EL MERCURIO – La ciencia, la tecnología y la innovación, impulsadas por emprendedores audaces, pueden enfrentar los problemas del futuro, mitigando su impacto.
La ubicuidad que ha adquirido internet en la vida moderna —además de medio de comunicación, es una herramienta para buscar, transferir u obtener información, y también una forma de entretenimiento— resalta la importancia de la conectividad para acceder a ella. A la conectividad física, mediante redes de fibra óptica que cruzan los continentes y atraviesan los países, se suman las redes 4G y 5G de telefonía celular, y ambas combinadas permiten que la mayoría de las personas e instituciones tengan acceso a la red.
Sin embargo, eso deja a una multitud de lugares ubicados lejos de la fibra óptica, o fuera de las zonas más densamente cubiertas por antenas para celulares, sin un servicio adecuado. De allí que en el tiempo hayan surgido diversas ideas para conectarse a internet por medio de satélites ubicados en el espacio. El más reciente esfuerzo es el de Starlink, una empresa subsidiaria de Space X, la compañía espacial fundada por el afamado emprendedor Elon Musk. Starlink operará mediante una red de 12 mil minisatélites orbitando la Tierra, de modo que, eventualmente, cualquier persona en cualquier lugar pueda acceder a internet mediante una antena receptora y un equipo que contenga un router. Los desafíos tecnológicos involucrados para mantener esa cantidad de satélites operando permanentemente sin fallas son considerables. Los riesgos financieros asociados son también importantes, pues el kit necesario tiene un precio que no está al alcance de gran parte de la población —en la actualidad costaría alrededor de 600 dólares, además del pago mensual por su uso—, extendiendo el tiempo necesario para rentabilizar el proyecto.
Musk tiene la intención de probar Starlink en algunos lugares aislados del mundo, dos de los cuales se encuentran en Chile, único país escogido en esta etapa en el continente latinoamericano. Se trata de las localidades de Caleta Sierra, en la Región de Coquimbo, y de Sotomó, en Los Lagos. Starlink proveerá de los kits requeridos a los habitantes de ambas localidades, y entregará el servicio gratuito durante un año. Posteriormente, serán los respectivos municipios los que se harán cargo de las cuentas mensuales. Todo este programa ha sido coordinado por la Subsecretaría de Telecomunicaciones.
De más está realzar la positiva proyección que esta experiencia puede tener en el país, al colaborar en el cierre de las brechas entre la población rural y la urbana, de modo que la lejanía no constituya una desventaja inalcanzable. Asimismo, el acceso a internet en lugares alejados es una poderosa herramienta de descentralización, pues permite que parte de la población de regiones pueda realizar sus actividades de manera remota y a distancia —algo que la pandemia ya consiguió habilitar— y, de ese modo, da factibilidad a proyectos que en otras circunstancias no se hubiesen implementado. Todo ello redundará en menos viajes y traslados para esas personas, disminuyendo así su impacto sobre el entorno.
El mundo contemporáneo está expuesto al efecto que las actividades humanas tienen sobre la biósfera. Ello no es factible de enfrentar retrocediendo a estadios tecnológicos anteriores, como algunos pregonan, pues así no sería posible sostener la actual población mundial, menos si gran parte de ella está ávida de mejores condiciones de vida. La conexión satelital es un ejemplo más de cómo la ciencia, la tecnología y la innovación, impulsadas por emprendedores audaces, pueden enfrentar los problemas del futuro, mitigando su impacto.
Fuente: El Mercurio, Jueves 15 de Julio de 2021