DIARIO FINANCIERO – El nuevo Gobierno español definió dos ministerios para impulsar la transformación digital en ese país. Desde ahí ejecutará la política para la mejora de la competitividad, las telecomunicaciones y la sociedad de la información, así como la estrategia para la transformación digital y el desarrollo y fomento de la inteligencia artificial.
Se trata de la Secretaría de Digitalización e Inteligencia Artificial y la Secretaría de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales, que separan las responsabilidades ligadas al desarrollo de modelos digitales con nuevas tecnologías, y las de infraestructuras específicas, con un foco en telecomunicaciones en un escenario en que en el mundo entero se discute el despliegue comercial de la red 5G.
Se trata de una práctica que bien podríamos imitar, teniendo en cuenta el constante avance tecnológico, que apunta a mejorar la calidad de vida de las personas. Para esto, el país cuenta con una buena base: según un estudio de la consultora estadounidense Telecom Advisory Services, Chile tiene mejor desarrollo de infraestructura e industrias digitales de la región, además de encontrarse en buen pie el temprano desarrollo de la tecnología 5G, lo que tendría un positivo efecto en la expansión digital del país. El informe establece un impacto potencial en el PIB de entre US$ 12.300 millones a US$ 14.450 millones en ocho años.
El Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación es un aporte que va en la línea correcta, sin embargo, el escenario es propicio para crear una institucionalidad específica y más robusta a través de una subsecretaría con la que el Estado podría asumir la transformación digital en detalle, yendo más allá que el tradicional formato de asignación de proyectos y fomento que se ha realizado en los últimos años, enfatizando en las condiciones óptimas para que Chile sea un polo de desarrollo en transformación digital.
El estallido social ha significado un daño a parte importante de las pequeñas y medianas empresas del país. Y si durante años muchas de ellas no se han subido al carro de la transformación digital, esta puede ser la coyuntura apropiada para hacerlo.
El Gobierno puede no sólo acompañarlas en este proceso, sino fortalecer una estrategia pública sumando las capacidades de la academia y del ecosistema de emprendedores que crece con importantes actores que incluso han salido al mundo. También ayudando a entender y aplicar la adopción temprana de estas tecnologías y apostar a una regulación que no sea un obstáculo al momento de generar innovación.
El capital humano se está adaptando rápidamente a estos cambios, pero el país, y en especial su política pública, necesita ponerse a tono y no quedarse atrás para abordar de buena forma fenómenos como nuevas formas de trabajo, atracción del talento, capacitación, flexibilidad laboral, automatización y la creación de nuevos startups que plantean nuevos modelos de negocios con tecnologías que cambiarán la forma como hoy nos relacionamos.
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Fuente: Diario Financiero, Jueves 23 de Enero de 2020
¿Por qué no una Subsecretaría de Transformación Digital?, por David Ávila
DIARIO FINANCIERO – El nuevo Gobierno español definió dos ministerios para impulsar la transformación digital en ese país. Desde ahí ejecutará la política para la mejora de la competitividad, las telecomunicaciones y la sociedad de la información, así como la estrategia para la transformación digital y el desarrollo y fomento de la inteligencia artificial.
Se trata de la Secretaría de Digitalización e Inteligencia Artificial y la Secretaría de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales, que separan las responsabilidades ligadas al desarrollo de modelos digitales con nuevas tecnologías, y las de infraestructuras específicas, con un foco en telecomunicaciones en un escenario en que en el mundo entero se discute el despliegue comercial de la red 5G.
Se trata de una práctica que bien podríamos imitar, teniendo en cuenta el constante avance tecnológico, que apunta a mejorar la calidad de vida de las personas. Para esto, el país cuenta con una buena base: según un estudio de la consultora estadounidense Telecom Advisory Services, Chile tiene mejor desarrollo de infraestructura e industrias digitales de la región, además de encontrarse en buen pie el temprano desarrollo de la tecnología 5G, lo que tendría un positivo efecto en la expansión digital del país. El informe establece un impacto potencial en el PIB de entre US$ 12.300 millones a US$ 14.450 millones en ocho años.
El Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación es un aporte que va en la línea correcta, sin embargo, el escenario es propicio para crear una institucionalidad específica y más robusta a través de una subsecretaría con la que el Estado podría asumir la transformación digital en detalle, yendo más allá que el tradicional formato de asignación de proyectos y fomento que se ha realizado en los últimos años, enfatizando en las condiciones óptimas para que Chile sea un polo de desarrollo en transformación digital.
El estallido social ha significado un daño a parte importante de las pequeñas y medianas empresas del país. Y si durante años muchas de ellas no se han subido al carro de la transformación digital, esta puede ser la coyuntura apropiada para hacerlo.
El Gobierno puede no sólo acompañarlas en este proceso, sino fortalecer una estrategia pública sumando las capacidades de la academia y del ecosistema de emprendedores que crece con importantes actores que incluso han salido al mundo. También ayudando a entender y aplicar la adopción temprana de estas tecnologías y apostar a una regulación que no sea un obstáculo al momento de generar innovación.
El capital humano se está adaptando rápidamente a estos cambios, pero el país, y en especial su política pública, necesita ponerse a tono y no quedarse atrás para abordar de buena forma fenómenos como nuevas formas de trabajo, atracción del talento, capacitación, flexibilidad laboral, automatización y la creación de nuevos startups que plantean nuevos modelos de negocios con tecnologías que cambiarán la forma como hoy nos relacionamos.
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Fuente: Diario Financiero, Jueves 23 de Enero de 2020