EL MERCURIO – Ha causado molestia que Hyundai, la empresa que construye el puente sobre el canal de Chacao, solicite un aumento en el monto requerido para completar la obra, de US$ 700 millones a US$ 900 millones. Asimismo, pide autorización para retrasar en casi tres años la entrada en servicio del proyecto, es decir, a 2023. Entre las causas del aumento del plazo están la duración de los estudios y las dificultades de construir en una zona de fuertes vientos, con grandes mareas. Además, el socio de Hyundai, la brasileña OAS, quebró, por lo que la empresa coreana debió asumir todo el proyecto.
Si bien se puede entender el mayor plazo por las circunstancias anteriores, no es tan claro por qué se requieren US$ 200 millones adicionales. Después de todo, el proyecto es a suma alzada, lo que le impone riesgos al constructor, pero por los que este cobra en su oferta. Si este mayor costo se hubiera incorporado cuando se hizo la evaluación del proyecto, probablemente no habría superado el análisis de rentabilidad social, razón para su cancelación original bajo el primer gobierno de Bachelet.
El proyecto mismo es una obra atractiva, sería el mayor puente colgante de América Latina y probablemente se transformaría en un símbolo de la zona.
Ante la petición de Hyundai aparecen dos opciones. La primera es continuar con el proyecto, imponiendo condiciones para que no se repita el aumento en el costo de las obras: por ejemplo, se podría requerir que, como contrapartida, Hyundai entregue una boleta de garantía por un monto similar, la que se cobraría si los recursos adicionales no alcanzan para completar el proyecto.
La otra opción es la que propone el exministro Bitran, quien señala que el puente no sería necesario antes de 2040, dados los buenos servicios de transbordadores disponibles en la isla y porque la demanda no justifica el gasto en el puente. En tal caso, se cancelaría el proyecto, y se esperarían los cinco o diez años necesarios para recomenzar la obra, cuando la demanda haya crecido suficientemente.
Se debe recordar que cuando se canceló el proyecto original se le ofrecieron compensaciones a Chiloé, las que se llevaron a cabo y mejoraron sustancialmente las condiciones de la isla. Se construyó un aeródromo en Castro, que ha debido expandirse ante la demanda de un nuevo hospital, y los servicios de transbordadores, tanto con el continente como con las muchas islas del archipiélago, ahora son de buena calidad y tienen horarios generosos. Chiloé no ha sido abandonado, por lo tanto, aun sin puente.
Las autoridades nacionales deberán tomar una decisión respecto del puente, pero, sea cual sea esta, no puede perderse de vista el importante esfuerzo fiscal que se ha hecho en la zona en los últimos años.
Fuente: El Mercurio, Sábado 3 de noviembre de 2018