PULSO – Definir a una nueva autoridad central que tenga potestad sobre la administración de esta megametrópolis, establecer un plano regulador universal, además de promover la participación de los ciudadanos, están entre las principales materias que se deberán abordar legislativamente de cara a las próximas tres décadas.
Los expertos señalan que el presente es clave para desarrollar las políticas y legislaciones adecuadas de cara a lo que será la urbe del 2050. Sobre todo, proponen reemplazar la histórica posición reactiva del país por una más propositiva.
“Copenhague y Curitiba hicieron planes de transporte e infraestructura a un plazo de 50 años y, proactivamente, generaron las normas y leyes que hoy permiten que estas crezcan de una determinada manera, lo que les posibilita que funcionen mucho mejor que al tratar de parchar el crecimiento espontáneo”, destaca Matías Garretón, investigador del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (Coes).
Sin embargo, antes de proceder, también es fundamental estudiar bien la realidad de la urbe.
“Es clave pensar qué espíritu va a tener la ley y de qué capacidades de planificación e inversión específica se le va a dotar, para que forme una nueva ciudad y no se siga confirmando un modelo espontáneo”, dice Garretón.
¿Alcalde mayor?
En ese sentido, es necesario generar un cambio de paradigma de cara a abordar la futura agenda legislativa. “El principal desafío es avanzar en una planificación urbana democrática y vinculante.
El crecimiento de la ciudad no puede seguir determinado por el mercado, ya hemos visto los estragos que eso genera: barrios marginales, guetos verticales, desigualdad.
Tenemos que recuperar las ciudades para que sus habitantes decidan las prioridades y necesidades que tienen sus barrios”, asegura Gonzalo Winter, diputado miembro de la Comisión de Vivienda, Desarrollo Urbano y Bienes Nacionales.
Los expertos proponen que la legislación debiera fomentar un acceso justo al hábitat, para combatir la segregación y lograr un desarrollo sustentable.
Del mismo modo, también esta deberá contribuir a la autogestión de las comunidades y fomentar la densificación a escala humana.
En ese sentido, desarrollar la figura de un “coordinador general” de la ciudad o “alcalde mayor”, será de vital importancia. “Integrar la planificación y administración de una ciudad tan grande como Santiago es fundamental para mejorar la calidad de vida.
De lo contrario, las comunas operan aisladas y se determinan por sus ingresos. Por eso, los municipios ricos tienen más áreas verdes y mejores servicios.
No tiene mucho sentido poner límites imaginarios en las granes ciudades porque sus habitantes transitan, viven y trabajan en distintas zonas”, dice Winter.
Movilidad
Al 2050, la movilidad seguirá siendo una problemática, pues se mantendrán algunos desafíos y se desarrollarán otros nuevos. “Descontaminar, no necesariamente va a resolver los problemas de congestión.
Además, aunque aumenten las líneas de metro y se mejore el transporte público, la sociedad va a tener que hacer un cambio cultural importante para entender que el esfuerzo personal se traduce en un beneficio colectivo”, asegura Julio Nazar, urbanista de la Universidad del Desarrollo (UDD).
Por ejemplo, con la penetración de los vehículos autónomos será necesario definir algunos parámetros. “Si un vehículo sin conductor atropella a alguien, ¿de quién es la responsabilidad? Responder esa pregunta pasará, necesariamente, por legislar.
Hay una serie de desafíos que se tendrán que superar. Por otro lado, existe un tema normativo que está relacionado con las empresas que ofrecerán este tipo de servicios”, proyecta Garretón.
Agua y alimentos
Otro tema que podría entrar en la palestra legislativa de cara a lo que serán las próximas tres décadas, es la escasez de agua. “Al 2050, habrá una importante problemática hídrica en Santiago, en términos de cómo logramos manejar su falta de disponibilidad y la manera en la que podemos resolver el abastecimiento de agua potable.
La población crecerá entre 15% y 20%, además los escenarios de lluvia van a ir decreciendo. Será necesario aplicar políticas territoriales, con nuevos mecanismos y estrategias para enfrentar el problema”, manifiesta Nazar.
Si bien no pasa por un tema legislativo, la distribución de alimentos también será un desafío a superar por partes de las urbes al 2050. “Para enfrentar este problema, vamos a ver cada vez más escenarios de cultivos urbanos.
En principio, esto se desarrollará en jardines para el autoconsumo de familias y comunidades. Sin embargo, al 2050 podríamos pensar que ciertos espacios públicos ideamos como áreas verdes terminen apoyando este tipo de iniciativas”, dice Nazar.
Fuente: Pulso, Viernes 09 de Noviembre de 2018