REPORTE MINERO – Opinión de Juan Pablo Negroni, country manager para Chile de IDE Water Technologies.
Un reciente informe de la ONU, elaborado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), afirma que, para el año 2050, en el sur de Sudamérica la temperatura se elevará en cerca de 2° Celsius, lo que vendrá acompañado de una gran sequía agrícola. Esto afectaría tanto al Centro como el Sur de Chile.
Lo anterior se traduciría en escasez de lluvias y de nieve, escenario que ya venimos observando hace varios años en nuestro país. Claramente estamos en una situación muy compleja como sociedad y, al parecer, no hemos dimensionado las reales consecuencias que esta dura realidad tendrá en las futuras generaciones.
De hecho, en 2020 Valparaíso presentaba un déficit de precipitaciones de 36,8%, el cual llegaría a 70% en algunas zonas de esa región. En Coquimbo, en tanto, la falta de lluvias anuales asciende a 70,6%, y los embalses y caudales de las provincias de Elqui, Limarí y Choapa no estarían transportando más del 30% de su capacidad y volumen hídrico.
Si bien se han realizado esfuerzos en distintos sentidos como, por ejemplo, la creación del Ministerio de Obras Públicas y Recursos Hídricos, junto con la Subsecretaría de Recursos Hídricos, lo cual busca motivar el uso responsable del agua, entre otras metas, aún falta adoptar otras decisiones que contribuyan en el mediano y largo plazo a enfrentar la preocupante escasez de lluvias. Otro aspecto importante para mencionar es el alto porcentaje de aguas no facturadas que tenemos en Chile, y que no ha mejorado significativamente en los últimos años.
Sin duda, estamos contra el tiempo. En este contexto, las tecnologías como la desalinización y el reúso de aguas tratadas son alternativas concretas que pueden suministrar el vital elemento a una comuna o región.
En Israel, por mencionar un caso, casi el 75% del agua potable de los hogares se genera mediante la tecnología de desalinización, existiendo además entre la población una gran sensibilidad y conciencia- creada desde la infancia- respecto al uso adecuado y cuidado del mencionado recurso. Por otro lado, en países como Singapur cerca del 30% del agua potable proviene del reúso de aguas servidas tratadas.
Dado que económica y técnicamente las plantas desalinizadoras son factibles en Chile (actualmente hay más de 20 plantas en operaciones y similar número está en desarrollo) se hace necesario acelerar el ritmo en esta materia, pues de una emergencia hídrica podemos pasar en algunos años a una crisis nacional en este tema, como consecuencia del avance de la sequía y cambio climático que nos está afectando.
Construir una obra de esta naturaleza demora meses o años, por lo que no podemos perder un tiempo que es valioso y que si lo desaprovechamos puede poner en peligro nuestra propia existencia y dañar nuestra economía y actividades sociales.
Chile es un país con un borde costero de miles de kilómetros que posibilitaría y facilitaría el uso de este tipo de tecnología para transformar el agua de mar y salobre en agua potable. Sumado a ello está la cercanía de las principales ciudades con el litoral. Aún podemos actuar con la rapidez y decisión que se requieren para evitar un colapso de proporciones que afecte a nuestras futuras generaciones.
Fuente: Reporte Minero, Martes 12 de Octubre de 2021