Miércoles, Noviembre 20, 2024

El momento de potenciar la alianza público privada para una mejor ciudad, por Sergio Montes

PULSO – Entre la pandemia y el 18-O nuestro país ha experimentado un clima ajetreado durante los últimos años, de eso no hay dudas. Pero lo rescatable ha sido el fondo del asunto: relevar las demandas sociales, que han apuntado a que las políticas públicas extremen sus esfuerzos para alcanzar una mayor equidad en las ciudades, tal y como señala un reciente informe elaborado por el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano y el PNUD.

Y para que este clima tienda a estabilizarse se requieren esfuerzos público-privados, que permitan hacerse cargo de esta nueva realidad. Desde la vereda del sector inmobiliario, que en su naturaleza tiene importantes externalidades, los privados podemos jugar un importante rol en la medida que existan las voluntades y el ambiente propicio. Este rubro debe velar por la regeneración paulatina de nuestras ciudades y, con ello, del espacio público. Esa es una gran responsabilidad y también una oportunidad de hacer un aporte a la ciudad y a sus habitantes. ¿Cómo? A través del despliegue de edificios integrados armónicamente, más altos y densos en zonas bien conectadas y equipadas para permitir a más personas acceder a esa capacidad instalada y a mejores condiciones de vida; y de menor elevación y densidad en su periferia.

No obstante, los ejemplos anteriores se tratan de conceptos de urbanismo básico, que debieran estar cubiertos en la normativa. ¿Cómo ir más allá? Pensando en el diseño de cada edificio en su mérito, ya que se puede estructurar de infinitas formas. En ese sentido, está en los desarrolladores buscar la manera de generar el mayor aporte posible, tanto en su aspecto como en su conexión con la ciudad y sus habitantes. Su llegada a la vereda, la interacción con el peatón y el respeto al barrio donde se inserta, son aspectos que se deben potenciar, agregando valor al entorno. El mayor desafío es generar estas mejoras al espacio público en asuntos que sean valorados por los usuarios, logrando proyectos que sean un aporte y, a su vez, económicamente sostenibles.

En la misma línea, el mundo privado debe lograr ver su actividad como algo que trasciende los límites de su propiedad y se transforma en una contribución social. Esto puede sonar a filantropía, pero eso no sería replicable. La clave está en entender que hoy existe una oportunidad de hacer empresas que tengan un propósito de aporte social, de un modo económicamente sustentable. Esta oportunidad se ha potenciado en gran medida debido a la mayor participación e información de la ciudadanía a través de redes sociales y otros medios. Esto lejos de ser una amenaza, permite que el aporte de los privados al espacio público sea cada vez más valorado.

Ahora bien, desde la vereda pública, se deben definir normas claras y sensatas, sin ser demasiado restrictivas para permitir el emprendimiento, la creatividad y el desarrollo de la actividad inmobiliaria, con fuerte fiscalización y sanciones efectivas en caso de incumplimiento. Además, se debe valorar e incentivar la capacidad del mundo privado de generar aportes en la calidad de vida de los ciudadanos. El Estado no puede solucionar los problemas sociales solo, y los privados no pueden lograr esos objetivos sin normas claras y un ambiente propicio. Chile nos necesita a todos y por nuestro lado estamos disponibles ¿quién se suma?

Sergio Montes, socio de Inmobiliaria Regenera y MSc Urbanismo University College of London

Fuente: Pulso, Lunes 14 de Febrero de 2022

PULSO – Entre la pandemia y el 18-O nuestro país ha experimentado un clima ajetreado durante los últimos años, de eso no hay dudas. Pero lo rescatable ha sido el fondo del asunto: relevar las demandas sociales, que han apuntado a que las políticas públicas extremen sus esfuerzos para alcanzar una mayor equidad en las ciudades, tal y como señala un reciente informe elaborado por el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano y el PNUD.

Y para que este clima tienda a estabilizarse se requieren esfuerzos público-privados, que permitan hacerse cargo de esta nueva realidad. Desde la vereda del sector inmobiliario, que en su naturaleza tiene importantes externalidades, los privados podemos jugar un importante rol en la medida que existan las voluntades y el ambiente propicio. Este rubro debe velar por la regeneración paulatina de nuestras ciudades y, con ello, del espacio público. Esa es una gran responsabilidad y también una oportunidad de hacer un aporte a la ciudad y a sus habitantes. ¿Cómo? A través del despliegue de edificios integrados armónicamente, más altos y densos en zonas bien conectadas y equipadas para permitir a más personas acceder a esa capacidad instalada y a mejores condiciones de vida; y de menor elevación y densidad en su periferia.

No obstante, los ejemplos anteriores se tratan de conceptos de urbanismo básico, que debieran estar cubiertos en la normativa. ¿Cómo ir más allá? Pensando en el diseño de cada edificio en su mérito, ya que se puede estructurar de infinitas formas. En ese sentido, está en los desarrolladores buscar la manera de generar el mayor aporte posible, tanto en su aspecto como en su conexión con la ciudad y sus habitantes. Su llegada a la vereda, la interacción con el peatón y el respeto al barrio donde se inserta, son aspectos que se deben potenciar, agregando valor al entorno. El mayor desafío es generar estas mejoras al espacio público en asuntos que sean valorados por los usuarios, logrando proyectos que sean un aporte y, a su vez, económicamente sostenibles.

En la misma línea, el mundo privado debe lograr ver su actividad como algo que trasciende los límites de su propiedad y se transforma en una contribución social. Esto puede sonar a filantropía, pero eso no sería replicable. La clave está en entender que hoy existe una oportunidad de hacer empresas que tengan un propósito de aporte social, de un modo económicamente sustentable. Esta oportunidad se ha potenciado en gran medida debido a la mayor participación e información de la ciudadanía a través de redes sociales y otros medios. Esto lejos de ser una amenaza, permite que el aporte de los privados al espacio público sea cada vez más valorado.

Ahora bien, desde la vereda pública, se deben definir normas claras y sensatas, sin ser demasiado restrictivas para permitir el emprendimiento, la creatividad y el desarrollo de la actividad inmobiliaria, con fuerte fiscalización y sanciones efectivas en caso de incumplimiento. Además, se debe valorar e incentivar la capacidad del mundo privado de generar aportes en la calidad de vida de los ciudadanos. El Estado no puede solucionar los problemas sociales solo, y los privados no pueden lograr esos objetivos sin normas claras y un ambiente propicio. Chile nos necesita a todos y por nuestro lado estamos disponibles ¿quién se suma?

Sergio Montes, socio de Inmobiliaria Regenera y MSc Urbanismo University College of London

Fuente: Pulso, Lunes 14 de Febrero de 2022

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