EL MERCURIO – Un reciente informe de una empresa consultora internacional ha detectado que hay un importante déficit en la cuenca hídrica del Salar de Atacama, donde la extracción de agua supera en más de 1.700 litros por segundo las recargas naturales de la zona, lo que tiene el potencial de ser muy negativo para la flora y fauna del lugar. Por ejemplo, la extracción proveniente de las napas puede llegar al punto de impedir que las raíces de las plantas las alcancen, lo que podría provocar que se sequen humedales de altura y salares, afectando a flamencos y otras especies protegidas.
El punto es que la gran minería -motor económico de la zona- es el principal usuario de aguas en la II Región. Y aunque algunas empresas han solicitado una renovación de sus permisos de extracción, pero a niveles menores que los actuales, otras desean aumentarlos.
Si bien la reforma al Código de Aguas que se estudia en el Congreso haría difícil o imposible otorgar esos derechos en las condiciones actuales del acuífero, la minería del norte en general ha mostrado preocupación por esta situación, reciclando el agua varias veces durante su utilización. El problema es que al reducirse la ley de las minas, es necesario procesar más material para mantener la producción, lo que requiere un mayor uso de agua. El resultado final es que, pese a la poca agua que utilizan las minas en relación con el pasado, la cantidad es mayor que la que los acuíferos del Salar de Atacama pueden entregar.
La gran minería tiene una alternativa: utilizar agua de mar en sus procesos. Esta puede ser directamente agua salada, o desalinizada. Según el último informe de Cochilco, las proyecciones para 2028 apuntan a que el uso del agua de mar aumente en 290%, a 11,2 metros cúbicos por segundo.
Hasta ahora el gran obstáculo para lo anterior ha sido el costo de energía de impulsar esta agua desde la costa hasta los varios miles de metros de altura en la que se encuentran las minas. En su necesidad, las mineras han hecho proyectos de esta naturaleza, pero siempre prefieren tratar de obtener el agua en forma directa, debido a que es más barato.
Hace pocos años, el costo de la energía que requerían estos proyectos amenazaba la vialidad de la minería en el norte de Chile, pese a que las empresas tenían recursos para realizar las inversiones en plantas y equipos. Afortunadamente para el sector, hoy existe la alternativa de las energías renovables no convencionales. Estas, especialmente la solar, abundan en el norte, por lo que su costo es bajo. Además, el uso de estas fuentes de energía contribuye a limpiar la imagen de la industria, y podrían incluso ofrecerse como una ventaja competitiva.
Teniendo energía limpia a bajo costo, muchas cosas que no eran factibles en el pasado ahora pueden serlo. En particular, es posible para la minería reducir su dependencia de las escasas aguas del norte.
Fuente: El Mercurio, Martes 02 de octubre de 2018