PLATAFORMA ARQUITECTURA – Chile es un país acostumbrado tanto a los desastres naturales como a los procesos de reconstrucción. Sin embargo, en el último tiempo la frecuencia de estos ciclos ha aumentado: entre 2014 y 2017 se registró el 43% de los desastres naturales documentados desde 1960, según el Ministerio del Interior. De hecho, el Estado actualmente se enfrenta a procesos simultáneos de reconstrucción en todo el país.
Este escenario, junto a la amenaza global del cambio climático y la pérdida de la biodiversidad, es decir, dos límites planetarios que aseguran nuestra existencia, dibuja un desalentador panorama. Esto hace pensar que en un futuro no muy lejano quizás vivamos en un permanente estado de reconstrucción y organizaciones enfocadas en los desastres naturales como la ONEMI en Chile se conviertan en ministerios.
En mayo pasado la encargada nacional de Reducción y Riesgo de Desastres del Ministerio de Vivienda y Urbanismo de Chile, Bernardita Paúl, anunció 32 obras de escala urbana para mitigar el impacto de los futuros desastres. “Un peso invertido en mitigación ahorra seis en reconstrucción”, comentó Paúl al presentar el plan de la comisión que lidera.
Todos sabemos que los desastres naturales seguirán sucediendo, eso es un hecho. Probablemente vuelven a suceder simultáneamente como ocurrió en Chile en 2015. Ese año los volcanos Villarica y Calbuco entraron en erupción, tres de las regiones más áridas del país sufrieron aluviones, intensas marejadas afectaron las ciudades costeras y un terremoto y posterior tsunami afectó a Coquimbo y La Serena, al norte del país.
Parece caótico, pero Chile ha sobrevivido casi indemne de los terremotos gracias a una efectiva infraestructura ante los desastres. Los chilenos y chilenas saben que han aprendido grandes lecciones a partir de las más grandes tragedias. Los terremotos de Chillán (1939), Concepción (1960) y San Antonio (1985) no solo obligaron importantes modificaciones a la Ley de Urbanismo y Construcción, sino también involucraron un rol activo del Estado al momento de definir herramientas de planificación territorial, además de la creación de instituciones especializadas para las etapas de auxilio y reconstrucción, como la misma ONEMI; y cada gran terremoto obligó el robustecimiento y constante revisión de la normativa sísmica.
Los chilenos y chilenas se sienten orgullosos de cómo sus ciudades generalmente responden a los terremotos. Esto es gracias a las lecciones aprendidas el siglo pasado. Sin embargo, este siglo exige repensar la mitigación, la resiliencia y la proactividad desde la perspectiva del Estado, los arquitectos y arquitectas, planificadores, desarrolladores inmobiliarios y los ciudadanos y ciudadanas, porque la emergencia climática está dando forma a un mundo con desastres naturales más agresivos o incluso nuevos desastres. Esta semana la ciudad francesa de Gallargues-le-Montueux registró 45,1° C y una tormenta de granizos dejó 1,5 metros de nieve en Guadalajara.
Si bien el proceso de reconstrucción del terremoto de 2010 (conocido como 27F) se caracterizó por una masiva producción habitacional a través del mercado inmobiliario, un buen ejemplo de la visión a largo plazo que exigen iniciativas de mitigación es el PRES Constitución, plan maestro de reconstrucción entre la oficina de arquitectura ELEMENTAL, el MINVU, la Municipalidad de Constitución y la empresa Arauco. Junto a la reubicación de población que vivía en zonas de riesgo y el diseño de equipamiento público que dinamice la economía local, el PRES incorporó el diseño y construcción del Parque Fluvial, un espacio público costero que mitigaría el desborde del río Maule o un tsunami.
El proyecto forzó la relocalización de las familias que vivían en zonas de riesgo. Algunos de ellos se mudaron a Villa Verde, un nuevo barrio de viviendas progresivas también diseñado por ELEMENTAL. El parque fluvial es un equipamiento público que busca mitigar el impacto de futuros desbordes del río o de un tsunami tal como el de 2010, al mismo tiempo que mejora la calidad de vida de quienes viven en Constitución. Otros parques de mitigación en Chile son el Parque Kaukari en Copiapó, diseñado por Teodoro Fernández; el Parque Inundable del Zanjón de la Aguada en Santiago, diseñado por Pablo Allard y José Rozas; y el Parque de Dichato, premiado en 2018, y diseñado por las oficinas del SERVIU, pertenecientes al MINVU, en la región del Biobío.
A medida que las ciudades de todo el mundo se expanden y densifican, los procesos de mitigación y reconstrucción se vuelven cada vez más complejos. Tras el megaincendio de Valparaíso en 2014 los subsidios de reconstrucción no podían ser entregados a ciertos damnificados porque sus viviendas estaban emplazadas en zonas de riesgo, y por ende, la normativa no permite construir en sus propios terrenos. Sin embargo, los futuros planes de mitigación en zonas densificadas estarán condicionados por la emergencia climática y nuevos desafíos surgirán como trasladar barrios amenazados por el aumento del nivel del mar o nuevos desastres definen nuevas zonas de riesgo en lugares ya densificados.
Hoy en día no es suficiente que nuestras construcciones no se derrumben. A medida que la emergencia climática se puede convertir en un “apartheid climático”, como advirtió el experto en derechos humanos de la ONU, Philip Alston, en un reciente informe, nuestras ciudades deben ser lo suficientemente resilientes ante un permanente ciclo de planificación, mitigación y reconstrucción.
Ver artículo
Fuente: Plataforma Arquitectura, Miércoles 03 de Julio de 2019