Viernes, Diciembre 27, 2024

Electromovilidad: La ruta sustentable del transporte público chileno

PULSO – Las estelas negras del transporte público pronto serán cosa del pasado, pues Chile se prepara a pasos agigantados para dar un salto hacia la electromovilidad. Menores emisiones y mayor eficiencia en el consumo energético, están entre sus principales ventajas.
Ayer, la empresa francesa Alstom anunció que se está alistando para la nueva licitación del Transantiago y, para ello, prepara el arribo en abril de un nuevo bus eléctrico.
Esta unidad cubrirá el trayecto entre la Escuela Militar y el Parque Araucano por tres meses, sin embargo, el objetivo de la empresa es lograr introducir una flota de entre 200 y 300 buses.
La llegada de Alstom es sólo una muestra del interés que ha generado la aplicación del espíritu de la nueva Estrategia Nacional de Electromovilidad (ENE), una iniciativa que fue lanzada a finales de 2017 y que busca, entre otros, que un 100% de los vehículos del transporte público utilicen este tipo de energía al 2040.
“Santiago es una ciudad extremadamente contaminada, por lo tanto, debemos comenzar a poner todas las restricciones necesarias a los vehículos impulsados por combustibles fósiles, especialmente, los diésel”, dice Alberto Escobar, gerente de Movilidad y de Políticas Públicas del Automóvil Club y secretario general de la Asociación de Movilidad Eléctrica de Chile (Amech).
La iniciativa cuenta con el apoyo del sector público y privado, con el fin de acelerar la transición. En ese sentido, en los últimos días el Ministerio de Transportes (MTT) anunció que se incorporará el costo de la energía eléctrica en la fórmula que establece los precios de los pasajes.
“Esta es una señal de que nos estamos preparando de una manera racional, razonable e inteligente para lo que va a venir. Esto permitirá que dejen de ocurrir alzas de precio tan altas como suelen experimentar los combustibles fósiles”, asegura Escobar.
Para hacerse una idea, en la actualidad existen 200 buses eléctricos en el país, 100 de los cuales fueron suministrados por Engie, empresa que en la actualidad está trabajando en la implementación de nuevos electroterminales para el sistema. “Aún queda mucho por hacer respecto a la electromovilidad en Chile, sin embargo, si se realiza un buen trabajo en conjunto entre el ámbito público y privado, es posible lograr una correcta implementación”, asegura Laurent Furedi, director de Movilidad Verde Engie Latam.
LOS DESAFÍOS
De cara a lo que será el futuro del transporte público, aún quedan cosas por resolver. “El país necesita hacer un importante esfuerzo en incentivos, infraestructura y cambios culturales”, dice Furedi.
También es clave poner atención a las nuevas complejidades. Por ejemplo, pensar pensar cuál va a ser el destino de las baterías. En ese sentido, es necesario actuar de una manera distinta a como ha ocurrido en el pasado, es decir, cuando la tecnología ya está instalada. “Necesitamos establecer los mecanismos para su ubicación, reciclaje y reutilización. Su disposición final puede producir consecuencias bastante severas, en términos de sales y ácidos”, asegura Alex Godoy, director del Centro de Investigación en Sustentabilidad de la UDD.
Ver Artículo
Fuente: Pulso, Martes 05 de febrero de 2019

PULSO – Las estelas negras del transporte público pronto serán cosa del pasado, pues Chile se prepara a pasos agigantados para dar un salto hacia la electromovilidad. Menores emisiones y mayor eficiencia en el consumo energético, están entre sus principales ventajas.
Ayer, la empresa francesa Alstom anunció que se está alistando para la nueva licitación del Transantiago y, para ello, prepara el arribo en abril de un nuevo bus eléctrico.
Esta unidad cubrirá el trayecto entre la Escuela Militar y el Parque Araucano por tres meses, sin embargo, el objetivo de la empresa es lograr introducir una flota de entre 200 y 300 buses.
La llegada de Alstom es sólo una muestra del interés que ha generado la aplicación del espíritu de la nueva Estrategia Nacional de Electromovilidad (ENE), una iniciativa que fue lanzada a finales de 2017 y que busca, entre otros, que un 100% de los vehículos del transporte público utilicen este tipo de energía al 2040.
“Santiago es una ciudad extremadamente contaminada, por lo tanto, debemos comenzar a poner todas las restricciones necesarias a los vehículos impulsados por combustibles fósiles, especialmente, los diésel”, dice Alberto Escobar, gerente de Movilidad y de Políticas Públicas del Automóvil Club y secretario general de la Asociación de Movilidad Eléctrica de Chile (Amech).
La iniciativa cuenta con el apoyo del sector público y privado, con el fin de acelerar la transición. En ese sentido, en los últimos días el Ministerio de Transportes (MTT) anunció que se incorporará el costo de la energía eléctrica en la fórmula que establece los precios de los pasajes.
“Esta es una señal de que nos estamos preparando de una manera racional, razonable e inteligente para lo que va a venir. Esto permitirá que dejen de ocurrir alzas de precio tan altas como suelen experimentar los combustibles fósiles”, asegura Escobar.
Para hacerse una idea, en la actualidad existen 200 buses eléctricos en el país, 100 de los cuales fueron suministrados por Engie, empresa que en la actualidad está trabajando en la implementación de nuevos electroterminales para el sistema. “Aún queda mucho por hacer respecto a la electromovilidad en Chile, sin embargo, si se realiza un buen trabajo en conjunto entre el ámbito público y privado, es posible lograr una correcta implementación”, asegura Laurent Furedi, director de Movilidad Verde Engie Latam.
LOS DESAFÍOS
De cara a lo que será el futuro del transporte público, aún quedan cosas por resolver. “El país necesita hacer un importante esfuerzo en incentivos, infraestructura y cambios culturales”, dice Furedi.
También es clave poner atención a las nuevas complejidades. Por ejemplo, pensar pensar cuál va a ser el destino de las baterías. En ese sentido, es necesario actuar de una manera distinta a como ha ocurrido en el pasado, es decir, cuando la tecnología ya está instalada. “Necesitamos establecer los mecanismos para su ubicación, reciclaje y reutilización. Su disposición final puede producir consecuencias bastante severas, en términos de sales y ácidos”, asegura Alex Godoy, director del Centro de Investigación en Sustentabilidad de la UDD.
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Fuente: Pulso, Martes 05 de febrero de 2019

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