Miércoles, Noviembre 20, 2024

Informe del IPCC: Somos culpables de una crisis climática en muchos casos irreversible, y nos quedamos sin tiempo para detenerla

PAÍS CIRCULAR – Solo una disminución drástica y rápida de los gases de efecto invernadero puede prevenir la catástrofe, y hoy el único nivel tolerable es el de cero emisiones, afirman.

El documento presentado ayer por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) le puso la lápida final al negacionismo, y entregó una sentencia que no deja lugar a dudas ni interpretaciones: “Es inequívoco que la influencia humana ha calentado la atmósfera, el océano y la tierra. Se han producido cambios rápidos y generalizados en la atmósfera, el océano, la criósfera y la biósfera”, dijo la ciencia de manera rotunda. Solo una disminución drástica y rápida de los gases de efecto invernadero puede prevenir la catástrofe, y hoy el único nivel tolerable es el de cero emisiones, afirman.

El Sexto Informe de Evaluación (AR6) del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) publicado ayer fue como el fin de un largo juicio en que, por un lado, un grupo global de científicos estuvo durante tres décadas presentando pruebas que planteaban la causa humana -o antropogénica- del cambio climático y la emergencia que ello suponía para nuestra propia sobrevivencia, mientras en la contraparte se sucedían una serie de maniobras dilatorias, intentos de negociación e incluso cuestionamientos a la veracidad de los reportes.

Pero el documento presentado ayer le puso la lápida final al negacionismo, y entregó una sentencia que no deja lugar a dudas ni interpretaciones: “Es inequívoco que la influencia humana ha calentado la atmósfera, el océano y la tierra. Se han producido cambios rápidos y generalizados en la atmósfera, el océano, la criósfera y la biósfera”, afirmó la ciencia de manera rotunda.

Y en la conferencia en que se presentó el informe, sus autores no dejaron espacio para segundas lecturas. “El informe señala, en primer lugar, que es indiscutible que las actividades humanas están causando el cambio climático y convirtiendo los fenómenos climáticos extremos en algo más frecuente y grave. En segundo lugar, muestra que el cambio climático está afectando a cada región en nuestro planeta”, afirmó Hoesung Lee, presidente del IPCC.

En la misma línea, Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, dijo que la ciencia “nos ha estado advirtiendo durante más de tres décadas sobre los peligros de permitir que el planeta se caliente. El mundo ha estado escuchando, pero no hizo nada ni actuó con suficiente fuerza, y como resultado el cambio climático es un problema que ya está aquí, ahora. Nadie está a salvo, y está emporando más rápido. Debemos tratar el cambio climático como una amenaza inmediata”.

La crudeza de la sentencia -y de las pruebas presentadas- hizo que el tema llegara a la calle, fuera comentario obligado durante el día y que la sigla IPCC se posicionara en los trending topics de Twitter sin que muchos supieran siquiera su significado, pero sí la amenaza que supone la alerta de la ciencia. Porque los impactos que describe ya no son abstractos ni distantes. En las últimas semanas hemos sido bombardeados con informaciones sobre gigantescos incendios y evacuaciones masivas en Grecia, Turquía y California; devastadoras inundaciones en Europa; olas de calor que causaron la muerte de más de 500 personas en Canadá por temperaturas que bordearon los 50°C; o las tormentas de nieve que cubrieron a 11 ciudades del sur de Brasil. Y tal como ocurre con cada crisis que genera la pandemia del coronavirus, sabemos que en los próximos meses será el turno del hemisferio sur.

¿Cuáles son las pruebas presentadas en el informe? Que el calentamiento global suma ya 1,07°C en comparación con el período preindustrial (1850-1900), y que cada una de las últimas cuatro décadas ha sido más cálida que todas las anteriores desde 1850. Que el incremento es mayor en la tierra (1,59°C en promedio) que en el océano (0,88°C). Que el nivel del mar subió 20 cm entre 1901 y 2018 y que la tasa de elevación saltó de 1,35 mm por año entre 1901 y 1971, a más de 3,7 mm por año entre 2006 y 2018.

Según el informe, la influencia humana ha calentado el clima a un ritmo sin precedentes en al menos los últimos 2 mil años, y la escala de los cambios recientes en todo el sistema climático en su conjunto, y el estado actual de muchos aspectos del sistema climático, no tienen precedentes durante muchos siglos o miles de años.

“En 2019, las concentraciones de CO2 atmosférico fueron más altas que en cualquier momento en al menos 2 millones de años, y las concentraciones de metano y óxido nitroso fueron más altas que en cualquier momento en al menos 800 mil años (…) En 2011-2020 la superficie media anual de hielo marino del Ártico alcanzó su nivel más bajo desde al menos 1850, y el área de hielo marino del Ártico a fines del verano fue más pequeña que en cualquier otro momento en al menos los últimos mil años (…) El nivel medio del mar ha aumentado más rápidamente desde 1900 que en cualquier siglo anterior en al menos los últimos 3 mil años, y el océano global se ha calentado más rápido durante el siglo pasado que desde el final de la última transición deglacial, hace unos 11.000 años”, señala el reporte.

Se acaba el tiempo

El informe del IPCC trabaja en base a cinco escenarios de emisiones -dos de bajas emisiones, uno de emisiones medias y dos de emisiones altas- para proyectar qué ocurrirá en los próximos años. En todos ellos se plantea que el calentamiento global excederá los 1,5°C, la meta del Acuerdo de París, entre 2021 y 2040, aunque en un escenario de muy bajas emisiones (el mejor de los cinco) es más probable que la temperatura global de la superficie vuelva a descender por debajo de 1,5ºC hacia finales del Siglo XXI, con un rebasamiento temporal de no más de 0,1°C por encima de los 1,5°C.

Toda décima de grado cuenta, alerta el informe. Con cada incremento del calentamiento global, los cambios -y los fenómenos climáticos extremos- son mayores en frecuencia e intensidad. Y muchos de esos cambios son ya irreversibles, porque además nos estamos quedando sin aliados: en escenarios de emisiones crecientes de CO2, se prevé que los sumideros de carbono oceánicos y terrestres sean menos efectivos para frenar la acumulación de CO2 en la atmósfera.

Según el informe del IPCC, la estratificación del océano superior, su acidificación y desoxigenación seguirán aumentando en el Siglo XXI, y “los cambios son irreversibles en las escalas de tiempo de centenario al milenio en la temperatura global del océano”. Los glaciares de montaña y polares, agrega, “están comprometidos a continuar derritiéndose durante décadas o siglos”. Además, “a más largo plazo el nivel del mar está comprometido a aumentar durante siglos a milenios debido al continuo calentamiento de las profundidades oceánicas y al derretimiento de la capa de hielo, y permanecerá elevado durante miles de años”.

En ese escenario, plantea la ciencia, solo una disminución drástica y rápida de los gases de efecto invernadero puede prevenir la catástrofe, y hoy el único nivel tolerable es el de cero emisiones. “Desde la perspectiva de las ciencias físicas -señala- limitar el calentamiento global inducido por el hombre a un nivel específico requiere limitar las emisiones acumuladas de CO2, alcanzando al menos cero emisiones netas de CO2, junto con fuertes reducciones en otras emisiones de gases de efecto invernadero. Las reducciones fuertes, rápidas y sostenidas de las emisiones de metano también limitarán el efecto de calentamiento resultante de la disminución de la contaminación por aerosoles y mejorarían la calidad del aire”.

“Según el nuevo informe del IPCC, el presupuesto de carbono que nos da las mejores probabilidades de mantenernos por debajo de 1,5°C se agota en menos de 5 años y medio con nuestra tasa de emisiones actual. Tal vez alguien debería preguntar a las personas en el poder cómo planean ‘resolver’ eso”, planteó ayer Greta Thumberg en su cuenta de Twitter.

ONU: eliminar los combustibles fósiles

Conocida la sentencia, y la gravedad del crimen, rápidamente se apuntó a un culpable. A través de un comunicado, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, dijo que el informe del IPCC “es una alerta letal sobre la necesidad de eliminar el carbón y los combustibles fósiles, antes de que su uso destruya nuestro planeta. Después de 2021 no deben construirse nuevas plantas de carbón”.

“Los países integrantes de la OCDE -agregó- deben eliminar el carbón existente para 2030, y todos los demás deben seguir este ejemplo para 2040. Los países también deben dejar de producir combustibles fósiles, detener las exploraciones para encontrar más, dejar de subvencionar los combustibles fósiles y comenzar a subvencionar las energías renovables”.

Mientras, organizaciones ambientalistas ya anuncian una arremetida legal contra los combustibles fósiles con el informe del IPCC como documento de prueba. “No vamos a permitir que este informe sea archivado por una mayor inacción. Al contrario, lo llevaremos con nosotros a los tribunales. Al fortalecer la evidencia científica entre las emisiones humanas y el clima extremo, el IPCC ha proporcionado nuevos y poderosos medios para que todos, en todo el mundo, consideren a la industria de los combustibles fósiles y a los gobiernos como directamente responsables de la emergencia climática. Solo hay que mirar la reciente victoria judicial obtenida por las ong’s contra Shell para darse cuenta de lo poderosa que puede ser la ciencia del IPCC”, afirmó Kaisa Kosonen, asesora política de Clima y Energía en Greenpeace Internacional.

“Mientras los gobiernos -agregó- avanzan lentamente hacia la reducción de las emisiones, centímetro a centímetro, la crisis climática está afectando a comunidades enteras con incendios forestales, inundaciones extremas y sequías. La carrera ha comenzado y el IPCC acaba de fortalecer aún más la conexión entre las emisiones de carbono y el empeoramiento de los extremos climáticos, lo que significa que si los gobiernos no profundizan más que sus débiles objetivos de reducción de emisiones para 2030, la humanidad podría perder”.

En este escenario, la próxima COP26 de Glasgow cobra nueva relevancia. Alok Sharma, el ministro británico que presidirá la cita en noviembre, afirmó ayer que “si alguna vez iba a haber una llamada de atención para el mundo en lo que respecta al cambio climático, este informe lo es. Pero el futuro aún no está escrito, lo peor del cambio climático aún se puede evitar”. Y agregó: “lo que realmente necesitamos ahora es que todos los principales emisores desempeñen su papel, y el G20 será absolutamente clave para nuestro futuro a 1,5°C”.

Pero no se ve fácil. Ni China, ni India ni Brasil han presentado sus planes de recorte de emisiones previo a la COP26, aunque los ojos están puestos principalmente en el primero. El gobierno chino aún planea la construcción de nuevas plantas a carbón, y su dependencia de este combustible -barato y abundante- se acrecentó con la pandemia. De hecho, la Agencia Internacional de Energía alertó en julio pasado que el carbón llevará a un nuevo récord de emisiones de CO2 en 2022, donde China, por sí sola, supondrá más de la mitad de consumo adicional mundial. Aún así, Glasgow quizás sea la última oportunidad de evitar la catástrofe. Ya no hay más tiempo.

Ver artículo

Fuente: País Circular, Martes 10 de Agosto de 2021

PAÍS CIRCULAR – Solo una disminución drástica y rápida de los gases de efecto invernadero puede prevenir la catástrofe, y hoy el único nivel tolerable es el de cero emisiones, afirman.

El documento presentado ayer por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) le puso la lápida final al negacionismo, y entregó una sentencia que no deja lugar a dudas ni interpretaciones: “Es inequívoco que la influencia humana ha calentado la atmósfera, el océano y la tierra. Se han producido cambios rápidos y generalizados en la atmósfera, el océano, la criósfera y la biósfera”, dijo la ciencia de manera rotunda. Solo una disminución drástica y rápida de los gases de efecto invernadero puede prevenir la catástrofe, y hoy el único nivel tolerable es el de cero emisiones, afirman.

El Sexto Informe de Evaluación (AR6) del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) publicado ayer fue como el fin de un largo juicio en que, por un lado, un grupo global de científicos estuvo durante tres décadas presentando pruebas que planteaban la causa humana -o antropogénica- del cambio climático y la emergencia que ello suponía para nuestra propia sobrevivencia, mientras en la contraparte se sucedían una serie de maniobras dilatorias, intentos de negociación e incluso cuestionamientos a la veracidad de los reportes.

Pero el documento presentado ayer le puso la lápida final al negacionismo, y entregó una sentencia que no deja lugar a dudas ni interpretaciones: “Es inequívoco que la influencia humana ha calentado la atmósfera, el océano y la tierra. Se han producido cambios rápidos y generalizados en la atmósfera, el océano, la criósfera y la biósfera”, afirmó la ciencia de manera rotunda.

Y en la conferencia en que se presentó el informe, sus autores no dejaron espacio para segundas lecturas. “El informe señala, en primer lugar, que es indiscutible que las actividades humanas están causando el cambio climático y convirtiendo los fenómenos climáticos extremos en algo más frecuente y grave. En segundo lugar, muestra que el cambio climático está afectando a cada región en nuestro planeta”, afirmó Hoesung Lee, presidente del IPCC.

En la misma línea, Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, dijo que la ciencia “nos ha estado advirtiendo durante más de tres décadas sobre los peligros de permitir que el planeta se caliente. El mundo ha estado escuchando, pero no hizo nada ni actuó con suficiente fuerza, y como resultado el cambio climático es un problema que ya está aquí, ahora. Nadie está a salvo, y está emporando más rápido. Debemos tratar el cambio climático como una amenaza inmediata”.

La crudeza de la sentencia -y de las pruebas presentadas- hizo que el tema llegara a la calle, fuera comentario obligado durante el día y que la sigla IPCC se posicionara en los trending topics de Twitter sin que muchos supieran siquiera su significado, pero sí la amenaza que supone la alerta de la ciencia. Porque los impactos que describe ya no son abstractos ni distantes. En las últimas semanas hemos sido bombardeados con informaciones sobre gigantescos incendios y evacuaciones masivas en Grecia, Turquía y California; devastadoras inundaciones en Europa; olas de calor que causaron la muerte de más de 500 personas en Canadá por temperaturas que bordearon los 50°C; o las tormentas de nieve que cubrieron a 11 ciudades del sur de Brasil. Y tal como ocurre con cada crisis que genera la pandemia del coronavirus, sabemos que en los próximos meses será el turno del hemisferio sur.

¿Cuáles son las pruebas presentadas en el informe? Que el calentamiento global suma ya 1,07°C en comparación con el período preindustrial (1850-1900), y que cada una de las últimas cuatro décadas ha sido más cálida que todas las anteriores desde 1850. Que el incremento es mayor en la tierra (1,59°C en promedio) que en el océano (0,88°C). Que el nivel del mar subió 20 cm entre 1901 y 2018 y que la tasa de elevación saltó de 1,35 mm por año entre 1901 y 1971, a más de 3,7 mm por año entre 2006 y 2018.

Según el informe, la influencia humana ha calentado el clima a un ritmo sin precedentes en al menos los últimos 2 mil años, y la escala de los cambios recientes en todo el sistema climático en su conjunto, y el estado actual de muchos aspectos del sistema climático, no tienen precedentes durante muchos siglos o miles de años.

“En 2019, las concentraciones de CO2 atmosférico fueron más altas que en cualquier momento en al menos 2 millones de años, y las concentraciones de metano y óxido nitroso fueron más altas que en cualquier momento en al menos 800 mil años (…) En 2011-2020 la superficie media anual de hielo marino del Ártico alcanzó su nivel más bajo desde al menos 1850, y el área de hielo marino del Ártico a fines del verano fue más pequeña que en cualquier otro momento en al menos los últimos mil años (…) El nivel medio del mar ha aumentado más rápidamente desde 1900 que en cualquier siglo anterior en al menos los últimos 3 mil años, y el océano global se ha calentado más rápido durante el siglo pasado que desde el final de la última transición deglacial, hace unos 11.000 años”, señala el reporte.

Se acaba el tiempo

El informe del IPCC trabaja en base a cinco escenarios de emisiones -dos de bajas emisiones, uno de emisiones medias y dos de emisiones altas- para proyectar qué ocurrirá en los próximos años. En todos ellos se plantea que el calentamiento global excederá los 1,5°C, la meta del Acuerdo de París, entre 2021 y 2040, aunque en un escenario de muy bajas emisiones (el mejor de los cinco) es más probable que la temperatura global de la superficie vuelva a descender por debajo de 1,5ºC hacia finales del Siglo XXI, con un rebasamiento temporal de no más de 0,1°C por encima de los 1,5°C.

Toda décima de grado cuenta, alerta el informe. Con cada incremento del calentamiento global, los cambios -y los fenómenos climáticos extremos- son mayores en frecuencia e intensidad. Y muchos de esos cambios son ya irreversibles, porque además nos estamos quedando sin aliados: en escenarios de emisiones crecientes de CO2, se prevé que los sumideros de carbono oceánicos y terrestres sean menos efectivos para frenar la acumulación de CO2 en la atmósfera.

Según el informe del IPCC, la estratificación del océano superior, su acidificación y desoxigenación seguirán aumentando en el Siglo XXI, y “los cambios son irreversibles en las escalas de tiempo de centenario al milenio en la temperatura global del océano”. Los glaciares de montaña y polares, agrega, “están comprometidos a continuar derritiéndose durante décadas o siglos”. Además, “a más largo plazo el nivel del mar está comprometido a aumentar durante siglos a milenios debido al continuo calentamiento de las profundidades oceánicas y al derretimiento de la capa de hielo, y permanecerá elevado durante miles de años”.

En ese escenario, plantea la ciencia, solo una disminución drástica y rápida de los gases de efecto invernadero puede prevenir la catástrofe, y hoy el único nivel tolerable es el de cero emisiones. “Desde la perspectiva de las ciencias físicas -señala- limitar el calentamiento global inducido por el hombre a un nivel específico requiere limitar las emisiones acumuladas de CO2, alcanzando al menos cero emisiones netas de CO2, junto con fuertes reducciones en otras emisiones de gases de efecto invernadero. Las reducciones fuertes, rápidas y sostenidas de las emisiones de metano también limitarán el efecto de calentamiento resultante de la disminución de la contaminación por aerosoles y mejorarían la calidad del aire”.

“Según el nuevo informe del IPCC, el presupuesto de carbono que nos da las mejores probabilidades de mantenernos por debajo de 1,5°C se agota en menos de 5 años y medio con nuestra tasa de emisiones actual. Tal vez alguien debería preguntar a las personas en el poder cómo planean ‘resolver’ eso”, planteó ayer Greta Thumberg en su cuenta de Twitter.

ONU: eliminar los combustibles fósiles

Conocida la sentencia, y la gravedad del crimen, rápidamente se apuntó a un culpable. A través de un comunicado, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, dijo que el informe del IPCC “es una alerta letal sobre la necesidad de eliminar el carbón y los combustibles fósiles, antes de que su uso destruya nuestro planeta. Después de 2021 no deben construirse nuevas plantas de carbón”.

“Los países integrantes de la OCDE -agregó- deben eliminar el carbón existente para 2030, y todos los demás deben seguir este ejemplo para 2040. Los países también deben dejar de producir combustibles fósiles, detener las exploraciones para encontrar más, dejar de subvencionar los combustibles fósiles y comenzar a subvencionar las energías renovables”.

Mientras, organizaciones ambientalistas ya anuncian una arremetida legal contra los combustibles fósiles con el informe del IPCC como documento de prueba. “No vamos a permitir que este informe sea archivado por una mayor inacción. Al contrario, lo llevaremos con nosotros a los tribunales. Al fortalecer la evidencia científica entre las emisiones humanas y el clima extremo, el IPCC ha proporcionado nuevos y poderosos medios para que todos, en todo el mundo, consideren a la industria de los combustibles fósiles y a los gobiernos como directamente responsables de la emergencia climática. Solo hay que mirar la reciente victoria judicial obtenida por las ong’s contra Shell para darse cuenta de lo poderosa que puede ser la ciencia del IPCC”, afirmó Kaisa Kosonen, asesora política de Clima y Energía en Greenpeace Internacional.

“Mientras los gobiernos -agregó- avanzan lentamente hacia la reducción de las emisiones, centímetro a centímetro, la crisis climática está afectando a comunidades enteras con incendios forestales, inundaciones extremas y sequías. La carrera ha comenzado y el IPCC acaba de fortalecer aún más la conexión entre las emisiones de carbono y el empeoramiento de los extremos climáticos, lo que significa que si los gobiernos no profundizan más que sus débiles objetivos de reducción de emisiones para 2030, la humanidad podría perder”.

En este escenario, la próxima COP26 de Glasgow cobra nueva relevancia. Alok Sharma, el ministro británico que presidirá la cita en noviembre, afirmó ayer que “si alguna vez iba a haber una llamada de atención para el mundo en lo que respecta al cambio climático, este informe lo es. Pero el futuro aún no está escrito, lo peor del cambio climático aún se puede evitar”. Y agregó: “lo que realmente necesitamos ahora es que todos los principales emisores desempeñen su papel, y el G20 será absolutamente clave para nuestro futuro a 1,5°C”.

Pero no se ve fácil. Ni China, ni India ni Brasil han presentado sus planes de recorte de emisiones previo a la COP26, aunque los ojos están puestos principalmente en el primero. El gobierno chino aún planea la construcción de nuevas plantas a carbón, y su dependencia de este combustible -barato y abundante- se acrecentó con la pandemia. De hecho, la Agencia Internacional de Energía alertó en julio pasado que el carbón llevará a un nuevo récord de emisiones de CO2 en 2022, donde China, por sí sola, supondrá más de la mitad de consumo adicional mundial. Aún así, Glasgow quizás sea la última oportunidad de evitar la catástrofe. Ya no hay más tiempo.

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Fuente: País Circular, Martes 10 de Agosto de 2021

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