OPINIÓN – El diccionario de la RAE define infraestructura como el conjunto de elementos, dotaciones o servicios necesarios para el funcionamiento de un país y/o de una ciudad. ¿Y en el caso de un estado de emergencia sanitaria? Lo invisible se hace visible.
En estos días cobra mayor relevancia la cadena de suministro, el transporte de mercancías resulta crucial, en especial el abastecimiento de los elementos fundamentales de supervivencia: material sanitario, alimentos y medicinas.
En España los hábitos de consumo de las familias españolas han cambiado abruptamente en estas semanas de cuarentena, marcando récords en las compras on line de alimentos, fármacos y hasta juegos para niños y equipamiento para trabajar de forma remota. El pasado 26 de marzo fue el peak de compras del sector alimentación, con un incremento del 218,5%.
Pero para que todas estas adquisiciones lleguen a los hogares se requiere una óptima cadena logística, y es entonces, ansiosos por la recepción de nuestros productos, cuando reparamos en lo invisible.
Sin duda, debemos aprender de la actual situación para reflexionar sobre las tensiones a las que está sometida la cadena logística per se, y que se encuentran, por cierto, fuertemente marcadas por el factor urbano de manera bidireccional, pues las soluciones que demos al transporte de carga no pueden obviar los impactos que se generen sobre la vida en las ciudades, en concreto sobre la movilidad y la calidad del entorno, aspectos en ocasiones olvidados en el diseño de nuestras ciudades. La planificación de la infraestructura en la ciudad debe considerar el transporte de carga en armonía con el desarrollo de la movilidad urbana.
El mejoramiento de la infraestructura logística impactará positivamente en la calidad de vida de las personas, materia que se ha tomado la agenda y en la que, considerando el rol que cumple la infraestructura pública para el desarrollo, nos obliga más que nunca a trabajar en una logística urbana eficiente, haciendo imperioso impulsar políticas públicas que fomenten la inversión en la infraestructura necesaria para mejorar los servicios logísticos del país, siendo esta una gran oportunidad para la cooperación público-privada, más aun considerando los pronósticos económicos post Covid-19. En este sentido, el Consejo de Políticas de Infraestructura (CPI) ha sostenido que estas políticas públicas de desarrollo de infraestructura requieren dimensionar de forma integral obras de descarga y abastecimiento en las ciudades, siendo a su vez, requisito indispensable que todas las propuestas consideren soluciones innovadoras orientadas al respeto del medioambiente y la sostenibilidad.
Por otra parte, cabe mencionar que, entre los requerimientos a los que está asociada la infraestructura logística se encuentra la vialidad. Por supuesto, es fundamental contar con una infraestructura para el transporte que permita el flujo de carga por medios seguros y de calidad, pero no debemos olvidar que sirve además como una eficaz herramienta para la integración social y económica de aquellos sectores más alejados de los centros urbanos, facilitando a su vez la tan necesaria descentralización de las actividades económicas, sociales y políticas. Sin olvidar su rol, fundamental en estos días, conectar a Chile con el resto del mundo, y entre los propios chilenos.
Es importante señalar que el transporte de carga interno del país se realiza fundamentalmente a través de infraestructura vial. Sin embargo, hemos visto como el crecimiento de la actividad económica y de los ingresos proyectados para Chile han hecho insuficiente este modo para satisfacer las necesidades de la población. En esta perspectiva, el postergado ferrocarril debe adquirir un mayor protagonismo como complemento al modo carretero, aprovechando las economías de escala propias del sistema ferroviario además de la reducción de tiempos de viaje, descongestión de las carreteras de acceso a las ciudades y la menor contaminación ambiental y emisiones de gases de efecto invernadero.
Las políticas públicas que aborden el sistema logístico del país deben prever que este está compuesto por una serie de componentes conectados al servicio de la carga, requiriendo necesariamente una mirada sistémica, no parcelada del flujo de las mercancías, pues estas atraviesan diversos ámbitos. En este sentido el Ministerio de Transportes juega un rol articulador al congregar a los diversos actores y dar coherencia a los esfuerzos que en esta materia se realicen, sin embargo, se debe pensar en mejoras institucionales que faciliten el flujo en la toma de decisiones y ayuden a priorizar dimensiones que representen mayores oportunidades.
En estos días, que invitan a la reflexión, a replantearnos el orden de las cosas, cuando tenemos el ansia por el abastecimiento de nuestros hogares y centros de salud, reparamos en lo que pareciera haber permanecido invisible. Hoy, conscientes de las demandas del 18-O y la realidad que como país enfrentamos con el Covid-19 se hace más patente que nunca la necesidad de Chile de disponer de una eficiente y no invasiva infraestructura para la logística.
Estefanía Rodríguez R.
Cientista Político
Fuente: Opinión, Miércoles 15 de Abril de 2020