EL MERCURIO – La inminente emergencia climática hace urgente tomar una serie de medidas asociadas a cómo concebimos nuestras ciudades a futuro, y uno de los aspectos esenciales es pensar su crecimiento y la movilidad. Muchas ciudades del mundo han apostado por potenciar el crecimiento interior de la ciudad a través de la densificación, reduciendo al mismo tiempo el uso del automóvil privado. Esto último juega un rol clave no solo por el gasto energético en combustible y la emisión de contaminación asociada al automóvil, sino también por la congestión que produce y el excesivo uso de espacio urbano en calles y estacionamientos que requiere, lo que además dificulta el uso de modos de transporte más sostenibles.
Estas ciudades más densas y planificadas procuran que sea posible viajar a realizar la mayoría de las actividades cotidianas mediante transporte público o modos activos (caminata o bicicleta). Para esto se necesita desarrollar zonas de uso mixto en que el empleo, educación, abastecimiento y actividades de esparcimiento, entre otras, sean fácilmente accesibles.
Hace décadas que se promueve en el mundo la idea de que las ciudades crezcan siguiendo el paradigma del “Desarrollo orientado al transporte público”. En este se construyen ejes de transporte público que preceden y orientan el desarrollo urbano, y se acompañan de una regulación en el uso de suelo, para que los paños sobre estos ejes ofrezcan una densidad habitacional que justifique socialmente la inversión en transporte público. Bajo esta perspectiva, y mirando a Santiago, es preocupante observar cómo se expanden algunas zonas de nuestra capital, en especial hacia el sector nororiente, en Chicureo, y hacia el sur, en Buin. Allí lo que ha primado es, más bien, una lógica de “Desarrollo que imposibilita el transporte público”, en que grandes loteos a muy baja densidad impiden proveer un transporte colectivo eficiente e inhiben los viajes en bicicleta o a pie.
Este desarrollo inorgánico y poco planificado ha permitido además que ocurran situaciones absurdas. Cuatro ejemplos: (i) la carencia de continuidad en las vías secundarias a menudo exige que viajes a lugares cercanos requieran recorridos bastante largos, por la discontinuidad de la vialidad y la fragmentación de los loteos; (ii) en Chicureo se han instalado muchos colegios relativamente cerca unos de otros, estructurando una zona prácticamente diseñada para sufrir gran congestión; (iii) al estar rodeado por montañas, Chicureo no cuenta con vías suficientes para satisfacer su demanda por viajes hacia las zonas centrales que concentran los trabajos (algo muy preocupante, sobre todo cuando las inmobiliarias indican que solo se ha construido un 10% de las viviendas proyectadas), y (iv) en lugares donde ya existe una oferta de transporte público interesante, como es el caso del Metrotrén en Buin, los nuevos desarrollos inmobiliarios ignoran esta oportunidad “dando su espalda” al tren.
La decisión de quienes lotean estos sectores, y de quienes los habitan, tiene importantes consecuencias para el resto de la ciudad. Muchos viajes originados ahí se realizan en auto y terminan en la ciudad consolidada, lo que causa congestión y accidentes, demanda espacio de estacionamientos y exige capacidad vial que deteriora el nivel de servicio de quienes se desplazan en buses, bicicletas y a pie en los sectores más céntricos.
Estos sectores requieren ser conectados mediante servicios de transporte colectivo con la red de Metro, que está cada vez más cerca. Para ello, en lugares sin buena oferta de transporte preexistente es necesario habilitar vías de conexión expeditas. Por ejemplo, para Chicureo, las estaciones Los Libertadores y Vespucio Norte ofrecen una excelente oportunidad de constituirse en los puntos de acceso a la ciudad, lo que exigiría servicios de transporte público y provisión de estacionamientos. En el caso de Buin, se debería regular e incentivar un desarrollo inmobiliario más denso en torno a las estaciones del Metrotrén, proveyendo buenos servicios alimentadores de buses, veredas y ciclovías para un acceso conveniente y seguro.
En tiempos de urgencia, en que necesitamos reducir nuestra huella de carbono, Chile requiere una solución de fondo. Crear la ciudad sustentable y amable que se necesita exige una planificación metropolitana de largo plazo que solo permita los desarrollos inmobiliarios coherentes con esta visión.
Ricardo Hurtubia Juan Carlos Muñoz
Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (Cedeus), P. Universidad Católica de Chile
Fuente: El Mercurio, Domingo 01 de Septiembre de 2019
Desarrollo urbano (in)sustentable. Por Ricardo Hurtubia y Juan Carlos Muñoz
EL MERCURIO – La inminente emergencia climática hace urgente tomar una serie de medidas asociadas a cómo concebimos nuestras ciudades a futuro, y uno de los aspectos esenciales es pensar su crecimiento y la movilidad. Muchas ciudades del mundo han apostado por potenciar el crecimiento interior de la ciudad a través de la densificación, reduciendo al mismo tiempo el uso del automóvil privado. Esto último juega un rol clave no solo por el gasto energético en combustible y la emisión de contaminación asociada al automóvil, sino también por la congestión que produce y el excesivo uso de espacio urbano en calles y estacionamientos que requiere, lo que además dificulta el uso de modos de transporte más sostenibles.
Estas ciudades más densas y planificadas procuran que sea posible viajar a realizar la mayoría de las actividades cotidianas mediante transporte público o modos activos (caminata o bicicleta). Para esto se necesita desarrollar zonas de uso mixto en que el empleo, educación, abastecimiento y actividades de esparcimiento, entre otras, sean fácilmente accesibles.
Hace décadas que se promueve en el mundo la idea de que las ciudades crezcan siguiendo el paradigma del “Desarrollo orientado al transporte público”. En este se construyen ejes de transporte público que preceden y orientan el desarrollo urbano, y se acompañan de una regulación en el uso de suelo, para que los paños sobre estos ejes ofrezcan una densidad habitacional que justifique socialmente la inversión en transporte público. Bajo esta perspectiva, y mirando a Santiago, es preocupante observar cómo se expanden algunas zonas de nuestra capital, en especial hacia el sector nororiente, en Chicureo, y hacia el sur, en Buin. Allí lo que ha primado es, más bien, una lógica de “Desarrollo que imposibilita el transporte público”, en que grandes loteos a muy baja densidad impiden proveer un transporte colectivo eficiente e inhiben los viajes en bicicleta o a pie.
Este desarrollo inorgánico y poco planificado ha permitido además que ocurran situaciones absurdas. Cuatro ejemplos: (i) la carencia de continuidad en las vías secundarias a menudo exige que viajes a lugares cercanos requieran recorridos bastante largos, por la discontinuidad de la vialidad y la fragmentación de los loteos; (ii) en Chicureo se han instalado muchos colegios relativamente cerca unos de otros, estructurando una zona prácticamente diseñada para sufrir gran congestión; (iii) al estar rodeado por montañas, Chicureo no cuenta con vías suficientes para satisfacer su demanda por viajes hacia las zonas centrales que concentran los trabajos (algo muy preocupante, sobre todo cuando las inmobiliarias indican que solo se ha construido un 10% de las viviendas proyectadas), y (iv) en lugares donde ya existe una oferta de transporte público interesante, como es el caso del Metrotrén en Buin, los nuevos desarrollos inmobiliarios ignoran esta oportunidad “dando su espalda” al tren.
La decisión de quienes lotean estos sectores, y de quienes los habitan, tiene importantes consecuencias para el resto de la ciudad. Muchos viajes originados ahí se realizan en auto y terminan en la ciudad consolidada, lo que causa congestión y accidentes, demanda espacio de estacionamientos y exige capacidad vial que deteriora el nivel de servicio de quienes se desplazan en buses, bicicletas y a pie en los sectores más céntricos.
Estos sectores requieren ser conectados mediante servicios de transporte colectivo con la red de Metro, que está cada vez más cerca. Para ello, en lugares sin buena oferta de transporte preexistente es necesario habilitar vías de conexión expeditas. Por ejemplo, para Chicureo, las estaciones Los Libertadores y Vespucio Norte ofrecen una excelente oportunidad de constituirse en los puntos de acceso a la ciudad, lo que exigiría servicios de transporte público y provisión de estacionamientos. En el caso de Buin, se debería regular e incentivar un desarrollo inmobiliario más denso en torno a las estaciones del Metrotrén, proveyendo buenos servicios alimentadores de buses, veredas y ciclovías para un acceso conveniente y seguro.
En tiempos de urgencia, en que necesitamos reducir nuestra huella de carbono, Chile requiere una solución de fondo. Crear la ciudad sustentable y amable que se necesita exige una planificación metropolitana de largo plazo que solo permita los desarrollos inmobiliarios coherentes con esta visión.
Ricardo Hurtubia Juan Carlos Muñoz
Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (Cedeus), P. Universidad Católica de Chile
Fuente: El Mercurio, Domingo 01 de Septiembre de 2019