EL PAÍS – De un tiempo a esta parte gestores y asesores de carteras vienen recomendando cada vez con mayor frecuencia invertir en infraestructuras porque así se logra diversificar la cartera en un sector con claro potencial. Aunque es un activo pensado en un principio para inversores institucionales y grandes fortunas, los pequeños inversores también pueden acceder a él. Los expertos consultados apuntan que, desde el punto de vista del ahorrador, las infraestructuras ofrecen una clara posibilidad de ganancias en un entorno de final de ciclo económico expansivo. Roberto Ruiz Scholtes, jefe de estrategia de UBS en España, indica que este año hay 80.000 millones de dólares en fondos de capital riesgo que se pueden permitir grandes operaciones en infraestructuras.
La actual situación económica es otro argumento en favor de este activo, que hasta no hace mucho se conocía como servicios públicos y donde entró de forma decidida el mundo empresarial desde la década de los ochenta con la fiebre de las privatizaciones. Los analistas del banco estadounidense Goldman Sachs han creado una cartera de inversión específica de valores de infraestructuras donde incluyen desarrollos en renovables, convencidos de que los Estados europeos deberán dar un empujón a estas actividades si la economía sigue desacelerándose.
Prácticamente agotado el impulso de los tipos cero o negativos, a las economías se les pide un impulso fiscal, sobre todo a aquellas del norte de Europa con una situación de cuentas públicas saneadas. Es decir, relajar los criterios del gasto e invertir para impulsar el crecimiento, algo que como apuntan en Goldman Sachs solo se producirá de forma decidida si existe un parón muy fuerte o se llega a una situación de recesión.
La inversión en valores de infraestructuras está siendo muy rentable este 2019. En el Ibex 35 las mayores subidas en el año corresponden a Cellnex, que supera el 80% de revalorización, y a Ferrovial, con un 43%. Pero Iberdrola, Acciona o Aena se colocan también entre las 10 que más suben. En general, son empresas con un enfoque global. Gestionan y crean parques eólicos y aeropuertos en el Reino Unido, autopistas en Canadá y Estados Unidos, etcétera. Con una visión más amplia, el índice S&P Global Infraestructure acumula en el año una revalorización del 13,57% y su homólogo el FTSE Global Infraestructure aún lo ha hecho mejor, con una subida del 20,3% desde enero pasado.
Eso sí, desde Goldman Sachs consideran que este negocio ha cambiado en los últimos 30 años. Las empresas de infraestructuras actuales son diferentes a las de 1990 o 2000. “Estas firmas no existían hace 20 años o tenían diferentes modelos de negocio. Ahora esperaríamos un mayor enfoque en energía limpia, digital o de alta tecnología”, subrayan.
La forma de acceso del pequeño inversor a esta fiebre por las infraestructuras son los fondos de inversión, que están obteniendo ganancias en torno al 20% en lo que va de año. Mallo, de Legg Mason, apunta que la inversión en fondos de valores cotizados (ETF) es la más interesante por cuanto permite dar liquidez diaria al ahorrador, está más diversificada, y permite acceder a infraestructuras muy costosas que de forma directa sería imposible. Por su parte, Ruiz Scholtes también se apunta a los fondos de compañías cotizadas que “son globales, abarcando a todo el mundo y que están diversificados tanto por países como por sectores”. El experto de UBS señala que para un inversor de largo plazo puede resultar más interesante invertir en infraestructuras de mercados emergentes en los que las expectativas de crecimiento son mayores. “Hay planes de los países del norte de Europa para poner en marcha políticas fiscales más expansivas con objetivos específicos, como Holanda en infraestructuras y Alemania en el cambio energético. Energías renovables e infraestructuras empiezan a mezclarse”, indica.
Si se opta por valores concretos y no por fondos, Mallo apuesta por empresas que estén respaldadas por activos y que además cuenten con unos flujos de caja constantes y a largo plazo como son los distribuidores de gas o electricidad, los canalizadores de agua, gestores de aeropuertos, trenes, puertos o autopistas. En cambio, descarta negocios ligados a la producción de energía, logística, telecomunicaciones, constructoras puras o aquellos otros de infraestructuras de salud, educación, cárceles o estadios.
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Fuente: El País, Lunes 21 de Octubre de 2019
EL PAÍS – De un tiempo a esta parte gestores y asesores de carteras vienen recomendando cada vez con mayor frecuencia invertir en infraestructuras porque así se logra diversificar la cartera en un sector con claro potencial. Aunque es un activo pensado en un principio para inversores institucionales y grandes fortunas, los pequeños inversores también pueden acceder a él. Los expertos consultados apuntan que, desde el punto de vista del ahorrador, las infraestructuras ofrecen una clara posibilidad de ganancias en un entorno de final de ciclo económico expansivo. Roberto Ruiz Scholtes, jefe de estrategia de UBS en España, indica que este año hay 80.000 millones de dólares en fondos de capital riesgo que se pueden permitir grandes operaciones en infraestructuras.
La actual situación económica es otro argumento en favor de este activo, que hasta no hace mucho se conocía como servicios públicos y donde entró de forma decidida el mundo empresarial desde la década de los ochenta con la fiebre de las privatizaciones. Los analistas del banco estadounidense Goldman Sachs han creado una cartera de inversión específica de valores de infraestructuras donde incluyen desarrollos en renovables, convencidos de que los Estados europeos deberán dar un empujón a estas actividades si la economía sigue desacelerándose.
Prácticamente agotado el impulso de los tipos cero o negativos, a las economías se les pide un impulso fiscal, sobre todo a aquellas del norte de Europa con una situación de cuentas públicas saneadas. Es decir, relajar los criterios del gasto e invertir para impulsar el crecimiento, algo que como apuntan en Goldman Sachs solo se producirá de forma decidida si existe un parón muy fuerte o se llega a una situación de recesión.
La inversión en valores de infraestructuras está siendo muy rentable este 2019. En el Ibex 35 las mayores subidas en el año corresponden a Cellnex, que supera el 80% de revalorización, y a Ferrovial, con un 43%. Pero Iberdrola, Acciona o Aena se colocan también entre las 10 que más suben. En general, son empresas con un enfoque global. Gestionan y crean parques eólicos y aeropuertos en el Reino Unido, autopistas en Canadá y Estados Unidos, etcétera. Con una visión más amplia, el índice S&P Global Infraestructure acumula en el año una revalorización del 13,57% y su homólogo el FTSE Global Infraestructure aún lo ha hecho mejor, con una subida del 20,3% desde enero pasado.
Eso sí, desde Goldman Sachs consideran que este negocio ha cambiado en los últimos 30 años. Las empresas de infraestructuras actuales son diferentes a las de 1990 o 2000. “Estas firmas no existían hace 20 años o tenían diferentes modelos de negocio. Ahora esperaríamos un mayor enfoque en energía limpia, digital o de alta tecnología”, subrayan.
La forma de acceso del pequeño inversor a esta fiebre por las infraestructuras son los fondos de inversión, que están obteniendo ganancias en torno al 20% en lo que va de año. Mallo, de Legg Mason, apunta que la inversión en fondos de valores cotizados (ETF) es la más interesante por cuanto permite dar liquidez diaria al ahorrador, está más diversificada, y permite acceder a infraestructuras muy costosas que de forma directa sería imposible. Por su parte, Ruiz Scholtes también se apunta a los fondos de compañías cotizadas que “son globales, abarcando a todo el mundo y que están diversificados tanto por países como por sectores”. El experto de UBS señala que para un inversor de largo plazo puede resultar más interesante invertir en infraestructuras de mercados emergentes en los que las expectativas de crecimiento son mayores. “Hay planes de los países del norte de Europa para poner en marcha políticas fiscales más expansivas con objetivos específicos, como Holanda en infraestructuras y Alemania en el cambio energético. Energías renovables e infraestructuras empiezan a mezclarse”, indica.
Si se opta por valores concretos y no por fondos, Mallo apuesta por empresas que estén respaldadas por activos y que además cuenten con unos flujos de caja constantes y a largo plazo como son los distribuidores de gas o electricidad, los canalizadores de agua, gestores de aeropuertos, trenes, puertos o autopistas. En cambio, descarta negocios ligados a la producción de energía, logística, telecomunicaciones, constructoras puras o aquellos otros de infraestructuras de salud, educación, cárceles o estadios.
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Fuente: El País, Lunes 21 de Octubre de 2019