DIARIO FINANCIERO – En medio de esta pandemia, la atención de las autoridades y la población ha estado centrada, lógicamente, en las estrategias para hacerle frente tanto a nivel sanitario como económico. La efectividad de las medidas de aislamiento y atención médica, como del conjunto de estímulos económicos y defensa del empleo, remite a debates muy similares a los que tienen lugar en países desarrollados donde el Covid-19 ha causado más estragos que en el nuestro.
Con todo, el mismo virus desnuda situaciones que nos aterrizan crudamente a nuestra realidad de país en desarrollo, como el titular de una nota de DF Lab publicada en la edición de ayer: “Falta de suministros básicos pone en jaque a las comunas rurales frente al Covid-19”. En esencia, como plantean los desarrolladores de un estudio de vulnerabilidad realizado en las 345 comunas del país, poco sentido tiene insistir en la importancia de lavarse las manos para evitar el contagio, cuando se es parte del más de un millón de personas sin acceso a agua potable, el 70% de las cuales vive en comunas rurales.
Esto tiene importancia para las expectativas de desarrollo de Chile. Porque de cierta forma, en un país con un déficit tan básico, donde cerca de un 8% de la población carece de agua potable o inodoro, o ambas cosas —como reveló la encuesta Casen 2017—, no puede sorprender que, por ejemplo, sean muy pocos los chilenos con posibilidades reales de teletrabajar en una crisis como la que estamos viviendo.
Hoy, cuando en nuestro país se discute y se legisla —porque es imprescindible hacerlo— sobre materias como la ciberseguridad, los impuestos digitales, el trabajo remoto o la privacidad de los datos personales, es igualmente indispensable darle la misma, o mayor, prioridad a los temas elementales donde los pasivos pendientes son un lastre a nuestro progreso, y un obstáculo al bienestar de muchos ciudadanos. Un país con aspiraciones realistas de dar el salto al desarrollo debe avanzar en ambos planos, o resignarse a no avanzar.
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Fuente: Diario Financiero, Viernes 17 de Abril de 2020
En la emergencia, nuestra realidad al desnudo
DIARIO FINANCIERO – En medio de esta pandemia, la atención de las autoridades y la población ha estado centrada, lógicamente, en las estrategias para hacerle frente tanto a nivel sanitario como económico. La efectividad de las medidas de aislamiento y atención médica, como del conjunto de estímulos económicos y defensa del empleo, remite a debates muy similares a los que tienen lugar en países desarrollados donde el Covid-19 ha causado más estragos que en el nuestro.
Con todo, el mismo virus desnuda situaciones que nos aterrizan crudamente a nuestra realidad de país en desarrollo, como el titular de una nota de DF Lab publicada en la edición de ayer: “Falta de suministros básicos pone en jaque a las comunas rurales frente al Covid-19”. En esencia, como plantean los desarrolladores de un estudio de vulnerabilidad realizado en las 345 comunas del país, poco sentido tiene insistir en la importancia de lavarse las manos para evitar el contagio, cuando se es parte del más de un millón de personas sin acceso a agua potable, el 70% de las cuales vive en comunas rurales.
Esto tiene importancia para las expectativas de desarrollo de Chile. Porque de cierta forma, en un país con un déficit tan básico, donde cerca de un 8% de la población carece de agua potable o inodoro, o ambas cosas —como reveló la encuesta Casen 2017—, no puede sorprender que, por ejemplo, sean muy pocos los chilenos con posibilidades reales de teletrabajar en una crisis como la que estamos viviendo.
Hoy, cuando en nuestro país se discute y se legisla —porque es imprescindible hacerlo— sobre materias como la ciberseguridad, los impuestos digitales, el trabajo remoto o la privacidad de los datos personales, es igualmente indispensable darle la misma, o mayor, prioridad a los temas elementales donde los pasivos pendientes son un lastre a nuestro progreso, y un obstáculo al bienestar de muchos ciudadanos. Un país con aspiraciones realistas de dar el salto al desarrollo debe avanzar en ambos planos, o resignarse a no avanzar.
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Fuente: Diario Financiero, Viernes 17 de Abril de 2020