DIARIO FINANCIERO – En un contexto de ajuste a la baja de las proyecciones de crecimiento para el presente y próximo año, es clave el rol que puede jugar el Estado en la contención de mayores desanclajes de las expectativas. En este sentido, impulsar el rol contracíclico de la inversión pública, sea que ésta se desarrolle por inversión directa de los ministerios, planes de inversión de empresas públicas o a través de alianzas público-privadas (concesiones), es central.
Aun cuando los recursos destinados a inversión en infraestructura pública para este año son históricamente altos, están lejos de compensar la menor inversión privada. Recayendo en el MOP la responsabilidad del cumplimiento de la ejecución y/o adjudicación de más del 60% de estos. Por ello, las señales y acciones que emanen de dicho ministerio son relevantes. Hasta el momento estas se han enmarcado en exponer genéricamente los ejes a los cuales se abocará, sin dar mayor información respecto a los nuevos proyectos que se desprenden de ellos.
Una situación similar ocurre respecto a las inversiones vía concesiones, en cuyo caso se ha resaltado la necesidad de revisión del diseño bajo el cual estas operan, en línea con lo propuesto por el Consejo de Concesiones. Si bien esto último suscita un amplio consenso, materializarlo en el actual contexto no es menor, más aun si se considera que no existe espacio fiscal para sustituir este tipo de inversiones en el corto plazo.
Es importante comprender que la cartera de proyectos de infraestructura pública es sólo una, y que está compuesta por aquellas iniciativas que se deben proveer de manera directa y aquellas que, debido a su demanda, pueden ser financiadas bajo la modalidad de concesiones asegurando un estándar mínimo de servicio y una tarifa acorde a este. Es el MOP el llamado a identificar las necesidades de infraestructura en el tiempo, efectuar una planificación estratégica de obras que de respuesta a ello y que permita la mejor coordinación del desarrollo de los proyectos, de forma de priorizar, licitar y adjudicar oportunamente, independientemente de la modalidad de financiamiento.
Por lo pronto, el único proyecto que se ha mencionado como prioritario es la reactivación de los estudios para el tren rápido Santiago-Valparaíso, iniciativa que facilitaría el desplazamiento entre las principales áreas metropolitanas del país y que, de concretarse, podría modificar el patrón de locación de las familias incentivando la migración desde Santiago. Si bien es un proyecto importante para el desarrollo urbano de las ciudades involucradas, sería deseable saber si el MOP considera que este contemple la conexión con el puerto de San Antonio, fortaleciendo así la cadena logística, incidiendo en los costos de los productos de exportación e importación, y revitalizando una ciudad portuaria particularmente precaria.
Marcela Ruiz-Tagle, economista
Fuente: Diario Financiero, Viernes 8 de Abril de 2022