DIARIO FINANCIERO – Preocupado y no sólo por los fuertes temporales de principios de febrero está el productor de arándanos y cerezas de Ñuble, Álvaro Gatica. Dice que nunca, en al menos las últimas tres décadas, había enfrentado la escasez de mano de obra en sus campos que vio este año.
“Lo hemos vivido todos los fruticultores de aquí, no solo yo, estamos hablando de que faltó un 30% a 40% de la mano de obra”, comenta el también director de la Asociación de Agricultores de Ñuble.
Presidente de Fedefruta, Jorge Valenzuela.
Las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) muestran que la ocupación en la agricultura llegó a 574.070 plazas en el trimestre móvil octubre-diciembre, 156 mil menos que doce meses atrás. Sin embargo, en años previos, el peak se ha alcanzado en el período diciembre-febrero con más de 760 mil trabajadores y, dados los antecedentes que existen hasta ahora, este verano no se llegará a esa cifra.
El fenómeno se empezó a notar en noviembre con las primeras cosechas de uva de mesa en el valle de Copiapó, y se ha mantenido con las labores de cerezas, carozos y berries en la zona centro sur.
“Los confinamientos han generado dificultades en los traslados de trabajadores, tanto entre interregional como intrarregional, esto último, por el plan Paso a Paso que tiene a comunas de una misma región en distintas fases”, explica el presidente de Fedefruta, Jorge Valenzuela.
Álvaro Gatica, agricultor de Ñuble.
Gatica acota que la mayoría de quienes se desempeñan en la agricultura son personas de edad, mayores de 50 años -los jóvenes no quieren estas labores-, y muchos tuvieron miedo de salir a trabajar.
“También en el campo es fuerte el componente femenino, especialmente para el trabajo con los racimos, en el caso de las uvas. La mayoría de ellas son de contextura más gruesa y de mayor edad y por la pandemia salieron menos a trabajar en estas labores, porque tenían que cuidar a sus hijos, adultos mayores o por cuidarse del contagio”, acota Carolina Cruz, presidenta de Uvanova y agrega que la escasez de trabajadores en la uva alcanza al 30%.
Carolina Cruz, presidenta de Uvanova.
La mano de obra en el agro estaba también muy basada en los inmigrantes, especialmente de Perú y Bolivia que llegaban a las cosechas del norte y un buen porcentaje se trasladaba luego al sur.
Su ausencia se ha hecho sentir. “Por la menor cantidad de jornaleros, ha habido labores de temporada que hemos debido dejar a un lado”, complementa Valenzuela.
A raíz de las cuarentenas tuvieron que redistribuir la mano de obra local y trasladarla, lo que ha elevado los costos de producción, al igual que las medidas sanitarias adicionales. Todo lo anterior, indica el líder de los fruticultores, ha llevado a un aumento de las remuneraciones, buscando atraer jornaleros y trabajadores de temporada, un esfuerzo que ha significado niveles récord en algunos subsectores.
¿Cuánto ganan? Depende del tipo de trabajo que realicen, la zona y las condiciones que se negocien. Algunos pactan sueldo base y variable, según su productividad, y el rango va de $ 15 mil a $ 35 mil brutos diarios.
Gatica, señala que en el caso de las cerezas van desde los $ 30 mil y han llegado a los $ 50 mil diarios.
Efecto bonos y 10%
Tanto Cruz como Gatica coinciden en que otros dos factores influyeron en la escasez de mano de obra en el rubro: el rescate de parte de sus ahorros previsionales y el temor a perder los bonos que entregó el Gobierno.
“La gente que pudo hizo su retiro del 10% de las AFP, algunos dos veces, entonces, no se vieron en la necesidad de salir a trabajar como en años anteriores”, dice Gatica.
Cruz complementa con el efecto bonos. “Había gente que estaba dispuesta a trabajar, pero no querían que les pagaran las imposiciones para no perder los bonos, como el bono Covid y eso no lo podemos hacer, porque ellos deben tener sus imposiciones al día o nos sancionan a nosotros, entonces ha sido complejo”, relata.
Ante este panorama, Gatica teme que algunos productores comiencen a replantearse los cultivos y la introducción de maquinaria para reemplazar la mano de obra. Pero, hay productos delicados que requieren un trabajo más fino.
Les llueve sobre mojado
Las uvas, que son el bastión frutícola entre la Metropolitana y la VI Región esta temporada han sufrido un doble estrés. Primero, enfrentaron la “marea roja”, como llaman a la fuerte demanda de trabajadores por parte de los cereceros. “Venían de un momento muy rentable, con un alto valor de sus cosechas y acarreaban mucha gente, nos vimos golpeados por la falta de gente y, como golpe de gracia, vino la lluvia y nos pilló con racimos en su mejor performance”, cuenta Cruz.
“La uva demanda harta gente en este período, después de la poda para el trabajo de los racimos y no puedes usar automatización. No es como las cerezas que, en un momento las metes en una máquina y listo. En el caso de la uva, es un trabajo casi artesanal”, añade.
Tras efectuar un recorrido por la zona, constató el daño. Las altas temperaturas han acelerado la aparición de hongos y teme que esto implique un alto costo para ellos y para el país. Si la temporada pasada produjeron 74 millones de caja, cree que ahora podrían bajar a 68 millones o 70 millones.
A eso se suma que en este momento se requiere más mano de obra para salvar los parrones, pero la gente no quiere limpiar. “Entonces, muchos se preguntan ¿tiene sentido rescatar cuando tienes un 50% de pérdida?”, señala la dirigenta.
La preferencia por los “pololitos”
Como lo constató el Informe de Percepción de Negocios del Banco Central, la construcción es otro rubro donde se ha sentido una menor oferta de trabajadores. Dependiendo de los cultivos, la temporada de cosecha se extiende desde noviembre a fines de marzo.
“Hoy hay una alta demanda por parte del sector agrícola en todo lo que es cosecha, y es gente que en general se rota entre la construcción y el sector agrícola”, detalla el vicepresidente de la CChC, Carlos Zeppelin, quien precisa que se trata fundamentalmente de personal no calificado.
Carlos Zeppelin, vicepresidente de la CChC.
El directivo añade que han visto una baja en la capacidad de poder captar a esas personas, sobre todo con el alto plan de inversión pública que tiene el Gobierno. “Esto se nota más en la zona centro y en la zona sur más que en la zona norte, es donde está más radicado el problema de mano de obra”, precisa.
En el trimestre octubre-diciembre de 2020 hubo 655.603 ocupados en el sector, un 16,7% menos que en igual período de 2019, según los datos del INE.
A las razones de falta de mano de obra detalladas en el agro, Zeppelin suma para el caso de la construcción el retiro de ahorros, pero de una manera distinta. “Se ha detectado también, a través de algunas cifras del retail, que hay muchos maestros y oficios de la construcción, que hoy con el 10% de la AFP y con otras ayudas que ha dado el Gobierno, les ha surgido un segundo empleo que tiene que ver fundamentalmente con hacer pololitos. Hoy hay mucha ampliación de viviendas, como nunca”, explica.
Los oficios que están más complicados con la falta de mano de obra son los maestros albañiles, carpinteros, que son de terminaciones fundamentalmente; y en los menos calificados, los jornales. Puntualmente, en el caso de obras públicas, hay oficios como laboratoristas viales que están complicados.
A su juicio, a fines de marzo debería regularizarse “tanto lo que es el empleo, que es la incertidumbre mayor, como la escasez y el quiebre de stock que hay también en el área de construcción”.
Cámara de la Construcción advierte sobre el
flanco de los insumos: “Hubo mucho quiebre de stock”
En la construcción han notado, además de la falta de mano de obra, la falta de insumos.
“Durante todo este periodo que ha habido cuarentena, en que hubo una disminución de las producciones, hubo mucho quiebre de stock y mucha ralentización de la producción y eso generó -cuando se levantaron las restricciones desde octubre- una alta demanda en materiales y no estaban los stocks preparados para eso”, relata Zeppelin.
De hecho, acota, el Índice de Precios al Productor del INE de materiales de construcción subió 3,3% anual en noviembre y 4,5% anual en diciembre. “Evidentemente, ha habido un importante aumento de los costos de materias primas”, dice.
Hasta ahora, en la construcción ven 2021 con mucha incertidumbre. “En el sector público tenemos un esfuerzo importante del Gobierno por viviendas sociales e infraestructura pública, pero históricamente son un tercio de la inversión que requiere el país, dos tercios de la inversión es privada”, precisa.
Sin embargo, advierte que para la inversión privada hoy existe incertidumbre “por los mayores costos de materiales, por la ida de mano de obra y por menor disponibilidad de recursos para poder captar nuevos proyectos con condiciones financieras más restrictivas. Evidentemente, están todos esperanzados en la vacuna, pero con eso no vamos a lograr un estándar para poder trabajar sin los controles sanitarios hasta quizás 2022, por lo tanto, este año vamos a estar con restricciones sanitarias y esos tres efectos hacen pensar y dudar en el inicio de nuevos proyectos”.
Lo mismo cree Valenzuela, “hasta que la vacunación masiva no logre sus objetivos, esta situación de la falta de trabajadores de las restricciones de la pandemia seguirá siendo un tema”.
Fuente: Diario Financiero, Jueves 11 de Febrero de 2021