Miércoles, Diciembre 4, 2024

El tiempo apremia a nuestro hidrógeno verde, por Hernán de Solminihac

PULSO – Para que el hidrógeno verde se convierta en un pilar clave de la transición energética y un motor de descarbonización, es fundamental que los tiempos de los proyectos de infraestructura se ajusten a la demanda del mercado y a los objetivos ambientales del país. Esto exige no solo acelerar las iniciativas en curso, sino también anticipar las necesidades futuras y planificar estratégicamente.

Chile cuenta con un importante potencial en energías renovables, particularmente solar y eólica, en zonas como el desierto de Atacama y la Patagonia. Este potencial ha motivado a que el Estado impulse una Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde, cuyo propósito es posicionar al país como uno de los mayores exportadores de este combustible sostenible a nivel global. Sin embargo, el panorama actual ha estado cambiando.

El sector enfrenta obstáculos significativos, como el exceso de trámites burocráticos, demoras en la obtención de permisos, altos costos de transporte, y una infraestructura vial y portuaria insuficiente. A ello se suma la falta de un mercado interno robusto que incentive la producción y el consumo local. Estas barreras han comenzado a desincentivar la inversión y a mermar la competitividad de Chile frente a otros mercados emergentes, como Brasil, Uruguay y Colombia, que han avanzado con fuerza en este ámbito.

Aunque el país no ha perdido su atractivo para los inversionistas, su posición se ha visto debilitada por la incertidumbre política, económica y regulatoria. Para mantener su liderazgo en sectores clave como la minería y las energías renovables, es indispensable abordar estos problemas. Esto incluye simplificar la burocracia, robustecer la infraestructura, y asegurar un marco fiscal y legal estable que fomente las inversiones a largo plazo.

Según las estimaciones más recientes, nuevas iniciativas relacionadas con el hidrógeno verde podrían sumarse progresivamente al Sistema de Evaluación Ambiental. Sin embargo, muchas de estas se encuentran aún en etapas tempranas, lo que genera un rezago respecto a años anteriores. Es crucial que este escenario se revierta mediante cambios regulatorios que reduzcan la incertidumbre y aceleren la evaluación de proyectos.

La Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde apunta a que Chile produzca el hidrógeno más competitivo del mundo para 2030 y se ubique entre los tres principales exportadores en 2040. Pero la competencia es grande, y lograr estos objetivos requiere avanzar en permisos, desarrollar infraestructura compartida, y alcanzar escalas de producción que permitan reducir los costos.

Además, es necesario fomentar un mercado interno dinámico que complemente el enfoque exportador. Otros países ya están implementando incentivos para estimular la demanda local, lo que no solo fortalece sus industrias, sino que también acelera la transición energética. En Chile, instrumentos similares podrían ser clave para que el hidrógeno verde ayude a la meta de carbono-neutralidad al 2050.

El hidrógeno verde no solo representa un nuevo capítulo en la transición energética, sino también una oportunidad para que Chile reafirme su compromiso con la sostenibilidad y su papel como líder global en energías renovables; además de generar inversiones significativas y promover el desarrollo local. El tiempo apremia, y el país debe actuar con visión y determinación para aprovechar esta ventana histórica.

*El autor de la columna es profesor titular de Ingeniería UC, miembro de Clapes UC y presidente del Colegio de Ingenieros de Chile

Fuente: Pulso, Martes 3 de Diciembre de 2024

PULSO – Para que el hidrógeno verde se convierta en un pilar clave de la transición energética y un motor de descarbonización, es fundamental que los tiempos de los proyectos de infraestructura se ajusten a la demanda del mercado y a los objetivos ambientales del país. Esto exige no solo acelerar las iniciativas en curso, sino también anticipar las necesidades futuras y planificar estratégicamente.

Chile cuenta con un importante potencial en energías renovables, particularmente solar y eólica, en zonas como el desierto de Atacama y la Patagonia. Este potencial ha motivado a que el Estado impulse una Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde, cuyo propósito es posicionar al país como uno de los mayores exportadores de este combustible sostenible a nivel global. Sin embargo, el panorama actual ha estado cambiando.

El sector enfrenta obstáculos significativos, como el exceso de trámites burocráticos, demoras en la obtención de permisos, altos costos de transporte, y una infraestructura vial y portuaria insuficiente. A ello se suma la falta de un mercado interno robusto que incentive la producción y el consumo local. Estas barreras han comenzado a desincentivar la inversión y a mermar la competitividad de Chile frente a otros mercados emergentes, como Brasil, Uruguay y Colombia, que han avanzado con fuerza en este ámbito.

Aunque el país no ha perdido su atractivo para los inversionistas, su posición se ha visto debilitada por la incertidumbre política, económica y regulatoria. Para mantener su liderazgo en sectores clave como la minería y las energías renovables, es indispensable abordar estos problemas. Esto incluye simplificar la burocracia, robustecer la infraestructura, y asegurar un marco fiscal y legal estable que fomente las inversiones a largo plazo.

Según las estimaciones más recientes, nuevas iniciativas relacionadas con el hidrógeno verde podrían sumarse progresivamente al Sistema de Evaluación Ambiental. Sin embargo, muchas de estas se encuentran aún en etapas tempranas, lo que genera un rezago respecto a años anteriores. Es crucial que este escenario se revierta mediante cambios regulatorios que reduzcan la incertidumbre y aceleren la evaluación de proyectos.

La Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde apunta a que Chile produzca el hidrógeno más competitivo del mundo para 2030 y se ubique entre los tres principales exportadores en 2040. Pero la competencia es grande, y lograr estos objetivos requiere avanzar en permisos, desarrollar infraestructura compartida, y alcanzar escalas de producción que permitan reducir los costos.

Además, es necesario fomentar un mercado interno dinámico que complemente el enfoque exportador. Otros países ya están implementando incentivos para estimular la demanda local, lo que no solo fortalece sus industrias, sino que también acelera la transición energética. En Chile, instrumentos similares podrían ser clave para que el hidrógeno verde ayude a la meta de carbono-neutralidad al 2050.

El hidrógeno verde no solo representa un nuevo capítulo en la transición energética, sino también una oportunidad para que Chile reafirme su compromiso con la sostenibilidad y su papel como líder global en energías renovables; además de generar inversiones significativas y promover el desarrollo local. El tiempo apremia, y el país debe actuar con visión y determinación para aprovechar esta ventana histórica.

*El autor de la columna es profesor titular de Ingeniería UC, miembro de Clapes UC y presidente del Colegio de Ingenieros de Chile

Fuente: Pulso, Martes 3 de Diciembre de 2024

TITULARES