DIARIO FINANCIERO – Las prolongadas sequías y también de eventos extremos como inundaciones, son algunos de los efectos del Cambio Climático en todo el mundo. Y en medio de estas adversidades que también vive Chile, nuestro país ha mostrado resiliencia, en parte, debido a la planificación histórica en materia de infraestructura hídrica, planes que deben perpetuarse en el tiempo. La idea es que no lleguemos a la situación crítica de nuestro vecino Uruguay, afectado por una emergencia hídrica que impacta a su población y a la economía.
Chile se adelantó y llevó adelante grandes obras a través del tiempo: si bien el desarrollo de los embalses se inició en la década del 30, se le dio un fuerte impulso bajo el gobierno de Frei Montalva, donde se puso en marcha La Paloma, destinado a riego, en la Región de Coquimbo. Y en la década de los 90, comenzó a operar Puclaro, en la misma región. En total, en el Norte Chico existen un total de ocho embalses que han aportado históricamente al riego y consumo.
En contraposición a lo ocurrido en esa zona de nuestro país, el valle del Aconcagua y la Provincia de Petorca, al no contar infraestructura hídrica relevante, ven hipotecado su crecimiento futuro, producto de que nunca se han concretado los proyectos necesarios por la oposición que han enfrentado.
Algunos dudan de la efectividad de los embalses, pero sin ellos, difícilmente se podría haber concretado el desarrollo agrícola que hoy muestran diversos valles de nuestro país ni tampoco las cifras de exportación que ellos generan. Por eso, es fundamental que no se abandone su construcción. Los embalses hoy deben ser multipropósito (riego, energía y agua potable) y diseñados de acuerdo con las necesidades de cada cuenca.
El rol de las alianzas público-privadas puede ser clave para impulsar estas inversiones y para ello el Estado debe fomentarlas. En los 30 años del sistema de concesiones un porcentaje bajísimo se ha destinado a obras de riego, por ejemplo. Dado el nuevo escenario de falta de agua, en prácticamente todo el país, esta situación debe cambiar.
También debemos mirar como opción el océano. Es por ello que apoyamos decididamente la instalación de plantas desalinizadoras para propósitos como el consumo humano, la agricultura, la industria minera y hoy más que nunca, el hidrógeno verde. En el mundo existen nueve mil plantas de este tipo funcionando en lugares tan áridos como Israel, Qatar o Singapur. En nuestro país apenas se han instalado 22 plantas en diversas regiones, con una capacidad de 8.200 litros por segundo. Además, hay otras 20 iniciativas -en distintas etapas de avance- que llegarán a triplicar la producción de agua cuando entren en operación.
Creemos que estas obras deben tener respaldo del Estado, más allá de los gobiernos de turno. La idea es que exista una política de infraestructura hídrica permanente, que se acelere la aprobación de estos proyectos y su puesta en marcha en favor de miles de personas que ya no quieren tener un suministro a través de camiones aljibe.
Si Chile quiere ser potencia alimentaria y aumentar sus envíos al Asia-Pacífico se requieren más y mejores condiciones para el riego. Si desea continuar siendo líder en minería, se debe abrir a nuevas opciones de suministro que optimicen las faenas. Y en el marco de que las ciudades muestran rápido crecimiento, también se debe pensar en nuevas fuentes de agua para miles de personas.
Fuente: Diario Financiero, Viernes 21 de Julio de 2023