LA TERCERA – En varias zonas se están levantando cuarentenas y en muchas más, no ha habido. La orden sí es clara: mantener distanciamiento social. La petición se vuelve imposible si hay que subirse al metro o a cualquier transporte público. Allí renace la bicicleta como un medio para movilizarse no solo saludable y económico, sino que ahora, seguro. Así lo han visto ya autoridades de otros países.
Reinventar las rutinas es parte del nuevo orden post Covid-19 y el traslado a trabajos indispensables y, más adelante, a centros de estudio, es uno a revisar. “Se nos está pidiendo que no hagamos viajes o que si vamos a hacerlos, los hagamos de una forma que sea segura. Viajar en bicicleta aparece como una oportunidad bastante atractiva. Especialmente cuando expande a una ciclo-logística, en donde uno puede llevar mochilas o carros con enseres, herramientas o compras”, analiza Juan Carlos Muñoz, director del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable de la Universidad Católica (Cedeus).
El ingeniero en transportes agrega que este medio ha sido la solución ya desde la crisis social de fines de 2019, “cuando vimos que los medios de transporte estaban siendo sistemáticamente interrumpidos y volviéndose poco confiables”.
Al principio, la relación de la pandemia con los pedales no fue bien entendida. En España se prohibió el uso de los servicios de bicicleta compartida para evitar el contagio entre usuarios y usarla recreativamente ha sido considerado una irresponsabilidad.
En Estados Unidos, Nueva York, los talleres y tiendas de bicicletas fueron cerrados pues no fueron considerados indispensables. Eso ha cambiado con el correr de las semanas. En todo el mundo las empresas de servicio compartido han redoblado las sanitizaciones y en la Gran Manzana, la ciudad más golpeada de Estados Unidos, y en San Francisco la norma fue revocada. Filadelfia y Nueva Orléans han seguido el mismo camino abriendo las tiendas.
En otros países los gobiernos han tomado la iniciativa en el incentivo al uso de la bicicleta. En Alemania, Bélgica y Países Bajos se promueve su uso para evitar contagios en el transporte público. En China, hay ciudades donde solo está permitido ir en ellas a sus labores y en Bogotá, la alcaldesa, Claudia López, habilitó calles solo para el paso de ciclistas rumbo a los trabajos, unos 117 kilómetros extras a las ciclovías ya existentes.
En Gran Bretaña, el primer ministro, Boris Johnson incluyó entre los motivos para salir de la casa “una forma de ejercicio al día, por ejemplo, correr, caminar o andar en bicicleta”. “Montar en bicicleta es la actividad perfecta para estos días. Le avala un historial excelente de prevención de enfermedades físicas y mentales. Es uno de los medios de transporte más seguros cuando los vehículos motorizados quedan fuera de la ecuación, como en este caso. Y te mantiene automáticamente a la distancia recomendada por los virólogos”, avalaba Jill Warren, copresidenta de la Federación Europea de Ciclistas (ECF).
En Chile hay cerca de mil tiendas de bicicletas, con cuatro a cinco empleados por cada una. Se calcula que en Santiago hay cerca de 10 mil personas dependientes económicamente del ciclo trabajador-bicicleta-servicio, el que en 2019 arrojó un flujo comercial que superó los $22.400 millones de pesos en repuestos y accesorios. El explosivo aumento del servicio de entrega a domicilio aportó a estas cifras en el último tiempo y fueron estos servicios los que hicieron que el gobernador neoyorquino Andrew Cuomo cambiara su posición respecto de los talleres.
Manuel Prieto, gerente de marketing de Andes Industrial, la empresa distribuidora de repuestos y accesorios para bicicletas más antigua del país, explica que “la bicicleta es parte de la solución al problema del transporte de nuestra fuerza de trabajo mientras enfrentamos la pandemia del coronavirus. Es un medio de transporte individual, que evita el contagio y resguarda la distancia social. Es más, cuando la autoridad sanitaria recomienda mantener al menos un metro de separación entre las personas, en bicicleta debemos necesariamente hacerlo a un metro y medio por las dimensiones del manubrio”.
Juan Carlos Muñoz, del Cedeus, agrega que la bicicleta “aparece como inofensiva e inocua en la condición de pandemia. No solo mantiene la distancia social, sino que también tiene una alta confiabilidad y regularidad: uno sabe a qué hora va a llegar. Además, están las bondades que ya conocemos: no genera congestión ni contaminación, no necesita mucho espacio vial y uno hace ejercicio”.
Al respecto, Cristián Fogar, kinesiólogo deportivo, CEO & Founder de Kifit Recovery, comenta que “el beneficio y lo positivo que puede llegar a ser el movilizarse en bicicleta como medio de traslado, no solo es real desde el punto de vista de la salud general o del trabajo cardiorrespiratorio que entrega en específico. Como postula el sistema de entrenamiento EXOS, centrado en la mentalidad, nutrición, movimiento y recuperación, es clave realizar actividades de baja carga aeróbica como esta, porque apuntan a la base sistémica y fisiológica de las personas, estimulando factores emocionales y espirituales que no se logran con el ejercicio exigente o en condición de encierro”.
Fuente: La Tercera, Martes 14 de Abril de 2020