Sábado, Noviembre 23, 2024

La construcción y la crisis

EL MERCURIO – Como otros sectores de la economía, la construcción también resiente la crisis. Si bien menos afectada que industrias como el turismo y la aviación, los efectos son graves. A comienzos de la pandemia, con las cuarentenas dinámicas, podía seguir operando, pero desde que Santiago entró en cuarentena total el impacto se ha agudizado.
La Cámara Chilena de la Construcción ha publicado un informe en que detalla los costos semanales que la medida le significa al sector. Estos suman aproximadamente US$ 45 millones debido solamente a la paralización de faenas en la construcción de viviendas y oficinas. En términos de empleo, las obras detenidas contrataban a más de 330 mil trabajadores. Además, enfrentan dificultades otros 140 proyectos de infraestructura privada, pública y concesiones, que suponen más de doce mil empleos.
Si bien el costo es temporal y debería desaparecer a medida que la cuarentena surta su efecto y tienda a relajarse, tendrá consecuencias duraderas en las empresas. La mayor parte están apalancadas y no disponen de grandes espaldas financieras. Es probable que los bancos acepten renegociar sus créditos, porque detener obras a medio hacer es malo para ambas partes, pero las firmas constructoras e inmobiliarias quedarán debilitadas.
Incluso antes de esta crisis, las empresas del sector habían sido golpeadas por los efectos del estallido de octubre, que detuvo obras en algunas áreas y aumentó el riesgo de invertir. Este ya se había incrementado previamente, producto de decisiones que paralizaron en forma retroactiva permisos de construcción en ciertas comunas. Es por la suma de todo esto que muchas empresas han reducido el precio de departamentos y oficinas recién terminadas.
Hacia el futuro, el sector tendrá que realizar ajustes. La pandemia ha enseñado que buena parte de los trabajos de oficina puede realizarse desde el hogar. Si bien las reuniones de trabajo físicas seguirán siendo vitales en ocasiones, ya no serán siempre imprescindibles. Es probable que la cantidad de días en que muchos trabajadores deberán asistir físicamente a sus labores se reduzca, lo que disminuirá la necesidad de espacio para oficinas, con el consiguiente ahorro. Todo esto repercutirá en el sector construcción. También es probable que haya un cambio en el diseño de las viviendas. Estas comenzarán a incluir espacios de trabajo, y tal vez las personas buscarán departamentos y casas más grandes en función de ello. Este efecto debería compensar en parte la menor demanda por espacio de oficinas.
En cuanto a las obras de infraestructura paralizadas, su detención debería ser solo temporal, pero algunas proyectadas para realizarse en el futuro próximo probablemente deberán esperar. Entre ellas, las ampliaciones de los aeropuertos.
Ante este panorama, y más allá de programas de obras públicas intensivos en mano de obra, la autoridad también debiera considerar, en sus planes reactivadores, una agilización de permisos y normativas que ofrezcan mayor certeza jurídica a este sector, generador clave de empleo.
Fuente: El Mercurio, Lunes 08 de Junio de 2020

EL MERCURIO – Como otros sectores de la economía, la construcción también resiente la crisis. Si bien menos afectada que industrias como el turismo y la aviación, los efectos son graves. A comienzos de la pandemia, con las cuarentenas dinámicas, podía seguir operando, pero desde que Santiago entró en cuarentena total el impacto se ha agudizado.
La Cámara Chilena de la Construcción ha publicado un informe en que detalla los costos semanales que la medida le significa al sector. Estos suman aproximadamente US$ 45 millones debido solamente a la paralización de faenas en la construcción de viviendas y oficinas. En términos de empleo, las obras detenidas contrataban a más de 330 mil trabajadores. Además, enfrentan dificultades otros 140 proyectos de infraestructura privada, pública y concesiones, que suponen más de doce mil empleos.
Si bien el costo es temporal y debería desaparecer a medida que la cuarentena surta su efecto y tienda a relajarse, tendrá consecuencias duraderas en las empresas. La mayor parte están apalancadas y no disponen de grandes espaldas financieras. Es probable que los bancos acepten renegociar sus créditos, porque detener obras a medio hacer es malo para ambas partes, pero las firmas constructoras e inmobiliarias quedarán debilitadas.
Incluso antes de esta crisis, las empresas del sector habían sido golpeadas por los efectos del estallido de octubre, que detuvo obras en algunas áreas y aumentó el riesgo de invertir. Este ya se había incrementado previamente, producto de decisiones que paralizaron en forma retroactiva permisos de construcción en ciertas comunas. Es por la suma de todo esto que muchas empresas han reducido el precio de departamentos y oficinas recién terminadas.
Hacia el futuro, el sector tendrá que realizar ajustes. La pandemia ha enseñado que buena parte de los trabajos de oficina puede realizarse desde el hogar. Si bien las reuniones de trabajo físicas seguirán siendo vitales en ocasiones, ya no serán siempre imprescindibles. Es probable que la cantidad de días en que muchos trabajadores deberán asistir físicamente a sus labores se reduzca, lo que disminuirá la necesidad de espacio para oficinas, con el consiguiente ahorro. Todo esto repercutirá en el sector construcción. También es probable que haya un cambio en el diseño de las viviendas. Estas comenzarán a incluir espacios de trabajo, y tal vez las personas buscarán departamentos y casas más grandes en función de ello. Este efecto debería compensar en parte la menor demanda por espacio de oficinas.
En cuanto a las obras de infraestructura paralizadas, su detención debería ser solo temporal, pero algunas proyectadas para realizarse en el futuro próximo probablemente deberán esperar. Entre ellas, las ampliaciones de los aeropuertos.
Ante este panorama, y más allá de programas de obras públicas intensivos en mano de obra, la autoridad también debiera considerar, en sus planes reactivadores, una agilización de permisos y normativas que ofrezcan mayor certeza jurídica a este sector, generador clave de empleo.
Fuente: El Mercurio, Lunes 08 de Junio de 2020

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