PULSO – Tomar medidas urgentes para evitar que estas brechas develadas durante la pandemia se consoliden, es una obligación de la que, como sociedad, debemos hacernos cargo. Postergar soluciones solo pone en tela de juicio la opción por la equidad, tan reivindicada en estos últimos años.
Uno de los aspectos positivos que ha dejado la pandemia en Chile es el importante avance en materia de infraestructura digital. Al contrato para la instalación de la “carretera digital” entre Arica y la Región de Los Lagos (falta todavía un tramo, pero se avanza en su proceso de licitación), que permitirá una interconexión a través de fibra óptica para todo el territorio nacional, se suma la licitación de bandas para servicios de 5G, muy competitiva y con un aporte inesperado de recursos del Estado, lo que evidencia la importancia que se le ha asignado al rol de las comunicaciones digitales para la economía que se viene.
En este contexto se ha anunciado el inicio de pruebas piloto en las comunas de Providencia y Las Condes utilizando tecnologías 5G para la gestión del tránsito, una buena noticia que debería traducirse en una progresiva mejora de los atochamientos vehiculares, uno de los temas principales de la discusión urbana.
Sin embargo, mientras este proceso se lleva a cabo, han quedado de manifiesto las brechas a las que una penetración acelerada de nuevas tecnologías puede dar lugar, si es que no se toman las precauciones necesarias para nivelarlas. Este está lejos de ser un problema nacional. Tim Berners-Lee, creador del Internet, sostiene que tras años de utilizar esta red -en los que ha quedado demostrada su utilidad- todavía quedan numerosas personas que no tienen acceso a ella en el mundo, lo cual constituye una evidente marginación de una de las principales formas de interacción con que cuentan hoy las personas. Haciéndose cargo de los efectos que este rezago puede significar en Chile para los jóvenes, el Consejo Asesor Paso a Paso para la Educación reivindica la necesidad de asegurar conectividad y acceso tecnológico para todos los estudiantes del país. La educación a distancia, que en alguna medida se extenderá en el tiempo, no es la misma si no se cuenta con el acceso a redes de calidad que permitan una buena comunicación.
Por su parte, la encuesta COVID-19 demuestra que son los estudiantes más vulnerables, nuevamente, los más afectados por este rezago y revela la dificultad que estos tienen al ser parte de casi el 22% de hogares que declaran no tener acceso a ningún tipo de dispositivo que les permita una conexión a la red. No basta con el acceso: es necesario contar con los equipos necesarios que permitan hacer efectiva la interconexión para sacarle el provecho correspondiente.
Tomar medidas urgentes para evitar que estas brechas develadas durante la pandemia se consoliden, es una obligación de la que, como sociedad, debemos hacernos cargo. Postergar soluciones solo pone en tela de juicio la opción por la equidad, tan reivindicada en estos últimos años. Para ese efecto, políticas públicas que masifiquen el uso de Internet son fundamentales, asegurando el acceso de escuelas, hogares y servicios a bandas de calidad suficiente para asegurar una buena conectividad. El 5G es un avance, sin lugar a dudas, que abre esta posibilidad con mayor propiedad. Esto debe ir acompañado de acciones orientadas a dotar a los usuarios potenciales de los equipos necesarios para que esa conexión sea efectiva. Nada se saca con contar con la capacidad de conectarse si no es posible aprovechar adecuadamente ese potencial. Países cercanos a nosotros, como Uruguay, han hecho un esfuerzo al respecto y han demostrado que es posible. Sería muy oportuno ver de parte de las autoridades esfuerzos claros en esta dirección. Para este efecto se podrán usar los recursos que las licitaciones de banda para el 5G han generado. Acciones de este tipo proyectarían un futuro más promisorio para nuestros estudiantes con mayores dificultades.
* El autor es director ejecutivo Consejo de Políticas de Infraestructura
Fuente: Pulso, Miércoles 17 de Marzo de 2021