través de las concesiones- el nuevo fondo de infraestructura, que permite garantizar recursos de excedentes generados por obras concesionadas traídos a valor presente.
El secretario ejecutivo del Consejo de Políticas de Infraestructura (CPI), Carlos Cruz, coincide en que si bien Chile ha avanzado, estamos lejos de los países OCDE. “Hay un déficit urbano importante y el mecanismo de concesiones puede ayudar. El fondo de infraestructura puede jugar un rol importante para generar condiciones y conseguir financiamiento privado a más largo plazo de lo que el mercado ofrece”, sostiene. En su opinión, las mayores carencias “están en carreteras y ferrocarriles. Deberíamos hacer un acuerdo político y social en torno al agua como en España, para resolver el déficit, y en temas digitales está el desafío de llegar a todo el país con fibra óptica”.
El presidente de la Asociación de Concesionarias (Copsa), Leonardo Daneri, acota que se necesita avanzar en cárceles, hospitales y almacenamiento de aguas. “Hay un crecimiento gigantesco del parque automotor. En redundancia y resiliencia de redes viales no se ha hecho nada. La infraestructura es causa y no consecuencia de desarrollo. También el puerto a gran escala anunciado en San Antonio no sirve de nada si no hay condiciones ferroviarias de conectividad adecuadas. Y por otra parte, el transporte público no mejora. Hay que aumentar el metro y generar infraestructura para el transporte urbano en Santiago y en el resto del país”.
Desafíos para los proyectos hídricos
El informe sostiene que las pérdidas de agua en las ciudades chilenas son mayores que en otras metrópolis. En Valparaíso, por ejemplo, del total de agua que se transporta en sus cañerías se pierde el 42,9%, cifra superior al 36,2% de fuga registrado en el año 2000. A la ciudad puerto le siguen Concepción (34,4% de pérdida), Santiago (29,5%), Antofagasta (25,5%) y Coquimbo-La Serena (22,5%).
Aunque el informe destaca el nivel de saneamiento de aguas servidas en Chile (96%), acota que el 37% de las plantas de tratamiento son vulnerables, ya que operan al límite de su diseño. Por otra parte, la OCDE llama la atención sobre las redes de agua urbana de Chile, debido a que el 40,4% fue construida con cemento de asbesto entre 1950 y 2000, que duraría 40 años “solo si las actividades de mantención se hacen regular y efectivamente”.
Algunos sistemas de agua potable tienen más de 60 años y la ejecución de planes de inversión para renovar esta infraestructura ha caído en los últimos tres años.
Fuente: El Mercurio, Martes 27 de febrero de 2018