Jueves, Diciembre 26, 2024

Infraestructura resiliente, una necesidad para Chile. Por Antonia Bordas y Paulo Muñoz

ESTRATEGIA – Chile, un país emplazado en una zona de alta sismicidad y con una realidad climática cada vez más extrema, como pudimos ver con las últimas lluvias, se enfrenta a un desafío crucial: construir infraestructura resiliente. Entendemos resiliencia como la capacidad de un sistema de soportar y recuperarse de eventos adversos, lo que se vuelve imperativo para garantizar la seguridad, el bienestar y el desarrollo sostenible.

La infraestructura resiliente es importante para mitigar impactos y avanzar en materias de cambio climático: puentes, redes eléctricas, sistemas de agua, redes de telecomunicaciones, hospitales y escuelas que sean capaces de resistir los efectos de los eventos climáticos extremos y desastres naturales, son algunos tipos de proyectos de inversión que se deben desarrollar cumpliendo ese estándar. Según la OCDE, el país debe invertir US$ 6,9 billones a 2030 para mitigar los efectos de la crisis climática.

El Ministerio de Obras Públicas (MOP) ha dado importantes pasos en esta materia, como la creación de la división de “Infraestructura Resiliente” marcó un hito, estableciendo lineamientos para el diseño, construcción y operación de infraestructura pública.

Además, se han implementado diversas iniciativas como la “Estrategia Nacional de Infraestructura Resiliente al Cambio Climático” y durante este año se debe presentar la política de sostenibilidad de esa cartera.

Estos proyectos buscan incorporar la resiliencia en todas las etapas del ciclo de vida de la infraestructura, desde su diseño hasta su operación y mantenimiento. Algunos ejemplos son obras de control y regulación de crecidas, mantención de cauces, infraestructura vial y bordes costeros, entre otros. Estos se suman a nuestra norma sísmica que se destaca porque previene y minimiza los daños causados por los sismos.

Si bien se han logrado avances, aún nos queda camino por recorrer: creemos que se debe avanzar en generar metodologías de evaluación social de proyectos que incorporen la resiliencia como un elemento central de la evaluación; educar a la ciudadanía y al sector público en esta área, generar incentivos hacia el mundo privado para iniciativas de este tipo, crear nuevos espacios públicos, áreas verdes y viviendas, lo que contribuye al desarrollo urbano sostenible. Aquí las denominadas soluciones basadas en la naturaleza son una alternativa a considerar.

En definitiva, la infraestructura resiliente es una inversión fundamental para el futuro de Chile. Contar con obras robustas y adaptables lleva a que estemos mejor preparados para enfrentar los desafíos del cambio climático y los desastres naturales, asegurando la seguridad, bienestar y el progreso de las presentes y futuras generaciones.

Antonia Bordas
Paulo Muñoz

Asesores Consejo de Políticas de Infraestructura (CPI)

Ver artículo

Fuente: Estrategia, Lunes 29 de Julio de 2024

ESTRATEGIA – Chile, un país emplazado en una zona de alta sismicidad y con una realidad climática cada vez más extrema, como pudimos ver con las últimas lluvias, se enfrenta a un desafío crucial: construir infraestructura resiliente. Entendemos resiliencia como la capacidad de un sistema de soportar y recuperarse de eventos adversos, lo que se vuelve imperativo para garantizar la seguridad, el bienestar y el desarrollo sostenible.

La infraestructura resiliente es importante para mitigar impactos y avanzar en materias de cambio climático: puentes, redes eléctricas, sistemas de agua, redes de telecomunicaciones, hospitales y escuelas que sean capaces de resistir los efectos de los eventos climáticos extremos y desastres naturales, son algunos tipos de proyectos de inversión que se deben desarrollar cumpliendo ese estándar. Según la OCDE, el país debe invertir US$ 6,9 billones a 2030 para mitigar los efectos de la crisis climática.

El Ministerio de Obras Públicas (MOP) ha dado importantes pasos en esta materia, como la creación de la división de “Infraestructura Resiliente” marcó un hito, estableciendo lineamientos para el diseño, construcción y operación de infraestructura pública.

Además, se han implementado diversas iniciativas como la “Estrategia Nacional de Infraestructura Resiliente al Cambio Climático” y durante este año se debe presentar la política de sostenibilidad de esa cartera.

Estos proyectos buscan incorporar la resiliencia en todas las etapas del ciclo de vida de la infraestructura, desde su diseño hasta su operación y mantenimiento. Algunos ejemplos son obras de control y regulación de crecidas, mantención de cauces, infraestructura vial y bordes costeros, entre otros. Estos se suman a nuestra norma sísmica que se destaca porque previene y minimiza los daños causados por los sismos.

Si bien se han logrado avances, aún nos queda camino por recorrer: creemos que se debe avanzar en generar metodologías de evaluación social de proyectos que incorporen la resiliencia como un elemento central de la evaluación; educar a la ciudadanía y al sector público en esta área, generar incentivos hacia el mundo privado para iniciativas de este tipo, crear nuevos espacios públicos, áreas verdes y viviendas, lo que contribuye al desarrollo urbano sostenible. Aquí las denominadas soluciones basadas en la naturaleza son una alternativa a considerar.

En definitiva, la infraestructura resiliente es una inversión fundamental para el futuro de Chile. Contar con obras robustas y adaptables lleva a que estemos mejor preparados para enfrentar los desafíos del cambio climático y los desastres naturales, asegurando la seguridad, bienestar y el progreso de las presentes y futuras generaciones.

Antonia Bordas
Paulo Muñoz

Asesores Consejo de Políticas de Infraestructura (CPI)

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Fuente: Estrategia, Lunes 29 de Julio de 2024

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