DIARIO ESTRATEGIA – La infraestructura pública no es solo concreto y acero; es una herramienta poderosa para conectar comunidades y mejorar la calidad de vida. Por eso, iniciativas como el Manual de Relacionamiento Comunitario para Concesiones de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), lanzado recientemente, representan un avance significativo hacia un desarrollo más humano y sostenible.
El sector privado ha tomado un rol importante al incluir a las comunidades desde el diseño hasta la operación de proyectos concesionados. Este enfoque busca no solo cumplir con estándares normativos, sino también construir relaciones de confianza, mitigar impactos negativos y potenciar los beneficios sociales. El manual establece principios claros: diálogo temprano, conocimiento del contexto local y una estrategia de relacionamiento que prioriza las necesidades y preocupaciones de los actores involucrados.
Uno de los pilares fundamentales de esta iniciativa es la participación ciudadana, un proceso que permite a las comunidades expresar sus inquietudes, colaborar en la toma de decisiones y beneficiarse directamente de los proyectos. Esto transforma los desafíos iniciales en oportunidades de mejora mutua, fortaleciendo el tejido social y garantizando que las obras sean percibidas como mejoras compartidas, no como imposiciones.
En este sentido, el trabajo que ya realiza el Ministerio de Obras Públicas (MOP) con su programa Buen Vecino es un buen ejemplo de trabajo con las comunidades y para el cual este manual puede ser un complemento. Este programa demuestra que la infraestructura debe estar al servicio de las personas, no al revés. Al promover una visión más inclusiva, el MOP y la CChC están estableciendo un modelo que otros sectores podrían seguir: una infraestructura centrada en el bienestar ciudadano.
La integración del sector privado en estas iniciativas no solo marca un cambio positivo, sino que también subraya su compromiso con el desarrollo sostenible. Este liderazgo demuestra que la colaboración entre lo público y lo privado puede generar una huella duradera en las comunidades.
Es hora de consolidar y expandir este enfoque. En un país como Chile, con grandes desafíos de conectividad y equidad territorial, la infraestructura tiene el potencial de cerrar brechas sociales y físicas. Cuando se prioriza a las personas, estas obras trascienden su función operativa para convertirse en verdaderas herramientas de transformación y en espacios de identidad local.
La infraestructura tiene un propósito mayor: conectar, inspirar y mejorar la vida de quienes la rodean.
Paulo Muñoz M.
Cientista Político
Asesor CPI
Fuente: Diario Estrategia, Jueves 02 de Enero de 2025