Miércoles, Noviembre 27, 2024

Inversión privada y empatía. Por Gonzalo Cordero

LA TERCERA – La palabra de moda en la política es “empatizar”. Gobernantes, parlamentarios y alcaldes intentan conectarse con las emociones de los otros. Si la gente está enojada, a enojarse llaman; si la selección chilena marca un gol hay que aparecer en televisión abrazándose con alguien, ojalá con la camiseta de “la roja”.
Lato sensu, gobernar consiste en disponer las relaciones sociales de cierta manera y eso se hace a través de las instituciones, que son el lugar llamado a dar respuestas racionales a las demandas populares, generalmente cargadas de emocionalidad. Sentir empatía con el efecto del problema, pero ser racional para proveer su solución es lo propio de la élite que integra las instituciones y conduce. Se valora al médico que empatiza con el enfermo, pero lo trata con sapiencia, muchas veces contradiciendo en lo que desea.
La inversión privada en infraestructura y bienes públicos ha sido fundamental para el desarrollo del país y mejorar nuestra calidad de vida; las decenas o cientos de miles de millones de dólares invertidos en carreteras, autopistas, puertos, telecomunicaciones, generación, transmisión y distribución eléctrica, así como en infraestructura y operación sanitaria, han cambiado la vida de los chilenos. En materia sanitaria, de moda esta semana por la inexcusable falla de Essal, tenemos indicadores iguales o mejores que Estados Unidos y, en una generación, prácticamente hemos erradicado enfermedades como la fiebre tifoidea.
Las personas aspiran a un servicio mejor y les molesta lo que tienen que pagar. Si sube una tarifa, si falla un servicio, si hay congestión, la gente se enoja y demanda menores tarifas, continuidad y fluidez. Todo lo cual es muy natural, pero la sociedad solo puede gobernarse si las autoridades, a través de las instituciones, procesan el malestar. Es decir, le dan una respuesta racional que, a la larga, es la única eficaz.
Ni las leyes, ni los actos administrativos, ni las resoluciones judiciales, son ejercicios de empatía, sino de racionalidad. Si la gente está enojada porque van a subir los peajes, sería bueno recordarle que los concesionarios invirtieron miles de millones de dólares cuando teníamos un tercio del ingreso per cápita de hoy y no limitarse a decir torpemente que es culpa del Presidente Lagos, como hacen algunos.
Hay políticos que, refiriéndose a las concesionarias en general, hablan de “estas empresas”, como si fueran organizaciones criminales; otros abundan en adjetivos y los fiscales miden su éxito en proporción al número de gerentes que encarcelan. Ideología y empatía sobran. Liderazgo falta. Recordando los 50 años de la llegada del hombre a la Luna, solo puedo cerrar con la famosa frase: “Houston, we have a problem”.
Por Gonzalo Cordero
Abogado
Fuente: La Tercera, Domingo 21 de Julio de 2019

LA TERCERA – La palabra de moda en la política es “empatizar”. Gobernantes, parlamentarios y alcaldes intentan conectarse con las emociones de los otros. Si la gente está enojada, a enojarse llaman; si la selección chilena marca un gol hay que aparecer en televisión abrazándose con alguien, ojalá con la camiseta de “la roja”.
Lato sensu, gobernar consiste en disponer las relaciones sociales de cierta manera y eso se hace a través de las instituciones, que son el lugar llamado a dar respuestas racionales a las demandas populares, generalmente cargadas de emocionalidad. Sentir empatía con el efecto del problema, pero ser racional para proveer su solución es lo propio de la élite que integra las instituciones y conduce. Se valora al médico que empatiza con el enfermo, pero lo trata con sapiencia, muchas veces contradiciendo en lo que desea.
La inversión privada en infraestructura y bienes públicos ha sido fundamental para el desarrollo del país y mejorar nuestra calidad de vida; las decenas o cientos de miles de millones de dólares invertidos en carreteras, autopistas, puertos, telecomunicaciones, generación, transmisión y distribución eléctrica, así como en infraestructura y operación sanitaria, han cambiado la vida de los chilenos. En materia sanitaria, de moda esta semana por la inexcusable falla de Essal, tenemos indicadores iguales o mejores que Estados Unidos y, en una generación, prácticamente hemos erradicado enfermedades como la fiebre tifoidea.
Las personas aspiran a un servicio mejor y les molesta lo que tienen que pagar. Si sube una tarifa, si falla un servicio, si hay congestión, la gente se enoja y demanda menores tarifas, continuidad y fluidez. Todo lo cual es muy natural, pero la sociedad solo puede gobernarse si las autoridades, a través de las instituciones, procesan el malestar. Es decir, le dan una respuesta racional que, a la larga, es la única eficaz.
Ni las leyes, ni los actos administrativos, ni las resoluciones judiciales, son ejercicios de empatía, sino de racionalidad. Si la gente está enojada porque van a subir los peajes, sería bueno recordarle que los concesionarios invirtieron miles de millones de dólares cuando teníamos un tercio del ingreso per cápita de hoy y no limitarse a decir torpemente que es culpa del Presidente Lagos, como hacen algunos.
Hay políticos que, refiriéndose a las concesionarias en general, hablan de “estas empresas”, como si fueran organizaciones criminales; otros abundan en adjetivos y los fiscales miden su éxito en proporción al número de gerentes que encarcelan. Ideología y empatía sobran. Liderazgo falta. Recordando los 50 años de la llegada del hombre a la Luna, solo puedo cerrar con la famosa frase: “Houston, we have a problem”.
Por Gonzalo Cordero
Abogado
Fuente: La Tercera, Domingo 21 de Julio de 2019

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