EL MERCURIO – El Gobierno evalúa crear una figura ministerial que supervise que los llamados “fondos espejo” del Transantiago efectivamente se utilicen en proyectos de transporte. Para ello, estimulará el desarrollo de iniciativas en el área, de manen que los recursos no se desvíen hacia otros objetivos. Se trata de sumas importantes, pues el Transantiago tiene un costo enorme. Este año, por ejemplo, alcanza a 858 millones de dólares, cantidad cercana al costo de construir una Carretera de la Fruta al año, con un remanente para otros proyectos de unos 200 millones de dólares; o, también, para hacer anualmente dos embalses similares al de Catemu, cada uno capaz de regar 25 mil hectáreas.
Los fondos espejo del Transantiago surgieron porque, al requerirse para operar el transporte público de Santiago recursos no anticipados en sus planes originales, congresistas de regiones exigieron, para dar su aprobación, que se realizan un gasto similar en sus zonas. Dado que el subsidio al Transantiago consiste en recursos adicionales a los que la Región Metropolitana ya recibía para inversión pública, los parlamentarios demandaron que esos dineros solo fueran a proyectos relacionados con transportes, de manera de asegurar que efectivamente se tratara de nuevos fondos y no de reasignaciones que disminuyeran la inversión regional.
Sin embargo, la realidad demostró ser más fuerte, y como dos tercios de los fondos espejo son manejados por los propios gobiernos regionales, estos suelen identificar proyectos en salud o en educación que responden mejor a las necesidades de la región o son más urgentes.
Por lo tanto, son las mismas regiones cuyos senadores exigieron que los fondos solo se destinaran a obras de transporte las que desvirtúan el objetivo de la ley. Ello tiene lógica: ciertamente hay en las regiones necesidades de inversión en transporte que se benefician con los recursos de los fondos espejo, pero en algún momento se habrán resuelto los problemas más importantes, y habrá otros sectores en los que los dineros serían mejor invertidos.
Ante las quejas de los parlamentarios regionales por esta supuestamente inapropiada asignación, el Ministerio de Transportes creará la figura de este encargado ministerial para que interactúe con las regiones, las asesore, colabore en el buen diseño de los proyectos y vigile que los recursos se destinen al objetivo que les dio la ley, aunque tal vez las regiones prefieran otros usos.
Si bien esta medida es mejor que permitir que los recursos públicos se utilicen en proyectos de transporte mal diseñados, sigue existiendo una contradicción entre las necesidades de inversión pública de las regiones y lo que se puede hacer con los dineros del Transantiago. Desde esa perspectiva, tal vez la real solución sea otra: lograr reducir los costos del sistema de transporte público metropolitano, materia en la que el ministerio puede influir decisivamente al diseñar las bases para la nueva licitación de operadores Si esas bases están bien hechas y proveen incentivos adecuados, sería posible reducir la ineficiencia actual del servicio, el que podría seguir siendo subsidiado pero no en las exorbitwe
Fuente: El Mercurio, Martes 21 de agosto de 2018