Jueves, Diciembre 26, 2024

La nueva “Nueva Alameda”. Por Pablo Allard

LA TERCERA – A meses de asumir, y por solicitud del Ministerio de Transportes, la intendenta metropolitana Karla Rubilar anunció la detención del mega-proyecto denominado “Nueva Alameda-Providencia.” Algunos acusaron una maniobra política contra su antecesor -y posible rival en la primera elección de gobernadores-, Claudio Orrego. Pero las razones son más complejas.
El proyecto Nueva Alameda-Providencia surge en 2007 desde la desesperación de los técnicos de Transantiago por mejorar las velocidades de los buses troncales que cruzaban la Alameda. Si bien en ella las pistas solo-bus son amplias y se respetan, las frecuentes interrupciones en esquinas y cruces, sumadas a la invasión de taxis las hacía ineficientes. Ante esta situación, a fines del primer gobierno de Bachelet se efectúa la ingeniería para desarrollar un corredor de buses por el eje que garantice velocidades promedio cercanas a los 20 km/h. En el primer gobierno de Piñera se conforma una Gerencia de Proyecto, se efectúa una segunda evaluación y se licitan buses para corredores exclusivos con puertas a ambos lados, acorde a requerimientos del Transantiago. Finalmente, en el segundo gobierno de Bachelet, el Ministerio de Transportes decide implementar el proyecto, ante lo cual, el exintendente Orrego advierte una oportunidad para mejorar el entorno urbano de la Alameda. Es ahí donde se llama a un concurso internacional de diseño urbano. Hasta aquí todo bien.
Sin embargo, al asumir las nuevas autoridades emergen los problemas. Los más graves: el proyecto no tiene financiamiento asegurado siquiera para la fase cero (Pajaritos-Las Rejas), y Contraloría emite un informe con graves irregularidades en la gestión de los estudios. Uno de los puntos más críticos es la rentabilidad social del corredor, la ingeniería base se hizo hace casi 10 años, mucho antes que se ampliara la red de Metro y anuncie la línea 7, lo que ya no justifica una inversión cercana a los 400 millones de dólares para que los buses vayan un par de kilómetros más rápido. Por otro lado, un corredor de esa magnitud sacrificaría el principal espacio de conmemoración ciudadana que tenemos en la capital, donde se realiza promedio una marcha a la semana. En este contexto, y en un acto de responsabilidad fiscal antes que oportunismo político, la intendenta Rubilar decide congelar el proyecto.
Pese a lo anterior, la Nueva Alameda no está muerta. La semana pasada, la propia intendenta junto a la alcaldesa de Providencia y los ediles de Santiago, Estación Central y Lo Prado, anunciaron una Mesa Técnica -liderada por la Corporación Ciudades y un grupo de especialistas en transporte, diseño urbano y paisaje (de la cual soy parte)- cuya misión será redactar un informe con recomendaciones y ajustes al proyecto.
Nadie duda que la Alameda requiere mejorar su espacio público y estándares urbanos. Lo que está en juego aquí es entender que los tiempos de la ciudad no coinciden con los ciclos electorales, y que los megaproyectos deben contar con recursos, gobernanza y liderazgos responsables.
Fuente: La Tercera, Lunes 03 de Junio de 2019

LA TERCERA – A meses de asumir, y por solicitud del Ministerio de Transportes, la intendenta metropolitana Karla Rubilar anunció la detención del mega-proyecto denominado “Nueva Alameda-Providencia.” Algunos acusaron una maniobra política contra su antecesor -y posible rival en la primera elección de gobernadores-, Claudio Orrego. Pero las razones son más complejas.
El proyecto Nueva Alameda-Providencia surge en 2007 desde la desesperación de los técnicos de Transantiago por mejorar las velocidades de los buses troncales que cruzaban la Alameda. Si bien en ella las pistas solo-bus son amplias y se respetan, las frecuentes interrupciones en esquinas y cruces, sumadas a la invasión de taxis las hacía ineficientes. Ante esta situación, a fines del primer gobierno de Bachelet se efectúa la ingeniería para desarrollar un corredor de buses por el eje que garantice velocidades promedio cercanas a los 20 km/h. En el primer gobierno de Piñera se conforma una Gerencia de Proyecto, se efectúa una segunda evaluación y se licitan buses para corredores exclusivos con puertas a ambos lados, acorde a requerimientos del Transantiago. Finalmente, en el segundo gobierno de Bachelet, el Ministerio de Transportes decide implementar el proyecto, ante lo cual, el exintendente Orrego advierte una oportunidad para mejorar el entorno urbano de la Alameda. Es ahí donde se llama a un concurso internacional de diseño urbano. Hasta aquí todo bien.
Sin embargo, al asumir las nuevas autoridades emergen los problemas. Los más graves: el proyecto no tiene financiamiento asegurado siquiera para la fase cero (Pajaritos-Las Rejas), y Contraloría emite un informe con graves irregularidades en la gestión de los estudios. Uno de los puntos más críticos es la rentabilidad social del corredor, la ingeniería base se hizo hace casi 10 años, mucho antes que se ampliara la red de Metro y anuncie la línea 7, lo que ya no justifica una inversión cercana a los 400 millones de dólares para que los buses vayan un par de kilómetros más rápido. Por otro lado, un corredor de esa magnitud sacrificaría el principal espacio de conmemoración ciudadana que tenemos en la capital, donde se realiza promedio una marcha a la semana. En este contexto, y en un acto de responsabilidad fiscal antes que oportunismo político, la intendenta Rubilar decide congelar el proyecto.
Pese a lo anterior, la Nueva Alameda no está muerta. La semana pasada, la propia intendenta junto a la alcaldesa de Providencia y los ediles de Santiago, Estación Central y Lo Prado, anunciaron una Mesa Técnica -liderada por la Corporación Ciudades y un grupo de especialistas en transporte, diseño urbano y paisaje (de la cual soy parte)- cuya misión será redactar un informe con recomendaciones y ajustes al proyecto.
Nadie duda que la Alameda requiere mejorar su espacio público y estándares urbanos. Lo que está en juego aquí es entender que los tiempos de la ciudad no coinciden con los ciclos electorales, y que los megaproyectos deben contar con recursos, gobernanza y liderazgos responsables.
Fuente: La Tercera, Lunes 03 de Junio de 2019

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