EL MERCURIO – Desde el aire se ve como una enorme estrella de mar en medio de los suburbios del sur de Beijing. El nuevo aeropuerto internacional de Daxing, diseñado por la prestigiosa firma de arquitectos de Zaha Hadid (fallecida en 2016), se ha convertido en la última joya de infraestructura del Presidente Xi Jinping, que se empeñó en que se construyera en apenas cuatro años y nueve meses y estuviera lista para ser inaugurada en el 70° aniversario de la fundación de la República Popular de China el 1 de octubre.
El terminal aéreo pretende descongestionar el Beijing Capital International, el segundo más transitado del mundo, que con 101 millones de pasajeros anuales ya está sobrepasado. Con 780.000 m{+2} construidos y una superficie total de 46 km{+2} —más de dos veces la comuna de Santiago, lo que obligó a demoler 11 barrios y reubicar a 20 mil personas—, será el aeropuerto más grande en un solo edificio, superando al Hartsfield-Jackson de Atlanta, que se reparte en distintas secciones. Daxing espera a recibir inicialmente a 72 millones de pasajeros al año pero se proyectan ampliaciones —sus pistas pasarán de cuatro a ocho en 2040— para que supere el umbral de los 100 millones y en el largo plazo opere hasta con el doble.
Aunque queda más lejos del centro que el otro terminal aéreo de Beijing —a 46 km de la Plaza de Tiananmen—, Daxing estará a solo 20 minutos de viaje, gracias a que no solo estará conectado al metro sino también a una nueva línea de tren rápido. Estas obras viales y ferroviales encarecieron el costo del terminal, que en total llegaría a US$ 58.000 millones.
Para Xi se trataría de un precio razonable en términos de prestigio y de las necesidades del gigante asiático en materia aeronáutica.
Según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, China se convertirá en los próximos tres años en el mayor mercado aéreo del mundo, superando a EE.UU., gracias a una nueva clase media que en la próxima década tendrá unos 500 millones de personas. El año pasado los aeropuertos chinos tuvieron un tráfico de 1.264 millones de pasajeros, 10,2% más que en 2017, y en el país ya hay 37 terminales con un flujo anual de más de 10 millones, y 10 con más de 30 millones.
Para el gobierno, es todo un desafío: el país hoy tiene unos 235 aeropuertos de uso civil, pero según las autoridades necesitará al menos 450 hacia 2035, cuando China tenga un cuarto del tráfico mundial de viajeros, con unos 1.600 millones de vuelos anuales. Actualmente se están construyendo 30 terminales aéreos, hay 43 en proceso y 125 en plan de expansión, según la Administración de Aviación Civil de China.
Xi Jinping piensa en estas grandes obras de infraestructura como parte de su legado tangible, y una continuación de la fiebre de la construcción en China, que ha hecho que desde 2003 el país utilice más hormigón cada dos años que lo usado por EE.UU. en todo el siglo XX.
El aeropuerto de Daxing se suma a esa tendencia: con unos 1,6 millones de m{+3} de hormigón —4,5 veces lo que se usó en la torre del Costanera Center— y 52.000 toneladas de acero utilizados en su construcción, en la cual trabajaron unas 40.000 personas, el terminal es uno de los proyectos de mayor envergadura iniciados durante el gobierno de Xi, que comenzó en marzo de 2013.
Entre sus obras más emblemáticas, el mandatario también inauguró en octubre de 2018 el puente más largo del mundo sobre el mar, que une Hong Kong con China continental a través de 55 km, que costó unos US$ 18.300 millones. Y está pronto a cortar la cinta del puente de 16 km y dos niveles que conectará con la isla de Pingtan, la más cercana a Taiwán, que Beijing considera una provincia rebelde. Pero Xi promete mucho más, gracias a su Iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda, que contempla multimillonarias inversiones en puertos, trenes y caminos en varios países.
“El aeropuerto de Daxing es definitivamente un símbolo del surgimiento de China como superpotencia”, comenta Jean Deville, editor del sitio especializado China Aerospace. “Todo en él es masivo: es uno de los terminales más grandes del mundo, tiene una arquitectura de clase mundial y múltiples innovaciones, como su iluminación. Pero creo que su principal razón de ser es la saturación del aeropuerto Beijing Capital”, agrega el experto, que resalta el creciente flujo de pasajeros en esta ciudad de 21,5 millones de habitantes, que entrará ahora en el club de urbes como Nueva York, Londres o París que tienen más de un terminal internacional.
Pero también hay dudas.
Edward Friedman, autor de varios libros sobre el modelo de desarrollo chino, sostiene que estos megaproyectos de infraestructura, si bien tienen un impacto económico —la construcción representó en 2017 un tercio de la expansión de la economía del país— y ayudan a mejorar la posición de Xi, podrían no ser sustentables en el largo plazo. “Como ocurrió con Daixing, China subsidia la construcción de infraestructura moderna para hacer que su nueva economía industrializada sea más eficiente y competitiva a nivel mundial”, dice. “Pero después de un tiempo, el negocio de la construcción se convierte en un poderoso interés creado que se sirve más a sí mismo que a las necesidades de la economía. (…) La construcción costosa redundante es parte de un círculo vicioso que ralentiza el crecimiento”.
Fuente: El Mercurio, Sábado 27 de Julio de 2019
El “gran salto adelante” de China en los cielos
EL MERCURIO – Desde el aire se ve como una enorme estrella de mar en medio de los suburbios del sur de Beijing. El nuevo aeropuerto internacional de Daxing, diseñado por la prestigiosa firma de arquitectos de Zaha Hadid (fallecida en 2016), se ha convertido en la última joya de infraestructura del Presidente Xi Jinping, que se empeñó en que se construyera en apenas cuatro años y nueve meses y estuviera lista para ser inaugurada en el 70° aniversario de la fundación de la República Popular de China el 1 de octubre.
El terminal aéreo pretende descongestionar el Beijing Capital International, el segundo más transitado del mundo, que con 101 millones de pasajeros anuales ya está sobrepasado. Con 780.000 m{+2} construidos y una superficie total de 46 km{+2} —más de dos veces la comuna de Santiago, lo que obligó a demoler 11 barrios y reubicar a 20 mil personas—, será el aeropuerto más grande en un solo edificio, superando al Hartsfield-Jackson de Atlanta, que se reparte en distintas secciones. Daxing espera a recibir inicialmente a 72 millones de pasajeros al año pero se proyectan ampliaciones —sus pistas pasarán de cuatro a ocho en 2040— para que supere el umbral de los 100 millones y en el largo plazo opere hasta con el doble.
Aunque queda más lejos del centro que el otro terminal aéreo de Beijing —a 46 km de la Plaza de Tiananmen—, Daxing estará a solo 20 minutos de viaje, gracias a que no solo estará conectado al metro sino también a una nueva línea de tren rápido. Estas obras viales y ferroviales encarecieron el costo del terminal, que en total llegaría a US$ 58.000 millones.
Para Xi se trataría de un precio razonable en términos de prestigio y de las necesidades del gigante asiático en materia aeronáutica.
Según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, China se convertirá en los próximos tres años en el mayor mercado aéreo del mundo, superando a EE.UU., gracias a una nueva clase media que en la próxima década tendrá unos 500 millones de personas. El año pasado los aeropuertos chinos tuvieron un tráfico de 1.264 millones de pasajeros, 10,2% más que en 2017, y en el país ya hay 37 terminales con un flujo anual de más de 10 millones, y 10 con más de 30 millones.
Para el gobierno, es todo un desafío: el país hoy tiene unos 235 aeropuertos de uso civil, pero según las autoridades necesitará al menos 450 hacia 2035, cuando China tenga un cuarto del tráfico mundial de viajeros, con unos 1.600 millones de vuelos anuales. Actualmente se están construyendo 30 terminales aéreos, hay 43 en proceso y 125 en plan de expansión, según la Administración de Aviación Civil de China.
Xi Jinping piensa en estas grandes obras de infraestructura como parte de su legado tangible, y una continuación de la fiebre de la construcción en China, que ha hecho que desde 2003 el país utilice más hormigón cada dos años que lo usado por EE.UU. en todo el siglo XX.
El aeropuerto de Daxing se suma a esa tendencia: con unos 1,6 millones de m{+3} de hormigón —4,5 veces lo que se usó en la torre del Costanera Center— y 52.000 toneladas de acero utilizados en su construcción, en la cual trabajaron unas 40.000 personas, el terminal es uno de los proyectos de mayor envergadura iniciados durante el gobierno de Xi, que comenzó en marzo de 2013.
Entre sus obras más emblemáticas, el mandatario también inauguró en octubre de 2018 el puente más largo del mundo sobre el mar, que une Hong Kong con China continental a través de 55 km, que costó unos US$ 18.300 millones. Y está pronto a cortar la cinta del puente de 16 km y dos niveles que conectará con la isla de Pingtan, la más cercana a Taiwán, que Beijing considera una provincia rebelde. Pero Xi promete mucho más, gracias a su Iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda, que contempla multimillonarias inversiones en puertos, trenes y caminos en varios países.
“El aeropuerto de Daxing es definitivamente un símbolo del surgimiento de China como superpotencia”, comenta Jean Deville, editor del sitio especializado China Aerospace. “Todo en él es masivo: es uno de los terminales más grandes del mundo, tiene una arquitectura de clase mundial y múltiples innovaciones, como su iluminación. Pero creo que su principal razón de ser es la saturación del aeropuerto Beijing Capital”, agrega el experto, que resalta el creciente flujo de pasajeros en esta ciudad de 21,5 millones de habitantes, que entrará ahora en el club de urbes como Nueva York, Londres o París que tienen más de un terminal internacional.
Pero también hay dudas.
Edward Friedman, autor de varios libros sobre el modelo de desarrollo chino, sostiene que estos megaproyectos de infraestructura, si bien tienen un impacto económico —la construcción representó en 2017 un tercio de la expansión de la economía del país— y ayudan a mejorar la posición de Xi, podrían no ser sustentables en el largo plazo. “Como ocurrió con Daixing, China subsidia la construcción de infraestructura moderna para hacer que su nueva economía industrializada sea más eficiente y competitiva a nivel mundial”, dice. “Pero después de un tiempo, el negocio de la construcción se convierte en un poderoso interés creado que se sirve más a sí mismo que a las necesidades de la economía. (…) La construcción costosa redundante es parte de un círculo vicioso que ralentiza el crecimiento”.
Fuente: El Mercurio, Sábado 27 de Julio de 2019