EL MERCURIO – Hoy se cumplen nueve años desde que un terremoto y posterior maremoto golpearon la zona centro-sur de Chile.
Con una magnitud de 8,8 en la escala de Richter, fue el sexto sismo más grande de la historia mundial y afectó a más de 12 millones de personas, cerca del 75% de la población del país.
En un nuevo aniversario desde la catástrofe, en el Ministerio de Vivienda y Urbanismo y quienes coordinaron el plan de reconstrucción del borde costero en el Maule y Biobío, las zonas que resultaron más dañadas, coinciden en que el evento permitió planificar las ciudades de forma estratégica y así proteger a sus habitantes de futuros eventos.
Se desarrolló un nuevo concepto de construcción de asentamientos resilientes, donde se alejó a las viviendas de la costa, se incorporaron mayores restricciones en zonas inundables, nuevas zonas de seguridad y vías de evacuación.
Por ejemplo, solo en Constitución y Dichato se realizaron 50 proyectos de reconstrucción, por casi $14 mil millones, que ampliaron las superficies urbanas de esas zonas pero con obras de mitigación (ver infografía).
El ministro (s) de Vivienda y Urbanismo, Guillermo Rolando, quien participó del diseño del plan de reconstrucción, dice que una catástrofe de la magnitud del 27-F nunca podrá ser visto como algo positivo, pero que sí dejó aprendizajes que sirvieron para normar aspectos urbanos.
“La recuperación de las localidades ya no solo tiene un foco sobre cuántas viviendas se cayeron y cuántas hay que reconstruir, sino que el tsunami borró zonas de las localidades que hubo que volver a repensar”, dice Rolando, y agrega que a partir de la catástrofe la cartera tomó un foco mucho más urbano.
Otras de las medidas que se adoptaron en ambas zonas fueron la instalación de muros costeros y bosques de mitigación para evitar el avance del agua.
Pablo Allard, decano de Arquitectura UDD y excoordinador de reconstrucción urbana del Minvu (2010 y 2011), explica que estas barreras son una mezcla entre un muro que disipa la energía de la ola, lo que hace que reviente antes. Luego, un trabajo de suelos y vegetación disminuye la energía con la que entraría el mar a las zonas urbanas.
“Siempre va a haber daños, pero (con esto) es menor, las familias evacuan, y en vez de regresar a reconstruir sus viviendas desde cero, vuelven a limpiarlas y a reparar lo que se haya dañado”, plantea Allard.
Agrega, eso sí, que le preocupa que a pesar de los planes maestros de reconstrucción, no se ha logrado sistematizar una nueva política pública respecto a la planificación urbana para reducción de riesgos en Chile.
Frente a esto, Sergio Baeriswyl, presidente del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano (CNDU) y coordinador de la reconstrucción urbana del borde costero en el Biobío, agrega que “esto es una carrera que no para, porque mientras estamos haciendo nuestras ciudades más resilientes, por otro lado el cambio climático está acelerando también la magnitud de los impactos de los eventos naturales”.
De manera similar opina Pilar Giménez, jefa de la División de Desarrollo Urbano del Minvu en el primer período de Sebastián Piñera. La actual secretaria ejecutiva del CNDU asegura que el evento “dejó en evidencia que nuestra normativa urbana necesita perfeccionarse para abordar de mejor manera los riesgos naturales y antrópicos de nuestro país”.
“El 27-F nos obligó a regenerar comunidades y gatilló en la planificación y en que construyamos mejores ciudades”. GUILLERMO ROLANDO MINISTRO (S) DE VIVIENDA Y URBANISMO
“El ‘Plan Maestro’, algo fundamental en la reconstrucción, no existe todavía en nuestra legislación urbana”. PABLO ALLARD EXCOORDINADOR DE RECONSTRUCCIÓN URBANA DEL MINVU
12,8 millones de habitantes fueron afectados por la catástrofe.
220 mil viviendas resultaron con daños severos o destruidas.
524 víctimas fatales y 31 desaparecidos dejó la tragedia.
239 comunas de las 345 que hay en el país tuvieron daños.
2 mil puntos de infraestructura pública se dañaron con el sismo.
40 hospitales resultaron con daños y 17 totalmente destruidos.
10 cárceles y 2 centros de reclusión nocturna se destruyeron.
4 mil escuelas tuvieron daños severos o se destruyeron.
Ver artículo
Fuente: El Mercurio, miércoles 27 de febrero de 2019
A nueve años del 27-F, la catástrofe que cambió la planificación urbana en el sur de Chile
EL MERCURIO – Hoy se cumplen nueve años desde que un terremoto y posterior maremoto golpearon la zona centro-sur de Chile.
Con una magnitud de 8,8 en la escala de Richter, fue el sexto sismo más grande de la historia mundial y afectó a más de 12 millones de personas, cerca del 75% de la población del país.
En un nuevo aniversario desde la catástrofe, en el Ministerio de Vivienda y Urbanismo y quienes coordinaron el plan de reconstrucción del borde costero en el Maule y Biobío, las zonas que resultaron más dañadas, coinciden en que el evento permitió planificar las ciudades de forma estratégica y así proteger a sus habitantes de futuros eventos.
Se desarrolló un nuevo concepto de construcción de asentamientos resilientes, donde se alejó a las viviendas de la costa, se incorporaron mayores restricciones en zonas inundables, nuevas zonas de seguridad y vías de evacuación.
Por ejemplo, solo en Constitución y Dichato se realizaron 50 proyectos de reconstrucción, por casi $14 mil millones, que ampliaron las superficies urbanas de esas zonas pero con obras de mitigación (ver infografía).
El ministro (s) de Vivienda y Urbanismo, Guillermo Rolando, quien participó del diseño del plan de reconstrucción, dice que una catástrofe de la magnitud del 27-F nunca podrá ser visto como algo positivo, pero que sí dejó aprendizajes que sirvieron para normar aspectos urbanos.
“La recuperación de las localidades ya no solo tiene un foco sobre cuántas viviendas se cayeron y cuántas hay que reconstruir, sino que el tsunami borró zonas de las localidades que hubo que volver a repensar”, dice Rolando, y agrega que a partir de la catástrofe la cartera tomó un foco mucho más urbano.
Otras de las medidas que se adoptaron en ambas zonas fueron la instalación de muros costeros y bosques de mitigación para evitar el avance del agua.
Pablo Allard, decano de Arquitectura UDD y excoordinador de reconstrucción urbana del Minvu (2010 y 2011), explica que estas barreras son una mezcla entre un muro que disipa la energía de la ola, lo que hace que reviente antes. Luego, un trabajo de suelos y vegetación disminuye la energía con la que entraría el mar a las zonas urbanas.
“Siempre va a haber daños, pero (con esto) es menor, las familias evacuan, y en vez de regresar a reconstruir sus viviendas desde cero, vuelven a limpiarlas y a reparar lo que se haya dañado”, plantea Allard.
Agrega, eso sí, que le preocupa que a pesar de los planes maestros de reconstrucción, no se ha logrado sistematizar una nueva política pública respecto a la planificación urbana para reducción de riesgos en Chile.
Frente a esto, Sergio Baeriswyl, presidente del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano (CNDU) y coordinador de la reconstrucción urbana del borde costero en el Biobío, agrega que “esto es una carrera que no para, porque mientras estamos haciendo nuestras ciudades más resilientes, por otro lado el cambio climático está acelerando también la magnitud de los impactos de los eventos naturales”.
De manera similar opina Pilar Giménez, jefa de la División de Desarrollo Urbano del Minvu en el primer período de Sebastián Piñera. La actual secretaria ejecutiva del CNDU asegura que el evento “dejó en evidencia que nuestra normativa urbana necesita perfeccionarse para abordar de mejor manera los riesgos naturales y antrópicos de nuestro país”.
“El 27-F nos obligó a regenerar comunidades y gatilló en la planificación y en que construyamos mejores ciudades”. GUILLERMO ROLANDO MINISTRO (S) DE VIVIENDA Y URBANISMO
“El ‘Plan Maestro’, algo fundamental en la reconstrucción, no existe todavía en nuestra legislación urbana”. PABLO ALLARD EXCOORDINADOR DE RECONSTRUCCIÓN URBANA DEL MINVU
12,8 millones de habitantes fueron afectados por la catástrofe.
220 mil viviendas resultaron con daños severos o destruidas.
524 víctimas fatales y 31 desaparecidos dejó la tragedia.
239 comunas de las 345 que hay en el país tuvieron daños.
2 mil puntos de infraestructura pública se dañaron con el sismo.
40 hospitales resultaron con daños y 17 totalmente destruidos.
10 cárceles y 2 centros de reclusión nocturna se destruyeron.
4 mil escuelas tuvieron daños severos o se destruyeron.
Ver artículo
Fuente: El Mercurio, miércoles 27 de febrero de 2019