LA TERCERA – “Santiago nunca saldrá del subdesarrollo sin un alcalde mayor”. Esa frase la escuché de un profesor cuando partí mi magíster de urbanismo y nunca la pude olvidar. Casi veinte años después, pensé que por fin veríamos la luz cuando la ex Presidenta Bachelet anunció la elección de gobernadores regionales con amplios poderes.
Pero mi alegría duró poco. Resultó que los actores políticos que debían aprobar el proyecto de ley, eran los mismos que perderían poder si ello ocurría. Entonces dilataron la discusión en el Congreso y fueron mermando las atribuciones del gobernador, hasta dejarlo como un león sin dientes ni garras. Luego le pusieron un “delegado presidencial” a cargo de las platas y las secretarías regionales ministeriales, es decir de todo el gabinete operativo.
¿Qué hará el gobernador elegido entonces? Nadie lo tiene claro, aunque es evidente que no será el zar que mi profesor vaticinó y no tiene sentido que nos sigamos ilusionando con ello. El desafío es avanzar ajustando la institucionalidad vigente, mientras esperamos la llegada del alcalde mayor en 10 años más, si tenemos suerte.
Un primer problema a resolver, es el bloqueo de los municipios a iniciativas que benefician el área metropolitana, como densificar los entornos del Metro o exigir cuotas de vivienda social a los proyectos inmobiliarios. El alcalde mayor lo evitaba, pero el mismo efecto se logra si la densificación del Metro o la vivienda social se regula a nivel intercomunal como el límite urbano, que no pueden modificar los municipios.
Otra gracia del alcalde mayor era sacarnos del cosismo de las cosas simples, con sus paraguas y pavimentos de colores, para invitarnos a soñar en grande. Pero hemos visto que lo mismo se logra cuando se inaugura la Línea 6 del Metro, un parque municipal como el IV Centenario de Osorno o una playa artificial como Trocadero de Antofagasta.
El alcalde mayor coordinará a los actores mejor que nadie, pero podemos adelantar la pega si reducimos a la mitad los servicios públicos que participan, simplificamos el engorroso trámite de la evaluación social y reforzamos ministerios operativos y municipios que han demostrado capacidad ejecutiva con pocos recursos como La Pintana.
Además de ganar tiempo, estas medidas servirán para generar un contrapeso en caso que el alcalde mayor sea un populista o un incompetente, algo que mi profesor nunca imaginó de tanto idealizar el cargo, olvidando que su efectividad dependerá de la calidad del político que gane la elección, un tema incierto en los tiempos que corren.
Fuente: La Tercera, Lunes 12 de noviembre de 2018