PAÍS CIRCULAR – La semana pasada presenciamos una tormenta perfecta en el humedal río Maipo. El caudal debilitado del río por efecto del cambio climático y extracción aguas arriba, no logró romper un banco de arena alimentado por fuertes marejadas, lo que obligó a las autoridades -con la colaboración de gestores en conservación- a abrir una zanja para evacuar el agua acumulada hacia el mar y evitar inundaciones en las comunidades aledañas.
Resulta paradójico que, en un contexto de crisis ambiental, sequía histórica y fenómenos climáticos extremos, la infraestructura verde por excelencia que nos ayuda a mitigar estos efectos sea la que reciba todos los impactos. Hoy, los humedales (algunos de ellos urbanos) parecen ser una linda alfombra bajo la cual se esconde la incapacidad público-privada de ponernos de acuerdo en una gestión integrada de cuencas hidrográficas.
El agua es nuestro sustento vital y el de la naturaleza. Lo ocurrido en el río Maipo debiese ser una señal de alerta para tomar acción y añadir la capa ecosistémica al actual ordenamiento territorio político-administrativo y avanzar hacia un modelo integrado cuya base sea el agua, de modo tal que la gestión del recurso hídrico asegure el consumo humano, las actividades económicas y la conservación de la biodiversidad. Hoy, la balanza no está equilibrada y la indiferencia, como fuimos testigos, corre aguas abajo.
Diego Urrejola, Director Ejecutivo de Fundación Cosmos.
Fuente: País Circular, Jueves 2 de Febrero de 2023