PAÍS CIRCULAR – Seguir creciendo como país en la incorporación de energía renovable al sistema requiere de infraestructura adecuada, principalmente en las zonas con alto potencial y desarrollo de recursos renovables. Se trata de proyectos estratégicos para lograr la reducción de emisiones para mitigar el cambio climático. Es el caso de la “Nueva subestación seccionadora Nueva Lagunas y nueva línea 2×500 kV Nueva Lagunas-Kimal”, de la sociedad Interconexiones del Norte, empresa de ISA.
Actualmente el proyecto se encuentra en evaluación en el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA), donde fue ingresado en abril como un Estudio de Impacto Ambiental (EIA). Sin embargo, previo a esta etapa, la compañía desarrolló durante casi un año un proceso de socialización y diálogo en la zona donde se emplazará la obra, para dar a conocer el proyecto y escuchar las inquietudes de la comunidad. Es así como en 2023 se inició el proceso de Participación Ciudadana Temprana en Pozo Almonte, región de Tarapacá, y María Elena, región de Antofagasta.
El proyecto, para el que se estima una inversión de 195 millones de dólares, tiene por objetivo la construcción y operación de la Subestación seccionadora Nueva Lagunas, así como la Línea de transmisión de 2 x 500 kV Nueva Lagunas Kimal de 190 km de longitud, aproximadamente, de acuerdo con los lineamientos y directrices establecidos en el Decreto Exento N°229 del 2021 del Ministerio de Energía, que incorpora obras nuevas para el Sistema Eléctrico Nacional (SEN).
Además, incluye todas las obras civiles, eléctricas y actividades necesarias para la ejecución y puesta en servicio de las nuevas instalaciones.
Juan Pablo Gándara, directivo de la empresa a cargo de este proyecto estratégico, explica que la Participación Ciudadana Anticipada o Participación Ciudadana Temprana es un proceso voluntario de las compañías, que permite a las personas conocer tempranamente el diseño de los proyectos de inversión sometidos a evaluación ambiental en sus territorios. Y, por otro lado, la Participación Ciudadana Formal es una instancia mandatada por el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA).
Para conocer cómo ha sido la Participación Ciudadana para el proyecto Kimal-Lagunas, conversamos con Gándara, quien destacó la relevancia del tiempo y dedicación que se destina para lograr un relacionamiento que rinda frutos.
-¿En qué lugares y de qué forma trabajaron la Participación Ciudadana Anticipada asociada a este proyecto?
Pusimos el foco en la zona de Quillagua, en la comuna de María Elena, región de Antofagasta, y también trabajamos con comunidades indígenas en la comuna de Pozo Almonte, en la región de Tarapacá. Llegamos a esos grupos de interés a partir del análisis que se hizo del levantamiento de información, por la línea base de medio humano de nuestro Estudio de Impacto Ambiental. Fue un proceso interno de harto diálogo -especialmente en la etapa temprana-, que comenzó fijando una metodología y definiendo cómo tenía que ser la convocatoria, en qué contexto, en qué horario, con quiénes y a través de qué herramientas. Por ejemplo, talleres, puerta a puerta o casas abiertas, que es como trabajamos la Participación Ciudadana.
-¿La comunidad estaba familiarizada con el concepto de Participación Ciudadana?
Sí. Por lo general son comunidades que están informadas y muy al tanto del devenir de lo que ocurre en sus territorios, que comprenden muy bien cómo funciona el Servicio de Evaluación Ambiental. De hecho, algunas organizaciones locales tienen sus propios consultores y, en ese sentido, es bastante equiparado en términos de acceso a la información, lo cual nos parece súper positivo. No obstante, en todo proceso de estas características informamos sobre el diseño del proyecto, los alcances, sus objetivos y propósitos, con el fin de nivelar expectativas y también para entender cómo es valorada la iniciativa en un amplio sentido y cómo puede ser optimizada, a partir de la mirada y conocimientos locales.
-¿Cuáles fueron las principales inquietudes de los vecinos frente al proyecto “Kimal-Lagunas”?
Las principales consultas tenían que ver con la ubicación del trazado y el tratamiento que se le dará a los hallazgos paleontológicos y arqueológicos. Sin embargo, y esto es súper importante, también fue un tema relevante durante el diálogo cómo el proyecto puede impactar positivamente el lugar, en las zonas donde pasará, sobre todo en términos de desarrollo económico local, por ejemplo, la contratación de servicios locales. En el fondo, es una conversación que tiene que ver en la forma que el proyecto puede optimizar al máximo sus impactos positivos, y mitigar y, compensar también los negativos, que siempre ocurren en este tipo de iniciativas.
-¿Hubo demandas ciudadanas que escapan de su alcance?
Diría que eso está por verse, ya que el proyecto aún está en etapa de evaluación. Pero una de las mayores expectativas se vincula con desarrollar medidas que permitan potenciar al máximo las posibilidades de Quillagua, sobre todo desde una perspectiva sostenible.
-¿Qué fue lo más desafiante de este proceso de Participación Ciudadana?
Hacer coincidir los plazos del proyecto con los de la comunidad, pues muchas veces ocurre que los tiempos del proyecto se planifican de una forma que suele ser distinta a la aproximación comunitaria. En ese sentido, buscar la disponibilidad y tiempo para revisar contenidos parece ser uno de los elementos clave. Para que esto ocurra de la mejor forma posible, es vital generar acuerdos metodológicos previos o tempranos respecto de la forma y fondo que tendrá el proceso.
-¿Qué dificultades encontraron en el camino?
Una de las dificultades que enfrentamos se relaciona con el diseño de los compromisos ambientales voluntarios (CAV). Aquí, la necesidad de generar sinergias positivas entre los CAV del proyecto y los CAV de otros proyectos que aún no se han ejecutado o están en ejecución, demandan una planificación acuciosa y coordinada con otros actores que también son parte del área de influencia, a fin de lograr medidas que realmente generen un impacto positivo a nivel local.
-¿Se consiguió el objetivo planteado?
Diría que sí. Aunque, como era una Participación Ciudadana Temprana, el proyecto no estaba cerrado en su diseño. Por ejemplo, cuando empezamos a conversar con las personas de Quillagua, al proyecto le faltaban todavía varias definiciones que eran relevantes. Pero sí pudimos ir adelantando información y en la medida que iban surgiendo nuevos antecedentes, los íbamos socializando con los diferentes grupos de interés en las reuniones que sostuvimos.
-Respecto a la Participación Ciudadana Formal, ¿cómo evalúa esa instancia?
En el proceso de Participación Formal (que aún no culmina), que es diseñado y mandatado por el Servicio de Evaluación Ambiental, hicimos casas abiertas y talleres tipo asamblea en Pozo Almonte, María Elena y Quillagua. Esta instancia formal, independiente de que sea parte de la normativa ambiental de nuestro país, nos permitió profundizar en lo que ya veníamos conversando desde el proceso de Participación Ciudadana Temprana. Aquí volvimos sobre temas que habíamos dialogado anteriormente y, en ese sentido, fue una conversación fructífera, porque la gente ya conocía el proyecto, tenía una aproximación a sus alcances y también a los interlocutores de la empresa, entonces el diálogo fue positivo.
-¿De qué forma se logra generar ese vínculo entre el sector privado y las comunidades?
Eso se da con el tiempo. Se da con ganas de dialogar, de relacionarse, de entender que a veces las cosas pueden ser difíciles, pero poniendo lo mejor de cada parte se puede llegar a buenos acuerdos. En el fondo, se genera el vínculo actuando de buena fe desde ambas partes, poniendo la información relevante sobre la mesa, explicando las cosas con transparencia y claridad, y siendo empáticos en los alcances que tiene el proyecto que se está presentando. Parte importante de los desafíos es entender. Y cuando uno logra entender hacia dónde van las inquietudes, es más fácil avanzar en vincularse de manera acertada. Además, diría que los buenos liderazgos que hay en las comunidades son súper determinantes en estos acercamientos.
-En este escenario, ¿hubo situaciones conflictivas con vecinas o vecinos?
Como en todas las relaciones, siempre hay diferencias. Pero no se debe tener miedo a la divergencia de las ideas. En ese sentido, creo que el desafío siempre es ver cómo, con esas diferencias, se es capaz de armar cosas en común. Pero como tenemos proyectos en esos territorios, ya vamos conociendo cada vez mejor el lugar y eso nos va permitiendo entender lo que esperan de nosotros como compañía. Y ellos, por su parte, también se van haciendo una idea más clara de cómo somos. Con escucha, respeto, prudencia y empatía, se puede acortar esa brecha, pero son cosas que se juegan en cada encuentro. Como decía, eso lo da el tiempo, siempre pensando en cómo las cosas que se hacen, en un determinado lugar, pueden adaptarse lo mejor posible a ese lugar y no al revés.
-¿Cuánto tardó el proceso de vinculación con la comunidad en el proyecto de “Kimal-Lagunas”?
El tiempo siempre es relativo a cada proyecto, según cómo sean las relaciones, cómo sea el titular y cómo sean las comunidades. En el caso de “Kimal-Lagunas” llevamos conversando alrededor de un año. Porque veníamos con un track anterior, del proyecto “Encuentro-Lagunas”, con la experiencia de haber tenido procesos de consulta, de construcción y operación. En ese sentido, había cierto capital que permitió no partir desde cero.
-¿Qué tan importante es contar con la legitimidad social para el éxito de un proyecto estratégico de este tipo?
Es fundamental y creo que la cultura de hacer proyectos de inversión en Chile ha ido entendiendo esto de buena forma. Ha entendido que a veces demorarse un poco más en tener estas conversaciones previas genera proyectos más robustos. Pienso que, hoy día, un proyecto que no da esta vuelta antes de ingresar a la evaluación ambiental, es difícil que sea visto localmente como un potencial socio para el desarrollo local. Considero que no es muy atendible hoy día aparecer por primera vez en un proceso cuando te convoca el SEA. Porque estos proyectos ya empiezan a aparecer en los territorios donde se van a instalar cuando comienzas a hacer tus líneas de base. Ahí ya hay presencia de la empresa, que no necesariamente es directa, porque son consultores y especialistas los que aparecen en escena. Por lo tanto, antes de que vaya el consultor, ya tienes que haberte presentado, haber contado lo que estás haciendo, hacia dónde estás empujando ese trabajo, qué esperas lograr y, a la vez, escuchar en qué condiciones puedes hacer ese trabajo. Eso es lo fundamental en un diálogo inicial.
-Como ISA, ¿tienen una política o protocolo para gestionar la Participación Ciudadana?
Hay ciertos estándares, de hecho, hay una guía que actualizó del Servicio de Evaluación Ambiental sobre Participación Ciudadana Temprana, que es bastante clara y que orienta estos procesos. Nosotros, como compañía, en cualquier proceso de estas características partimos desde análisis generales hasta análisis particulares y específicos que muchas veces van con trabajo de campo e información de primera fuente, lo que va delimitando mucho mejor el campo de acción. Asimismo, dentro del flujo de procesos que tenemos, por cierto que el acercamiento temprano es lo básico.
-Tras la experiencia de la Participación Ciudadana asociada a “Kimal-Lagunas”, ¿queda algo pendiente por mejorar?
Nos falta ir afinando todavía los compromisos ambientales voluntarios que queremos impulsar en el territorio. Hay algunos proyectos que hemos hablado con las organizaciones sociales del sector, que están como ideas generales. Por ejemplo, durante el proceso de Participación Ciudadana Temprana, la gente nos habló mucho de cómo optimizar los impactos positivos del proyecto o cómo cuidar los caminos que son sensibles para la comunidad. Ante eso propusimos ciertas ideas generales que después, cuando fue el proceso de Participación Formal, nos volvieron a preguntar y nosotros dimos respuesta con un poco más de detalle. Pero falta entrar más en la lógica de proyecto, que tiene que ver con cómo uno va aterrizando esos compromisos que pueden parecer a veces generales. Lograr el equilibrio es parte del desafío que nos queda.
-¿Algún otro aspecto que puedan fortalecer de cara a un próximo proceso de estas características?
Siempre se pueden mejorar muchas cosas. En nuestro caso, siempre nos esforzaremos por optimizar la calidad de los procesos participativos que empujamos. En ese sentido, diría que algo a mejorar es la capacidad de generar más participación utilizando las nuevas tecnologías de información que hay disponibles.
Fuente: País Circular, Miércoles 31 de Julio de 2024