Miércoles, Noviembre 27, 2024

Infraestructura resiliente para el cambio climático, por Hernán de Solminihac

PULSO – El cambio climático llegó para quedarse y los eventos naturales vividos durante este período estival así lo recuerdan, con pérdidas de vidas y hogares construidos con años de esfuerzo. Según reportes de la Onemi, a nivel nacional enfrentamos más de 124 focos de incendios y en el norte de Chile afrontamos intensas lluvias equivalentes en volumen al acumulado histórico de décadas. Alrededor de $60 mil millones y $53 mil millones para la reconstrucción de las zonas afectadas por las lluvias y por los incendios respectivamente, es la inversión que estima el gobierno para enfrentar ambos desastres.
Si bien es prácticamente imposible evitar daños ante dichos escenarios -que serían cada vez más frecuentes- es posible mitigarlos mediante las lecciones aprendidas. Para ello, es fundamental anticipar y prepararse para aminorar los efectos de los eventos naturales. Temas relevantes como la planificación urbana de las ciudades y el diseño de redes viales resilientes, son elementos claves y urgentes de considerar para aumentar la resistencia y contar con alternativas en ciudades y rutas, permitiendo reaccionar con rapidez ante una emergencia sin fragmentar los servicios y conservando la conectividad.
Las imágenes de los aluviones en el norte arrastrando vehículos y hogares, demostraron que la Ruta 5, columna vertebral del sistema vial del país, requiere una intervención en su diseño tanto hídrico como de conectividad. Hay que repensar la infraestructura de esas zonas, considerando los nuevos desafíos.
El actual programa de gobierno avanza en esta dirección, donde contempla redes viales resilientes. La tarea es inmensa y hay que resolver dos temas: el administrativo y el técnico. El primero, requiere una modificación para adecuar la metodología de evaluación social de proyectos a las actuales necesidades de la sociedad chilena; el segundo dependerá principalmente de la zona a intervenir que, en el caso de la zona norte -la más afectada este verano- se configura como una meseta interrumpida por quebradas pronunciadas y cursos de agua intermitentes en un país angosto.
El Estado y los gobiernos de turno deben liderar acciones directas o cambios de normativas, entre otras, para aportar soluciones concretas que son imperativamente necesarias para el desarrollo de nuestro país, especialmente en un contexto como el mencionado de cambio climático irreversible. Anunciado en Chile un año lluvioso, ¿qué acciones estamos adoptando para el próximo invierno?
Ver Artículo
Fuente: Pulso, Martes 26 de marzo de 2019

PULSO – El cambio climático llegó para quedarse y los eventos naturales vividos durante este período estival así lo recuerdan, con pérdidas de vidas y hogares construidos con años de esfuerzo. Según reportes de la Onemi, a nivel nacional enfrentamos más de 124 focos de incendios y en el norte de Chile afrontamos intensas lluvias equivalentes en volumen al acumulado histórico de décadas. Alrededor de $60 mil millones y $53 mil millones para la reconstrucción de las zonas afectadas por las lluvias y por los incendios respectivamente, es la inversión que estima el gobierno para enfrentar ambos desastres.
Si bien es prácticamente imposible evitar daños ante dichos escenarios -que serían cada vez más frecuentes- es posible mitigarlos mediante las lecciones aprendidas. Para ello, es fundamental anticipar y prepararse para aminorar los efectos de los eventos naturales. Temas relevantes como la planificación urbana de las ciudades y el diseño de redes viales resilientes, son elementos claves y urgentes de considerar para aumentar la resistencia y contar con alternativas en ciudades y rutas, permitiendo reaccionar con rapidez ante una emergencia sin fragmentar los servicios y conservando la conectividad.
Las imágenes de los aluviones en el norte arrastrando vehículos y hogares, demostraron que la Ruta 5, columna vertebral del sistema vial del país, requiere una intervención en su diseño tanto hídrico como de conectividad. Hay que repensar la infraestructura de esas zonas, considerando los nuevos desafíos.
El actual programa de gobierno avanza en esta dirección, donde contempla redes viales resilientes. La tarea es inmensa y hay que resolver dos temas: el administrativo y el técnico. El primero, requiere una modificación para adecuar la metodología de evaluación social de proyectos a las actuales necesidades de la sociedad chilena; el segundo dependerá principalmente de la zona a intervenir que, en el caso de la zona norte -la más afectada este verano- se configura como una meseta interrumpida por quebradas pronunciadas y cursos de agua intermitentes en un país angosto.
El Estado y los gobiernos de turno deben liderar acciones directas o cambios de normativas, entre otras, para aportar soluciones concretas que son imperativamente necesarias para el desarrollo de nuestro país, especialmente en un contexto como el mencionado de cambio climático irreversible. Anunciado en Chile un año lluvioso, ¿qué acciones estamos adoptando para el próximo invierno?
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Fuente: Pulso, Martes 26 de marzo de 2019

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