Jueves, Diciembre 26, 2024

El manejo responsable del agua en Chile: una lección para Uruguay

BNAMÉRICAS – La escasez hídrica se está volviendo un problema generalizado en muchas zonas de América Latina.

Chile en particular ha experimentado lo que las autoridades llaman una “megasequía” por más de una década, aunque por el momento sus sistemas de agua potable distan de la situación crítica de Uruguay, donde se ha llegado a subsidiar la compra de agua embotellada.

Aun así, los planes para reforzar y mejorar la infraestructura hídrica de Chile han sufrido serios contratiempos en los últimos años, con las autoridades admitiendo que construir un embalse puede llegar a tomar décadas.

BNamericas conversó con Felipe Garrido, ingeniero civil hidráulico y miembro del comité de recursos hídricos del centro de estudios Consejo de Políticas de Infraestructura, acerca del escenario hídrico de Chile y cómo se compara con lo que experimenta Uruguay.

BNamericas: Obviamente hay diferencias importantes entre las fuentes de agua de Chile y Uruguay y cómo se usan estas. ¿Qué otros factores han incidido en la gravedad de la crisis de Uruguay comparada con la situación de Chile?

Garrido: El problema en Uruguay es que las captaciones o bocatomas fueron disminuyendo su capacidad y no se actuó a tiempo para hacer nuevas captaciones o mejorar las existentes.

Lo que se necesitan son planes de desarrollo a largo plazo. En el caso de Santiago, cuando se fundó la ciudad, la principal fuente de agua era el río Mapocho y se hicieron una serie de captaciones que con el paso del tiempo se fueron ampliando. Más tarde las captaciones fueron del río Maipo. La idea era que el sistema fuera creciendo de forma armónica con la población y de paso se asegurara caudal a futuro.

Lo que ocurrió con Uruguay es que todo esto se pospuso por muchos años. Hubo proyectos que se aplazaron dependiendo del gobierno de turno, ya que no solo cambia el presidente, sino también la dirección de la principal empresa de aguas estatal [OSE].

Si no tienes a alguien responsable para proyectar a 20 años, eventualmente te vas a topar con una pared.

BNamericas: ¿Hay continuidad en los proyectos de infraestructura hídrica en Chile o estos responden también al gobierno de turno?

Garrido: En lo que respecta a sistemas de agua potable en zonas urbanas, estos están a cargo de empresas de aguas que operan bajo concesiones donde las reglas las pone el [Ministerio de Obras Públicas] MOP a través del [regulador de servicios hídricos] SISS. Estas están obligadas legalmente a presentar planes de desarrollo a largo plazo. En esos planes siempre hay proyectos de obras a futuro que pueden ser de aquí a 5, 10 o incluso 25 años.

Me ha tocado trabajar con el MOP y SISS en la revisión de esos planes. Para dar un ejemplo, si tienes una planta de aguas servidas con una capacidad determinada, también tienes que hacer planes en función de cuánto esperas que aumente la población local en 10 años y tienes que tener esos planes hechos ya en la etapa de diseño. Todo eso tiene que ir en el plan de desarrollo.

En ese sentido, en mi opinión Chile maneja este aspecto de forma muy responsable. Si uno observa con detención, las compañías de aguas no han presentado mayormente problemas de largo plazo. Incluso incidentes vistos como de alta gravedad como el corte que ocurrió en Osorno en 2019 fueron temas puntuales de operación, pero el tema de planificación a largo plazo se ha tratado de manera bastante responsable y profesional.

Me ha tocado auditar empresas de aguas y me han impresionado los buenos estándares técnicos de la mayoría. Lo que se refiere a cuestiones políticas y de tarifas no son mi área de trabajo. A diferencia de lo que podrían dar a ver los medios, Santiago tiene un colchón de agua potable muy grande gracias a los embalses de El Yeso y Laguna Negra, que son capaces de cubrir el equivalente a un año de consumo de agua potable. Además, hay un inmenso acuífero bajo la ciudad. Si se administran bien esos embalses pueden complementar las captaciones actuales durante varios años de pocas lluvias. El agua industrial y riego es un tema aparte

BNamericas: En el ámbito de la agricultura, en Uruguay se estima que solo un 15% del área cultivada del país utiliza riego ¿Cuál es la situación de Chile en ese sentido?

Garrido: En Chile uno tiene que verlo por regiones debido a que el territorio es mucho más amplio, y la naturaleza cambia mucho entre regiones o entre ríos. En el norte, los ríos tienen más agua durante el verano, mientras que en el sur los caudales suben en el invierno. Y se debe tener presente que las mayores reservas de agua están en los acuíferos subterráneos. Eso cambia totalmente la forma en que uno administra los recursos hídricos.

De las regiones con alta actividad agrícola como O’Higgins y el Maule, el mayor porcentaje del agua de la cuenca se usa solo en riego.

BNamericas: Según las autoridades en Chile, la construcción de embalses puede llegar a tardar más de una década. ¿Cuáles son las principales barreras para el desarrollo de este tipo de proyectos?

Garrido: Es mucho más que una década. Pueden ser hasta 50 años. Estamos hablando de proyectos que requieren una inversión muy alta y políticamente son muy polémicos. Desarrollar embalses requiere una política muy fuerte de Estado.

En el gobierno de Eduardo Frei Montalva [1964-1970] se hizo un esfuerzo muy grande en ese ámbito y se construyeron embalses relativamente rápido, aunque en ese entonces era menos polémico.

Hoy si quieres hacer un embalse grande como Las Palmas o La Punilla, tienes el proyecto parado porque hay mucho miedo alrededor de la idea de intervenir un río, pero la realidad es que los embalses son necesarios en la mayoría de los casos y son un gran aporte socioeconómico, sobre todo para la agricultura.

En términos de eficiencia energética, los embalses son difícilmente superables gracias a la operación por fuerza de gravedad y la hidráulica, que en algunos casos permiten transportar agua en distancias sobre 100km sin el uso de energía externa. ¿Imaginas la energía que se necesitaría para transportar agua por impulsión en esa distancia?

La minería actualmente está usando tuberías por impulsión debido a que están utilizando agua desalada cada vez más. Por eso invierten y gastan millones de dólares en energía.

BNamericas: ¿Qué rol espera que tengan la desalinización y el reúso de aguas tratadas en esta situación?

Garrido: Las veo como complementos a las aguas continentales. En el caso de desalinización, los grandes pioneros han sido las mineras, mientras que las compañías de aguas se han ido sumando paulatinamente. Pero hay un mal entendimiento que tiende a ver a la desalación como un reemplazo de los recursos hídricos continentales.

En Chile se ven algunas de las desaladoras más grandes del mundo con capacidades del orden de los 1.000l/s o incluso más, y comparado con un canal de riego eso no es nada. En un canal de riego pueden pasar 20.000l/s captados desde los ríos. Las plantas desaladoras no pueden reemplazar eso por un tema de costos y viabilidad.

Ese mal entendimiento también se ve en el reúso de aguas. Las aguas servidas siempre se han reusado en Chile. Somos un país semiárido, en lo que respecta a la Región Metropolitana de Santiago hacia el norte. Hay un tema legal en torno a quién sería efectivamente el dueño de esas aguas reusadas, pero lo cierto es que un gran número de plantas de aguas servidas devuelven el agua a cauces naturales, en que nuevamente se reúsan estas aguas.

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Fuente: Bnaméricas, Martes 01 de Agosto de 2023

BNAMÉRICAS – La escasez hídrica se está volviendo un problema generalizado en muchas zonas de América Latina.

Chile en particular ha experimentado lo que las autoridades llaman una “megasequía” por más de una década, aunque por el momento sus sistemas de agua potable distan de la situación crítica de Uruguay, donde se ha llegado a subsidiar la compra de agua embotellada.

Aun así, los planes para reforzar y mejorar la infraestructura hídrica de Chile han sufrido serios contratiempos en los últimos años, con las autoridades admitiendo que construir un embalse puede llegar a tomar décadas.

BNamericas conversó con Felipe Garrido, ingeniero civil hidráulico y miembro del comité de recursos hídricos del centro de estudios Consejo de Políticas de Infraestructura, acerca del escenario hídrico de Chile y cómo se compara con lo que experimenta Uruguay.

BNamericas: Obviamente hay diferencias importantes entre las fuentes de agua de Chile y Uruguay y cómo se usan estas. ¿Qué otros factores han incidido en la gravedad de la crisis de Uruguay comparada con la situación de Chile?

Garrido: El problema en Uruguay es que las captaciones o bocatomas fueron disminuyendo su capacidad y no se actuó a tiempo para hacer nuevas captaciones o mejorar las existentes.

Lo que se necesitan son planes de desarrollo a largo plazo. En el caso de Santiago, cuando se fundó la ciudad, la principal fuente de agua era el río Mapocho y se hicieron una serie de captaciones que con el paso del tiempo se fueron ampliando. Más tarde las captaciones fueron del río Maipo. La idea era que el sistema fuera creciendo de forma armónica con la población y de paso se asegurara caudal a futuro.

Lo que ocurrió con Uruguay es que todo esto se pospuso por muchos años. Hubo proyectos que se aplazaron dependiendo del gobierno de turno, ya que no solo cambia el presidente, sino también la dirección de la principal empresa de aguas estatal [OSE].

Si no tienes a alguien responsable para proyectar a 20 años, eventualmente te vas a topar con una pared.

BNamericas: ¿Hay continuidad en los proyectos de infraestructura hídrica en Chile o estos responden también al gobierno de turno?

Garrido: En lo que respecta a sistemas de agua potable en zonas urbanas, estos están a cargo de empresas de aguas que operan bajo concesiones donde las reglas las pone el [Ministerio de Obras Públicas] MOP a través del [regulador de servicios hídricos] SISS. Estas están obligadas legalmente a presentar planes de desarrollo a largo plazo. En esos planes siempre hay proyectos de obras a futuro que pueden ser de aquí a 5, 10 o incluso 25 años.

Me ha tocado trabajar con el MOP y SISS en la revisión de esos planes. Para dar un ejemplo, si tienes una planta de aguas servidas con una capacidad determinada, también tienes que hacer planes en función de cuánto esperas que aumente la población local en 10 años y tienes que tener esos planes hechos ya en la etapa de diseño. Todo eso tiene que ir en el plan de desarrollo.

En ese sentido, en mi opinión Chile maneja este aspecto de forma muy responsable. Si uno observa con detención, las compañías de aguas no han presentado mayormente problemas de largo plazo. Incluso incidentes vistos como de alta gravedad como el corte que ocurrió en Osorno en 2019 fueron temas puntuales de operación, pero el tema de planificación a largo plazo se ha tratado de manera bastante responsable y profesional.

Me ha tocado auditar empresas de aguas y me han impresionado los buenos estándares técnicos de la mayoría. Lo que se refiere a cuestiones políticas y de tarifas no son mi área de trabajo. A diferencia de lo que podrían dar a ver los medios, Santiago tiene un colchón de agua potable muy grande gracias a los embalses de El Yeso y Laguna Negra, que son capaces de cubrir el equivalente a un año de consumo de agua potable. Además, hay un inmenso acuífero bajo la ciudad. Si se administran bien esos embalses pueden complementar las captaciones actuales durante varios años de pocas lluvias. El agua industrial y riego es un tema aparte

BNamericas: En el ámbito de la agricultura, en Uruguay se estima que solo un 15% del área cultivada del país utiliza riego ¿Cuál es la situación de Chile en ese sentido?

Garrido: En Chile uno tiene que verlo por regiones debido a que el territorio es mucho más amplio, y la naturaleza cambia mucho entre regiones o entre ríos. En el norte, los ríos tienen más agua durante el verano, mientras que en el sur los caudales suben en el invierno. Y se debe tener presente que las mayores reservas de agua están en los acuíferos subterráneos. Eso cambia totalmente la forma en que uno administra los recursos hídricos.

De las regiones con alta actividad agrícola como O’Higgins y el Maule, el mayor porcentaje del agua de la cuenca se usa solo en riego.

BNamericas: Según las autoridades en Chile, la construcción de embalses puede llegar a tardar más de una década. ¿Cuáles son las principales barreras para el desarrollo de este tipo de proyectos?

Garrido: Es mucho más que una década. Pueden ser hasta 50 años. Estamos hablando de proyectos que requieren una inversión muy alta y políticamente son muy polémicos. Desarrollar embalses requiere una política muy fuerte de Estado.

En el gobierno de Eduardo Frei Montalva [1964-1970] se hizo un esfuerzo muy grande en ese ámbito y se construyeron embalses relativamente rápido, aunque en ese entonces era menos polémico.

Hoy si quieres hacer un embalse grande como Las Palmas o La Punilla, tienes el proyecto parado porque hay mucho miedo alrededor de la idea de intervenir un río, pero la realidad es que los embalses son necesarios en la mayoría de los casos y son un gran aporte socioeconómico, sobre todo para la agricultura.

En términos de eficiencia energética, los embalses son difícilmente superables gracias a la operación por fuerza de gravedad y la hidráulica, que en algunos casos permiten transportar agua en distancias sobre 100km sin el uso de energía externa. ¿Imaginas la energía que se necesitaría para transportar agua por impulsión en esa distancia?

La minería actualmente está usando tuberías por impulsión debido a que están utilizando agua desalada cada vez más. Por eso invierten y gastan millones de dólares en energía.

BNamericas: ¿Qué rol espera que tengan la desalinización y el reúso de aguas tratadas en esta situación?

Garrido: Las veo como complementos a las aguas continentales. En el caso de desalinización, los grandes pioneros han sido las mineras, mientras que las compañías de aguas se han ido sumando paulatinamente. Pero hay un mal entendimiento que tiende a ver a la desalación como un reemplazo de los recursos hídricos continentales.

En Chile se ven algunas de las desaladoras más grandes del mundo con capacidades del orden de los 1.000l/s o incluso más, y comparado con un canal de riego eso no es nada. En un canal de riego pueden pasar 20.000l/s captados desde los ríos. Las plantas desaladoras no pueden reemplazar eso por un tema de costos y viabilidad.

Ese mal entendimiento también se ve en el reúso de aguas. Las aguas servidas siempre se han reusado en Chile. Somos un país semiárido, en lo que respecta a la Región Metropolitana de Santiago hacia el norte. Hay un tema legal en torno a quién sería efectivamente el dueño de esas aguas reusadas, pero lo cierto es que un gran número de plantas de aguas servidas devuelven el agua a cauces naturales, en que nuevamente se reúsan estas aguas.

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Fuente: Bnaméricas, Martes 01 de Agosto de 2023

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