LA TERCERA – Piezas de adobe, sin aire acondicionado ni calefacción, y una ventilación deficiente. Edificaciones con pisos deteriorados y que obligan a pasear a los pacientes en camilla, por largos trayectos, a vista y paciencia de todo el público. O equipos de imagenología que cumplen tres décadas y siguen operativos, aunque desactualizados, a punta de repuestos y reparaciones.
Esos son algunos ejemplos de la obsolescencia que afecta a gran parte de los hospitales del país y que fue expuesta a los integrantes de la Comisión de Acuerdo Nacional por una Salud Digna y Oportuna que convocó el gobierno. Allí, el diagnóstico del Minsal fue duro: en el 80% de los hospitales se incumple el estándar de infraestructura, con el 70% de las camas y el 36% del equipamiento obsoletos.
“El 63% de los recintos cuenta con una edificación anterior a los años 80, que en muchos casos no se condice con los actuales estándares de calidad de atención a los pacientes, y menos aún con los estándares de acreditación sanitaria”, dice el documento del Minsal.
El jefe de Inversiones de la cartera de Salud, Luis Barrios, explica que la larga data de las edificaciones y la falta de renovación de las mismas explican esta situación. “El núcleo duro es el área más antigua de los hospitales y allí es donde, normalmente, están hospitalizados los pacientes (…) Se trata de infraestructura levantada cuando no existían sistemas de climatización de ningún tipo; muy malos (o inexistentes) sistemas de ventilación; estándares por sobre las tres camas por baño y donde el concepto de ‘arquitectura-sanitaria’ aún no estaba implementado”, dice.
Barrios sostiene que hay numerosas salas de hospitalización que no cuentan con baño interior, lo que obliga a los pacientes a salir al pasillo; otros casos donde seis pacientes comparten un baño -hoy no deben ser más de tres personas- y piezas donde hay ocho camas, en lugar de las cuatro que se aconsejan: “Hoy estamos construyendo cuatro camas por habitación, con dos baños. Ese es el estándar, que en algunos casos puede ser tres camas y un baño. Pero hay muchos hospitales muy lejos de eso”.
Las disposiciones actuales recomiendan menor cantidad de pacientes por pieza y separaciones más amplias, lo que, además de un tema de dignidad del paciente y facilidad para la atención profesional, busca prevenir contagios o infecciones. Pero en los hospitales más antiguos la realidad es otra: “son camas habilitadas en una infraestructura con condiciones de habitabilidad obsoletas: habitaciones edificadas antes de los años 80, cuando el promedio de metro cuadrado por cama hospitalaria rondaba los 60 m2/cama, mientras que hoy se diseña por sobre los 200 m2/cama”, admite Barrios.
Antigüedad
Considerando el primer módulo, los recintos más añosos del país, aún en uso, son el Hospital de Buin (1886) y el del Salvador (1889), en la Región Metropolitana, seguidos por el San José de Casablanca (1900) en Valparaíso.
El ex subsecretario de Redes Asistenciales, Luis Castillo, señala que “son hospitales fuera de estándares en aspectos como seguridad clínica. Hoy, salas de cinco camas no se planifican en recintos modernos y es por una razón práctica: aumentan la contaminación cruzada, las infecciones nosocomiales y empeora la epidemiología sanitaria y bacteriana. Ahora se construyen salas con dos a tres camas, de manera de dar más dignidad a los enfermos, para que puedan contar con espacios para recibir a su familia”.
Ramón Vergara, subdirector médico del Hospital de Buin, relata las complejidades de atender en un recinto de casi 132 años: “Por la antigüedad que tiene, nos deja en una situación complicada para entregar las prestaciones a la población. La gente se queja de que la infraestructura es antigua o que los espacios son pequeños, hay aglomeración en el servicio de urgencia. Aparte, afecta en términos de calidad. No tenemos aire acondicionado, calefaccionamos con sistemas antiguos, aunque tenemos sistemas de calefacción con los estándares adecuados en pabellón, neonatología y pediatría”.
Gisella Castiglione, directora del Hospital Barros Luco, relata una situación similar. “Tenemos un hospital de un piso, lo que complejiza los traslados de los pacientes por pasillos que pueden estar más fríos, y de los equipos médicos, que demoran más en llegar. Además, continuamente tenemos que estar refaccionando y reparando, lo que encarece los costos de servicios generales y afecta la deuda hospitalaria”, afirma.
El director (S) del Hospital Sótero del Río, Gonzalo Menchaca, describe los problemas operativos: “son edificios viejos y rígidos, construidos para aguantar bombardeos, pero no para meter máquinas de millones de dólares. Llega un momento en que mantener operativo un hospital como este sale más caro que construir uno nuevo”. La autoridad agrega que “los circuitos eléctricos, las cañerías, los techos, todo se filtra. En algún momento teníamos que llevar a los pacientes por el patio para hacerle exámenes y tuvimos que construir un puente para evitarlo, lo que costó muchos millones de pesos. Todos los edificios están como a una cuadra, entonces, si el clima es malo, hay que mover a los pacientes en ambulancia”.
Con todo, la ex ministra de Salud y académica de la U. de Chile, Soledad Barría, afirma que si bien la red está deteriorada, no debiera incidir en la atención: “Que no sea la mejor y la más moderna infraestructura no quiere decir que el hospital no esté en condiciones de dar una buena atención. Los hospitales públicos están acreditados en calidad por la Superintendencia de Salud”.
Para revertir esta situación, Barrios detalla que el plan de inversiones del gobierno anterior y el que se impulsará en esta administración han tomando en cuenta la obsolescencia, por lo que la red se modernizará en un nivel importante: “tenemos un plan de ocho años, en el que aspiramos a que el hospital más antiguo no tenga ninguna infraestructura anterior al año 60” (ver tabla).
Equipos
En el caso del equipamiento, el diagnóstico del Minsal revela que el 36% del equipamiento disponibles en los hospitales está obsoleto. “Son equipos que superan la vida útil recomendada por el fabricante, pero que por necesidad de nuestro sistema se deben seguir utilizando; en muchos casos con niveles de fallas que pueden afectar la atención”, dice Barrios, quien agrega que en la red hay equipos de tres y más décadas que siguen operativos, pero que se deben ir refaccionando, lo cual es cada vez más difícil, pues debido a su antigüedad cuesta conseguir mantenimiento y repuestos, que dejan de fabricarse. “No todos funcionan mal, pero están pasados del plazo aconsejado. También pasa que otros cumplieron su obsolescencia tecnológica, están lejos de la vanguardia y se siguen usando. Esto no pone en riesgo a los pacientes, pero el estándar podría y debería ser mejor. Además, en muchos casos se trabaja con equipos análogos, cuando en todos lados son digitales”.
El director del hospital de Buin, el más antiguo del país, comparte esta visión: los médicos se asustan un poco o no quieren contratarse en lugares que están demasiado deteriorados, porque por una parte puede ser riesgoso, y por otra es poco atractivo”, señala.
La Asociación de Proveedores de la Industria de la Salud (APIS) abastece al 100% del sistema público, con equipamiento de imagenología y quirófano. Eduardo del Solar, director médico de APIS, plantea que “la falta de mantención y la obsolescencia de los dispositivos médicos no contribuyen a otorgar una salud de calidad y oportuna a los pacientes más necesitados y aumentan los retrasos o listas de espera en las prestaciones”. Agregó que las revisiones que se realizan son insuficientes, producto de los pocos recursos que destinan a ello: “Existen normas y pautas de mantenimiento internacionales y de los fabricantes que en el sector público poco se aplican”. Además, añadió que estas carencias afectan a los pacientes. “En un pabellón quirúrgico el 90% son dispositivos médicos. Si uno de ellos falla o no está en condiciones de ser usado con seguridad para el paciente, es casi seguro que las cirugías programadas no puedan realizarse”.
Frente a esta materia, Barrios precisó que se ha aprobado una potente inversión: “ Tenemos proyectado gastar $ 150 mil millones de aquí a marzo para comprar nuevo equipamiento. Vamos a partir con $ 80 mil millones para reponer tecnología, especialmente en pabellones, porque nos incrementa la capacidad operativa, y vamos a seguir con las áreas de imagenología, que va a permitir dar un salto en resolutividad en la red”.
Además, para asegurar que las nuevas adquisiciones se mantengan en buen estado, se harán cambios a la glosa presupuestaria. “El sector se ha caracterizado por no mantener los equipos médicos, porque el presupuesto para ello va directo a los servicios de salud y es la misma glosa con que el director tiene que cubrir diferentes cosas, entonces se posterga. Por ello, en 2020 ese ítem va a estar separado, vamos a sacarlo de los servicios de salud”
Fuente: La Tercera, Sábado 28 de julio de 2018