LA TERCERA – Para muchos, la irrupción del coronavirus se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza, una crisis que trasciende más allá de los límites sanitarios.
Pero para Jennifer Keesmaat, urbanista canadiense que se desempeñó durante siete años como la jefa planificadora de la ciudad de Toronto, la arremetida del Covid-19 puede servir como una oportunidad para introducir los cambios necesarios que transformarán nuestras ciudades.
Junto con otros 100 especialistas del mundo político, académico y social canadiense, Keesmaat lanzó en el mes de mayo la Declaración 2020, que incluye 20 medidas pensadas para mejorar las ciudades en el mundo post Covid. Mejorar el uso de la tierra, descarbonizar el sistema de transporte y asegurar la sustentabilidad de los ambientes naturales son parte de los ejes de esta iniciativa.
Keesmaat, la creadora de este plan, es una de las invitadas principales de la 9º Conferencia Internacional de Ciudad, organizada por la Cámara Chilena de la Construcción, que se realizará de manera virtual y gratuita desde el 7 al 9 de julio. Las personas interesadas en ver su charla y participar en los distintos paneles de conversación se pueden inscribir en el sitio www.conferenciaciudad.cl. Antes de su presentación, Keesmaat habló sobre lo que ella considera son las mejoras críticas que requiere la ciudad en la post pandemia.
Antes de su presentación, Keesmaat habló sobre lo que ella considera son las mejoras críticas que requiere la ciudad en la post pandemia.
¿Cómo cree que van a cambiar las ciudades después de la pandemia?
Pase lo que pase, lo importante es saber que nada va a ocurrir por accidente. Nuestro futuro depende de una serie de elecciones hechas en base a lo que hemos aprendido en la pandemia y los valores que tenemos.
Por ejemplo, si nos preocupa el cambio climático, es fácil vincular la experiencia que hemos tenido trabajando desde la casa y la oportunidad de promover ciudades con menos viajes y una mejor calidad de aire. Así que, si valoramos esa visión, tomaremos medidas para incentivar las ciclovías o crear jornadas de trabajo en donde no todos tengan que viajar al mismo tiempo.
Pero estos cambios solo tendrán impacto si los pensamos con una visión de largo plazo. Si solo nos ponemos a pavimentar calles porque necesitamos más trabajo, si solo nos dedicamos a reaccionar en el corto plazo, entonces los cambios de nuestras ciudades pueden volver a desaparecer.
Pensando de esta manera, ¿Qué cambios profundos podrían incorporarse?
Una de las ideas fundamentales tiene que ver con el regreso de la “calle principal”. Esto es, calles dedicadas a ofrecer productos y servicios cerca de las zonas residenciales y que estén a una distancia caminable de las casas. Hablo de tener sitios cercanos para poder cortarse el pelo, ir al doctor o comprar verduras frescas. Estas calles mitigan el impacto ambiental de tener que manejar por la ciudad buscando servicios.
Pero además es una gran oportunidad para hacer frente al gran golpe económico que muchas tiendas han tenido debido a las cuarentenas. La mayoría de estas tiendas son pymes que no tenían liquidez para sobrevivir uno o dos meses, y hay que pensar en maneras para ayudarlos ya que son una pieza fundamental para la ciudad sustentable.
¿Las nuevas ciudades deben ser más o menos densas?
Al comienzo de la pandemia, existía la percepción de que la densidad en la ciudad era algo malo. Una percepción hasta ese momento sin fundamentos pero que se entendía: todas las autoridades nos estaban diciendo que había que mantenerse alejados y la densidad es precisamente sobre tener espacios compartidos.
Pero es importante hacer la diferencia entre densidad y hacinamiento. Por ejemplo, en Ontario, nuestros peores casos se dieron en instalaciones, como hogares de ancianos, o fábricas de alimentos que poseen espacios compartidos por demasiada gente al mismo tiempo. Y muchos de estos lugares estaban ubicados en suburbios, en comunidades muy poco densas, por lo que no hay una conexión entre densidad y contagios.
Por lo tanto, el enfoque debe colocarse en lograr una buena densidad, es decir, densidad sin aglomeraciones. Esta nos permite caminar, usar la bicicleta, incluso transporte y espacios públicos manteniendo la distancia. Hay que pensar entonces en soluciones como tener la mayor cantidad de servicios disponibles a distancias caminables del hogar, o también preocuparse no solo de que haya áreas verdes, sino que sean suficientes para los habitantes. Solo así podemos evitar que se junten demasiado.
En ese sentido ¿Cuál es el rol que tendrá el transporte público en estas nuevas ciudades?
La buena noticia es que estamos en un punto en el que podemos evaluar el avance de la pandemia alrededor del mundo. Y hasta ahora, no existen datos que digan que los contagios se produzcan solo por transitar. Por supuesto, sabemos que ir en un bus repleto, cara a cara con otras personas no va a ser seguro, pero tampoco tenemos que ir hacia el extremo y pensar que no puede haber ningún tipo de transporte público. Hay una oportunidad para cambiar parte del desplazamiento que se está haciendo a través del transporte público hacia otros vehículos, como caminar y andar en bicicleta.
Podríamos decir que estamos en la era dorada de la bicicleta: vas distanciado, utilizas poco espacio en la calle y puedes cubrir distancias bastante largas. Y si lo conviertes en una bicicleta eléctrica, el cielo es el límite. Ahí puedes desplazarte 10 kilómetros sin problemas.
Veo que hay una oportunidad para hacer un cambio para crear nuevas formas de transporte verdes y sustentables pero que además permiten evitar las aglomeraciones. Y no podemos volver a ellas como lo hacíamos en el pasado. Lo importante es que podemos seguir confiando en el transporte público, el cual se descongestionará en la medida que entreguemos más opciones y no estemos obligados a tomarlos cada vez que salgamos de la casa.
Fuente: La Tercera, Viernes 03 de Julio de 2020