Sábado, Diciembre 28, 2024

Jardines sanadores: la naturaleza como infraestructura terapéutica hospitalaria

PLATAFORMA ARQUITECTURA – Un claro ejemplo de este principio se observa en el Jardín Terapéutico del Servicio de Neuropsiquiatría Infantil del Hospital Clínico San Borja Arriarán, en la comuna de Santiago, que atiende a más de 30.000 pacientes al año.

a conciencia medioambiental, la conservación ecológica, y el enfoque comunitario, son los pilares fundamentales del trabajo de planificación territorial, diseño paisajístico y construcción de infraestructura pública que realiza actualmente la Fundación Cosmos. A continuación, el director de proyectos Felipe Correa, en conjunto con Valentina Schmidt y Consuelo Roldán, arquitectas del equipo de la Fundación, describen a fondo los beneficios, objetivos y motivaciones que los llevaron a impulsar la iniciativa de los Jardines Sanadores.

La naturaleza como infraestructura Hospitalaria

Durante la conquista y la colonia, la vegetación ocupó un lugar central en la arquitectura hospitalaria, así como en sanatorios para tratar tuberculosis y enfermedades mentales. Sin embargo, con el correr de los años, los espacios naturales fueron desapareciendo dentro de los edificios médicos, tanto en Chile como en el resto del mundo. En las últimas décadas nuevos enfoques científicos han cuestionado este orden arquitectónico proveniente del Movimiento Higienista, apuntando a la reincorporación de la naturaleza como parte del tratamiento, pues, “en muchos casos, los jardines y la naturaleza son más poderosos que cualquier medicamento” (Sacks, 2019). Estas investigaciones podrían -y deberían- revolucionar la arquitectura hospitalaria mediante una nueva aproximación al funcionamiento del organismo humano, descartando la especialización excesiva y apuntando al entendimiento del cuerpo como un todo conectado con el medio que lo rodea.

Jardines sanadores, una forma de incorporar a la naturaleza como infraestructura terapéutica en centros de salud

Si bien en un origen la arquitectura hospitalaria otorgó relevancia a la naturaleza, actualmente no es percibida según su potencial de infraestructura terapéutica. Esta es reducida desde el proyecto, relegada en las políticas sanitarias y recortada en los presupuestos. No obstante, en la década de los 80 se empiezan a generar estudios científicos que demuestran que es necesario reincorporarla en los hospitales como infraestructura.

Tanto en base a la recopilación de una amplia gama de estudios científicos, como a la experiencia empírica trabajando en hospitales, se adquiere conciencia de que la tarea es gigantesca. Dado que hay muchas perspectivas complementarias que podrían aportar al enfoque sanador planteado, se propone que los Jardines Sanadores o Terapéuticos podrían dar una respuesta infraestructural a dicha necesidad histórica. El objetivo principal de la iniciativa apunta a convertir en política pública los Jardines Sanadores en cuestión, de manera de potenciar mediante la incorporación de la naturaleza al sistema de salud, la reconexión del Ser Humano con su entorno natural.

El Jardín Sanador o Terapéutico es un espacio natural al interior de un centro de salud, diseñado específicamente para la comunidad que le dará uso: pacientes, familiares y funcionarios. Su diseño tiene como objetivo principal potenciar los beneficios que la Naturaleza nos entrega intrínsecamente, para facilitar la recuperación tanto física, psíquica, anímica y social, como la espiritual (Jardines Sanadores, 2019).

En la medida que la medicina está comprendiendo que el cuerpo funciona de forma unitaria y que no basta con recuperar un órgano para sanar al individuo completo, se entiende que este individuo es a su vez, parte de un contexto con el que podrá potenciar su proceso de sanación. Dentro de este marco se propone la revalorización de la naturaleza como parte de un nuevo paradigma sanador por medio de la creación de infraestructura arquitectónica hospitalaria.

Tres puntos a considerar para el desarrollo de Jardines Sanadores o Terapéuticos

Basándose en la experiencia que Fundación Cosmos ha acumulado hasta la fecha a través de diez Jardines Sanadores y Terapéuticos en distintos hospitales y recintos de salud a lo largo del país, se reconocen tres puntos a tener en consideración según la realidad nacional, a la hora de recuperar espacios residuales existentes o de proyectar Jardines Sanadores o Terapéuticos en futuros hospitales.

 

 

 

1- La naturaleza como infraestructura sensorial en terapias de recuperación y sanación

En el paper publicado en el 2002 por Roger Ulrich, titulado Health Benefits of Gardens in Hospitals, se estudia la relación de lo estético afectivo a través de los sentidos, y de cómo el diseño de un jardín al incorporar estas variables puede crear espacios que potencien la experiencia y conexión mediante cooperación mutua en la cual el humano cuida a la naturaleza y ella le ayuda a sanar de una forma más reconfortante.

Dicho estudio fue materializado en el Jardín Terapéutico y Memorial del Sanatorio Marítimo de Viña del Mar, Región de Valparaíso, destinado tanto a los pacientes, niños y niñas con daño neurológico severo, como a sus funcionarios. Su ubicación privilegiada en una quebrada con vista al mar y su extenso tamaño (1.300m2) proveyeron un espacio ideal para dar lugar a una experiencia sensorial profunda en relación con la naturaleza. Basándose en el diagnóstico de los usuarios y del lugar se concluyó que la preexistencia de especies arbóreas frutales podría permitir un diseño orientado a terapias sensoriales. Por esto se diseñaron tres áreas o sectores de trabajo al interior del jardín interconectadas por un sendero principal de accesibilidad universal, que se estructuró con un recorrido serpenteante que proporciona olores, colores y texturas al recorrido.

Dentro del jardín es posible distinguir un área de experimentación táctil, caracterizada por la lavanda y la granada, un área de talleres y hortiterapia, que permite la reconexión con el ciclo de la vida y la naturaleza, a través de un proceso que va desde la siembra y la cosecha hasta la guarda de semillas, ofreciendo a la comunidad la posibilidad de explorar y desarrollar habilidades motrices y sensoriales con especies y aromas.

Finalmente, se reconoció la necesidad de generar un espacio de sanación del duelo, que es vivido constantemente por los miembros de la comunidad, para lo cual se incorporó un sendero separado del resto del patio por un espesor vegetal compuesto de verbena, molle y quillay, en el que se dispusieron pequeños habitáculos para pájaros marcados con los nombres de aquellos pacientes que ya partieron. En este espacio, mediante la atracción de las aves por la vegetación circundante, el canto genera una terapia auditiva en momentos de introspección y sanación.

Mediante la incorporación adecuada de la naturaleza a los programas hospitalarios, se generan espacios terapéuticos efectivos que constituyen una verdadera infraestructura de sanación a través de experiencias sensoriales en contacto con la naturaleza. Generar este tipo de programas y materializar estos espacios es posible dentro de la realidad nacional.

2- La naturaleza como infraestructura patrimonial, comunitaria y sanadora

En base a lo considerado por Vidal y Pol (2005) en el ámbito de la psicología ambiental, se establece que el sentido de pertenencia a determinadas categorías sociales incluye también el sentido de pertenencia a determinados entornos físicos significativos para el grupo. Dentro de la exploración empírica de Fundación Cosmos sobre la sanación y el significado de rehabilitación en comunidades hospitalarias, se ha detectado que uno de los principios que favorecen este propósito es el de potenciar la identidad a través de la naturaleza o del patrimonio natural (vegetal) de la comunidad.

Un claro ejemplo de este principio se observa en el Jardín Terapéutico del Servicio de Neuropsiquiatría Infantil del Hospital Clínico San Borja Arriarán, en la comuna de Santiago, que atiende a más de 30.000 pacientes al año. Este espacio posee una extensión de 1.600m2 y cuenta con añosos árboles pertenecientes al antiguo jardín del hospital, dentro de los que destacan siete palmeras Phoenix, cuya data se remonta a los orígenes del edificio. A lo largo de las etapas de actividad participativa se confirmó que estas palmeras estaban presentes en el inconsciente colectivo de la comunidad, no solo a nivel del patrimonio del edificio, sino también a nivel personal, dentro de una narrativa de historias colectivas, de momentos importantes vividos dentro del hospital y que se vinculaban fuertemente a la presencia de estas especies. Por lo tanto, a la hora de definir el proyecto, éste se estructuró en torno a las palmeras como referencia principal, incorporándolas como hitos y como base para armar los senderos, macizos y áreas del jardín. Estos individuos marcaron las distintas zonas programáticas que incluyen zonas contemplativas, sensoriales, fisioterapéuticas y de talleres.

En el caso de jardines dentro de hospitales históricos el material vegetal posee un vínculo afectivo con sus comunidades, por lo que su incorporación a nuevos proyectos paisajísticos y arquitectónicos debe basarse en su capacidad de infraestructura patrimonial sanadora, más que en su mera belleza o meras características espaciales.

3- La naturaleza como infraestructura de hospitalidad

Existe evidencia de que algunos aspectos del entorno diseñado ejercen efectos significativos en los resultados clínicos de los pacientes (Rubin, 1998).

En el Jardín Terapéutico del Pequeño Cottolengo, en Cerrillos (Región Metropolitana), existen una serie de pabellones que acogen a niñas, niños y adultos con daño neurológico severo que no tienen la posibilidad de desplazarse por sí mismos y pasear por las áreas verdes que hay en el recinto. Considerando las condiciones de base de los usuarios, el diseño de este jardín propuso poner fin a la división de los espacios, generando una gran área terapéutica compuesta por dos jardines, unidos por una terraza cerrada que permite disfrutar del jardín en días de lluvia o intenso frío. De esta forma quienes no pueden acceder al contacto directo con la naturaleza, pueden hacerlo de forma visual en un espacio seguro adecuado a sus necesidades.

Numerosas investigaciones han indicado que las personas que sienten que tienen cierto control sobre sus circunstancias afrontan mejor el estrés y gozan de mejor salud que las personas que carecen de un sentido de control (Evans y Cohen, 1987). La pérdida de control afecta negativamente los resultados, situación que es percibida constantemente en un ambiente clínico en donde el sentido de control de los pacientes es nulo, no pueden decidir a donde ir, sus horarios y rutinas son manejados, son vigilados o acompañados en todo momento, no hay sentido de libertad y relajo (Taylor, 1979; Ulrich, 1991, 1999). En este sentido, el diseño de un jardín sanador viene a interrumpir esta monotonía y propone al paciente mayor libertad de acción, dentro de un espacio seguros, que permitan privacidad y contención.

Otras investigaciones han demostrado que, en una amplia variedad de situaciones, las personas que reciben mayor apoyo social generalmente experimentan menos estrés y tienen mejor salud que aquellas que están más aisladas socialmente (Shumaker y Czajkowski, 1994). En el caso del Cottolengo, este apoyo es dado por los funcionarios, para quienes se desarrolló un espacio contemplativo, pues los enfoques de diseño para fomentar un apoyo social saludable para los empleados incluyen, por ejemplo, proporcionar jardines agradables que faciliten la interacción social entre el personal (Marcus y Barnes, 1999). De esta forma, los prestadores de servicios médicos pueden tener un momento de relajo y silencio durante su jornada, mediante la incorporación de bancas a la sombra de árboles en sus extremos, centradas en un pequeño macizo con una fuente de agua que ayuda a la relajación.

Así, la vegetación es una herramienta de diseño que logra transformar espacios inhóspitos en entornos agradables conectados con la naturaleza, incluso en casos que involucran daños de salud severos, abandono y otras condiciones de vulnerabilidad.

Visión de futuro: naturaleza como infraestructura hospitalaria

La vegetación permite reducir el estrés, el dolor, mejorar la calidad del sueño, aminorar la recurrencia de infecciones, aumentar la satisfacción de pacientes y personal sanitario, y reducir los tiempos de hospitalización, así como otros costos del tratamiento, (Ulrich: 1990). Por estos motivos, la naturaleza es infraestructura hospitalaria necesaria, y debe ser incorporada desde dos ámbitos al sistema nacional de salud.

Primeramente, se hizo evidente que es necesario devolverles la hospitalidad a los hospitales, en otras palabras, volver a los orígenes de la arquitectura con fines sanadores, lo que es posible lograr mediante el uso de la naturaleza como infraestructura, incorporada en base a procesos de investigación y diseño minuciosos y atingentes. Para lograr esto es necesario generar un cambio cultural desde la forma en que se proyectan y construyen hospitales, y desde la forma en que se planifican y aplican tratamientos o terapias, lo que implica una evolución transdisciplinar que abarca, al menos, a la arquitectura y a la medicina.

En segundo lugar, dicho cambio cultural debe ser acompañado y respaldado por políticas públicas acordes a la evidencia científica actual, pues no basta con generar espacios icónicos en ciertos hospitales emblemáticos, muy por el contrario, los beneficios del contacto con la naturaleza deben estar al alcance de todos quienes los deseen y/o requieran. A su vez, si los instrumentos estatales no van acordes a dichas evidencias, no solo habrá pérdidas monetarias, sino que podría haberlo incluso en vidas. Lograr la implementación de la naturaleza como infraestructura terapéutica en Chile es efectivamente posible.

En medio de la pandemia del COVID-19, este cambio se hace más urgente que nunca. Procesos de epidemias y pandemias anteriores han generado que humano se aleje y acerque de forma cíclica a la naturaleza. ¿En qué momento del ciclo está? Y en base a esto, ¿serán capaces los diseñadores y los terapeutas de avanzar a la par de las evidencias científicas, venciendo concepciones culturales que hoy suponen un enlentecimiento, si no un impedimento, para la sanación? Dentro de un proceso histórico doloroso y complejo como este no existe una respuesta clara aún, pero sí una enorme oportunidad, y es que, como expresó notablemente alguna vez Alexander von Humboldt, “en esta gran cadena de causas y efectos, ningún hecho puede ser estudiado aisladamente” (Humboldt, 1807:43). A saber, la naturaleza es un conjunto vivo en el que los organismos están entrelazados perpetuamente en una red de vida regida por el cambio dinámico: El Cosmos. (Wulf, 2015:293-308)

Sin más que agregar, se afirma que es ahora cuando la arquitectura hospitalaria debe dar un salto incorporando a la naturaleza como infraestructura para volver a ser, verdaderamente, sanadora.

Ver artículo

Fuente: Plataforma Arquitectura, Martes 10 de Agosto de 2021

PLATAFORMA ARQUITECTURA – Un claro ejemplo de este principio se observa en el Jardín Terapéutico del Servicio de Neuropsiquiatría Infantil del Hospital Clínico San Borja Arriarán, en la comuna de Santiago, que atiende a más de 30.000 pacientes al año.

a conciencia medioambiental, la conservación ecológica, y el enfoque comunitario, son los pilares fundamentales del trabajo de planificación territorial, diseño paisajístico y construcción de infraestructura pública que realiza actualmente la Fundación Cosmos. A continuación, el director de proyectos Felipe Correa, en conjunto con Valentina Schmidt y Consuelo Roldán, arquitectas del equipo de la Fundación, describen a fondo los beneficios, objetivos y motivaciones que los llevaron a impulsar la iniciativa de los Jardines Sanadores.

La naturaleza como infraestructura Hospitalaria

Durante la conquista y la colonia, la vegetación ocupó un lugar central en la arquitectura hospitalaria, así como en sanatorios para tratar tuberculosis y enfermedades mentales. Sin embargo, con el correr de los años, los espacios naturales fueron desapareciendo dentro de los edificios médicos, tanto en Chile como en el resto del mundo. En las últimas décadas nuevos enfoques científicos han cuestionado este orden arquitectónico proveniente del Movimiento Higienista, apuntando a la reincorporación de la naturaleza como parte del tratamiento, pues, “en muchos casos, los jardines y la naturaleza son más poderosos que cualquier medicamento” (Sacks, 2019). Estas investigaciones podrían -y deberían- revolucionar la arquitectura hospitalaria mediante una nueva aproximación al funcionamiento del organismo humano, descartando la especialización excesiva y apuntando al entendimiento del cuerpo como un todo conectado con el medio que lo rodea.

Jardines sanadores, una forma de incorporar a la naturaleza como infraestructura terapéutica en centros de salud

Si bien en un origen la arquitectura hospitalaria otorgó relevancia a la naturaleza, actualmente no es percibida según su potencial de infraestructura terapéutica. Esta es reducida desde el proyecto, relegada en las políticas sanitarias y recortada en los presupuestos. No obstante, en la década de los 80 se empiezan a generar estudios científicos que demuestran que es necesario reincorporarla en los hospitales como infraestructura.

Tanto en base a la recopilación de una amplia gama de estudios científicos, como a la experiencia empírica trabajando en hospitales, se adquiere conciencia de que la tarea es gigantesca. Dado que hay muchas perspectivas complementarias que podrían aportar al enfoque sanador planteado, se propone que los Jardines Sanadores o Terapéuticos podrían dar una respuesta infraestructural a dicha necesidad histórica. El objetivo principal de la iniciativa apunta a convertir en política pública los Jardines Sanadores en cuestión, de manera de potenciar mediante la incorporación de la naturaleza al sistema de salud, la reconexión del Ser Humano con su entorno natural.

El Jardín Sanador o Terapéutico es un espacio natural al interior de un centro de salud, diseñado específicamente para la comunidad que le dará uso: pacientes, familiares y funcionarios. Su diseño tiene como objetivo principal potenciar los beneficios que la Naturaleza nos entrega intrínsecamente, para facilitar la recuperación tanto física, psíquica, anímica y social, como la espiritual (Jardines Sanadores, 2019).

En la medida que la medicina está comprendiendo que el cuerpo funciona de forma unitaria y que no basta con recuperar un órgano para sanar al individuo completo, se entiende que este individuo es a su vez, parte de un contexto con el que podrá potenciar su proceso de sanación. Dentro de este marco se propone la revalorización de la naturaleza como parte de un nuevo paradigma sanador por medio de la creación de infraestructura arquitectónica hospitalaria.

Tres puntos a considerar para el desarrollo de Jardines Sanadores o Terapéuticos

Basándose en la experiencia que Fundación Cosmos ha acumulado hasta la fecha a través de diez Jardines Sanadores y Terapéuticos en distintos hospitales y recintos de salud a lo largo del país, se reconocen tres puntos a tener en consideración según la realidad nacional, a la hora de recuperar espacios residuales existentes o de proyectar Jardines Sanadores o Terapéuticos en futuros hospitales.

 

 

 

1- La naturaleza como infraestructura sensorial en terapias de recuperación y sanación

En el paper publicado en el 2002 por Roger Ulrich, titulado Health Benefits of Gardens in Hospitals, se estudia la relación de lo estético afectivo a través de los sentidos, y de cómo el diseño de un jardín al incorporar estas variables puede crear espacios que potencien la experiencia y conexión mediante cooperación mutua en la cual el humano cuida a la naturaleza y ella le ayuda a sanar de una forma más reconfortante.

Dicho estudio fue materializado en el Jardín Terapéutico y Memorial del Sanatorio Marítimo de Viña del Mar, Región de Valparaíso, destinado tanto a los pacientes, niños y niñas con daño neurológico severo, como a sus funcionarios. Su ubicación privilegiada en una quebrada con vista al mar y su extenso tamaño (1.300m2) proveyeron un espacio ideal para dar lugar a una experiencia sensorial profunda en relación con la naturaleza. Basándose en el diagnóstico de los usuarios y del lugar se concluyó que la preexistencia de especies arbóreas frutales podría permitir un diseño orientado a terapias sensoriales. Por esto se diseñaron tres áreas o sectores de trabajo al interior del jardín interconectadas por un sendero principal de accesibilidad universal, que se estructuró con un recorrido serpenteante que proporciona olores, colores y texturas al recorrido.

Dentro del jardín es posible distinguir un área de experimentación táctil, caracterizada por la lavanda y la granada, un área de talleres y hortiterapia, que permite la reconexión con el ciclo de la vida y la naturaleza, a través de un proceso que va desde la siembra y la cosecha hasta la guarda de semillas, ofreciendo a la comunidad la posibilidad de explorar y desarrollar habilidades motrices y sensoriales con especies y aromas.

Finalmente, se reconoció la necesidad de generar un espacio de sanación del duelo, que es vivido constantemente por los miembros de la comunidad, para lo cual se incorporó un sendero separado del resto del patio por un espesor vegetal compuesto de verbena, molle y quillay, en el que se dispusieron pequeños habitáculos para pájaros marcados con los nombres de aquellos pacientes que ya partieron. En este espacio, mediante la atracción de las aves por la vegetación circundante, el canto genera una terapia auditiva en momentos de introspección y sanación.

Mediante la incorporación adecuada de la naturaleza a los programas hospitalarios, se generan espacios terapéuticos efectivos que constituyen una verdadera infraestructura de sanación a través de experiencias sensoriales en contacto con la naturaleza. Generar este tipo de programas y materializar estos espacios es posible dentro de la realidad nacional.

2- La naturaleza como infraestructura patrimonial, comunitaria y sanadora

En base a lo considerado por Vidal y Pol (2005) en el ámbito de la psicología ambiental, se establece que el sentido de pertenencia a determinadas categorías sociales incluye también el sentido de pertenencia a determinados entornos físicos significativos para el grupo. Dentro de la exploración empírica de Fundación Cosmos sobre la sanación y el significado de rehabilitación en comunidades hospitalarias, se ha detectado que uno de los principios que favorecen este propósito es el de potenciar la identidad a través de la naturaleza o del patrimonio natural (vegetal) de la comunidad.

Un claro ejemplo de este principio se observa en el Jardín Terapéutico del Servicio de Neuropsiquiatría Infantil del Hospital Clínico San Borja Arriarán, en la comuna de Santiago, que atiende a más de 30.000 pacientes al año. Este espacio posee una extensión de 1.600m2 y cuenta con añosos árboles pertenecientes al antiguo jardín del hospital, dentro de los que destacan siete palmeras Phoenix, cuya data se remonta a los orígenes del edificio. A lo largo de las etapas de actividad participativa se confirmó que estas palmeras estaban presentes en el inconsciente colectivo de la comunidad, no solo a nivel del patrimonio del edificio, sino también a nivel personal, dentro de una narrativa de historias colectivas, de momentos importantes vividos dentro del hospital y que se vinculaban fuertemente a la presencia de estas especies. Por lo tanto, a la hora de definir el proyecto, éste se estructuró en torno a las palmeras como referencia principal, incorporándolas como hitos y como base para armar los senderos, macizos y áreas del jardín. Estos individuos marcaron las distintas zonas programáticas que incluyen zonas contemplativas, sensoriales, fisioterapéuticas y de talleres.

En el caso de jardines dentro de hospitales históricos el material vegetal posee un vínculo afectivo con sus comunidades, por lo que su incorporación a nuevos proyectos paisajísticos y arquitectónicos debe basarse en su capacidad de infraestructura patrimonial sanadora, más que en su mera belleza o meras características espaciales.

3- La naturaleza como infraestructura de hospitalidad

Existe evidencia de que algunos aspectos del entorno diseñado ejercen efectos significativos en los resultados clínicos de los pacientes (Rubin, 1998).

En el Jardín Terapéutico del Pequeño Cottolengo, en Cerrillos (Región Metropolitana), existen una serie de pabellones que acogen a niñas, niños y adultos con daño neurológico severo que no tienen la posibilidad de desplazarse por sí mismos y pasear por las áreas verdes que hay en el recinto. Considerando las condiciones de base de los usuarios, el diseño de este jardín propuso poner fin a la división de los espacios, generando una gran área terapéutica compuesta por dos jardines, unidos por una terraza cerrada que permite disfrutar del jardín en días de lluvia o intenso frío. De esta forma quienes no pueden acceder al contacto directo con la naturaleza, pueden hacerlo de forma visual en un espacio seguro adecuado a sus necesidades.

Numerosas investigaciones han indicado que las personas que sienten que tienen cierto control sobre sus circunstancias afrontan mejor el estrés y gozan de mejor salud que las personas que carecen de un sentido de control (Evans y Cohen, 1987). La pérdida de control afecta negativamente los resultados, situación que es percibida constantemente en un ambiente clínico en donde el sentido de control de los pacientes es nulo, no pueden decidir a donde ir, sus horarios y rutinas son manejados, son vigilados o acompañados en todo momento, no hay sentido de libertad y relajo (Taylor, 1979; Ulrich, 1991, 1999). En este sentido, el diseño de un jardín sanador viene a interrumpir esta monotonía y propone al paciente mayor libertad de acción, dentro de un espacio seguros, que permitan privacidad y contención.

Otras investigaciones han demostrado que, en una amplia variedad de situaciones, las personas que reciben mayor apoyo social generalmente experimentan menos estrés y tienen mejor salud que aquellas que están más aisladas socialmente (Shumaker y Czajkowski, 1994). En el caso del Cottolengo, este apoyo es dado por los funcionarios, para quienes se desarrolló un espacio contemplativo, pues los enfoques de diseño para fomentar un apoyo social saludable para los empleados incluyen, por ejemplo, proporcionar jardines agradables que faciliten la interacción social entre el personal (Marcus y Barnes, 1999). De esta forma, los prestadores de servicios médicos pueden tener un momento de relajo y silencio durante su jornada, mediante la incorporación de bancas a la sombra de árboles en sus extremos, centradas en un pequeño macizo con una fuente de agua que ayuda a la relajación.

Así, la vegetación es una herramienta de diseño que logra transformar espacios inhóspitos en entornos agradables conectados con la naturaleza, incluso en casos que involucran daños de salud severos, abandono y otras condiciones de vulnerabilidad.

Visión de futuro: naturaleza como infraestructura hospitalaria

La vegetación permite reducir el estrés, el dolor, mejorar la calidad del sueño, aminorar la recurrencia de infecciones, aumentar la satisfacción de pacientes y personal sanitario, y reducir los tiempos de hospitalización, así como otros costos del tratamiento, (Ulrich: 1990). Por estos motivos, la naturaleza es infraestructura hospitalaria necesaria, y debe ser incorporada desde dos ámbitos al sistema nacional de salud.

Primeramente, se hizo evidente que es necesario devolverles la hospitalidad a los hospitales, en otras palabras, volver a los orígenes de la arquitectura con fines sanadores, lo que es posible lograr mediante el uso de la naturaleza como infraestructura, incorporada en base a procesos de investigación y diseño minuciosos y atingentes. Para lograr esto es necesario generar un cambio cultural desde la forma en que se proyectan y construyen hospitales, y desde la forma en que se planifican y aplican tratamientos o terapias, lo que implica una evolución transdisciplinar que abarca, al menos, a la arquitectura y a la medicina.

En segundo lugar, dicho cambio cultural debe ser acompañado y respaldado por políticas públicas acordes a la evidencia científica actual, pues no basta con generar espacios icónicos en ciertos hospitales emblemáticos, muy por el contrario, los beneficios del contacto con la naturaleza deben estar al alcance de todos quienes los deseen y/o requieran. A su vez, si los instrumentos estatales no van acordes a dichas evidencias, no solo habrá pérdidas monetarias, sino que podría haberlo incluso en vidas. Lograr la implementación de la naturaleza como infraestructura terapéutica en Chile es efectivamente posible.

En medio de la pandemia del COVID-19, este cambio se hace más urgente que nunca. Procesos de epidemias y pandemias anteriores han generado que humano se aleje y acerque de forma cíclica a la naturaleza. ¿En qué momento del ciclo está? Y en base a esto, ¿serán capaces los diseñadores y los terapeutas de avanzar a la par de las evidencias científicas, venciendo concepciones culturales que hoy suponen un enlentecimiento, si no un impedimento, para la sanación? Dentro de un proceso histórico doloroso y complejo como este no existe una respuesta clara aún, pero sí una enorme oportunidad, y es que, como expresó notablemente alguna vez Alexander von Humboldt, “en esta gran cadena de causas y efectos, ningún hecho puede ser estudiado aisladamente” (Humboldt, 1807:43). A saber, la naturaleza es un conjunto vivo en el que los organismos están entrelazados perpetuamente en una red de vida regida por el cambio dinámico: El Cosmos. (Wulf, 2015:293-308)

Sin más que agregar, se afirma que es ahora cuando la arquitectura hospitalaria debe dar un salto incorporando a la naturaleza como infraestructura para volver a ser, verdaderamente, sanadora.

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Fuente: Plataforma Arquitectura, Martes 10 de Agosto de 2021

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