PAÍS CIRCULAR – Según un informe entregado por la FAO la semana pasada, entre 2006 y 2018 Chile incrementó su eficiencia en el uso del agua desde US$14,5 por metro cúbico hasta US$42,5 por metro cúbico, casi triplicando sus cifras.
La semana pasada, la Organización de las Naciones Unidadas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) presentó en la “Semana Mundial del Agua 2021” en Estocolmo dos nuevos informes, sobre el nivel de estrés hídrico de los países, y sobre los progresos en relación con el cambio en la eficiencia del uso del agua. Respecto del primero, las cifras son alarmantes: cerca de un tercio de la población mundial (2.300 millones de personas) vive en países donde se sufre estrés hídrico, mientras que el 10 % (733 millones) lo hace en países con un nivel alto o crítico de déficit hídrico.
“La gestión del agua es básica para lograr los ODS, no solo el ODS 6 (agua limpia y saneamiento), sino también el ODS 2 (hambre cero). Los desafíos relacionados con el agua en la agricultura, como la escasez, la contaminación y el desperdicio de agua, deben abordarse urgentemente para transformar los sistemas alimentarios y aumentar su resiliencia, especialmente ante las alarmantes complicaciones del cambio climático a las que nos enfrentamos”, dijo entonces Maria Helena Semedo, directora general adjunta de la FAO.
Pero respecto de la eficiencia hídrica, las noticias son más alentadoras. De acuerdo al reporte, la eficiencia en el uso del agua aumentó de US$17,3 por metro cúbico en el año 2015 a US$18,9 por m3 en 2018 en todo el mundo, lo que representa un aumento de eficiencia del 9% de acuerdo a las últimos datos disponibles en 166 países, incluido Chile.
Además, agrega el informe, todos los sectores económicos incrementaron su eficiencia en el uso del agua desde 2015. En 2018, el sector industrial tuvo una eficiencia en el uso del agua equivalente a US$32 por m3, el sector servicios US$112 por m3 y el sector agrícola US$ 0,6 por m3. En comparación con 2015, esto implica un aumento del 15% en el sector industrial, del 8% en el sector de servicios y del 8% para la agricultura.
Para analizar si efectivamente el crecimiento económico se está desvinculando del uso del agua, se tomaron series de tiempo más largas con datos más complejos disponibles en 86 de esos países -Chile también entre ellos-, que representan el 56% de la población mundial y que han presentado datos confiables sobre el uso del agua desde 2006. Y este análisis mostró, señala el documento, que “los tres sectores principales de estos 86 países aumentaron su eficiencia en el uso del agua a lo largo del tiempo, con la agricultura aumentando de US$0,5 a US$0,8 por m3, la industria de US$18,5 a US$31 por m3, y el sector servicios de US$104 hasta US$135,9 por m3. Esto significa que el sector industrial ha experimentado las mayores ganancias netas de eficiencia de 2006 a 2018, probablemente debido a la transformación del enfriamiento térmico para la producción de energía, procesos industriales y sistemas de calefacción. Esto refleja la importante reducción en las extracciones de agua dentro de los sectores industriales de estos países, que también ha ocurrido a nivel mundial”.
Hoy, dice la FAO, es clave desacoplar el crecimiento económico del uso del agua, y al mismo tiempo, la escasez de agua no debería convertirse en un obstáculo para el crecimiento económico. Pero para ello, agregan, debe peseguirse la eficiencia hídrica en todos los sectores buscando al mismo tiempo garantizar la seguridad alimentaria y mantener un uso sostenible de los recursos hídricos.
En el caso de Chile, según el informe del organismo, entre 2006 y 2018 la eficiencia en el uso del agua se incrementó desde US$0 a US$0,1 por metro cúbico de agua en el sector agrícola; de US$14,5 a US$42,5 por m3 en la industria (minería, manufacturas, construcción y energía); y de US$69,9 a US$123,2 en el sector servicios. Nuevamente, la industria registra el mayor incremento.
El agua, un recurso estratégico para las empresas
En esto ha tenido, sin dudas, una fuerte ingerencia la severa sequía que atraviesa el país desde hace más de una década, y que en los últimos años se ha traducido en un incremento de los conflictos socioambientales por el acceso al agua y en que se ha transformado en uno de los temas centrales del debate político y legislativo, en la misma magnitud en que se ha ido acercentando la escasez del recurso. De hecho, actualmente el gobierno está empujando una reforma legislativa para crear una nueva institucionalidad del agua, entre otras materias.
A nivel nacional, es la minería la que ha liderado la transformación hídrica a través de la desalación de agua de mar y mejoras sustantivas en la eficiencia en el uso del recurso, pero el resto de la industria no se ha quedado atrás, lo que podría explicar las cifras que exhibe el país en el reporte de la FAO.
Un ejemplo de ello es el Certificado Azul que está impulsando la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático (ASCC), que apunta a que las empresas miren el agua como un recurso estratégico del cual dependerá su desarrollo futuro. Si bien se trata de un instrumento voluntario, gestionado a través de un Acuerdo de Producción Limpia, ha generado un amplio interés por participar en el sector empresarial.
En términos generales, el objetivo del Certificado Azul es impulsar la gestión hídrica del país y la seguridad hídrica del territorio, promoviendo la eficiencia en el uso del agua en los procesos productivos y servicios a través del uso de herramientas asociadas a la medición de huella de agua, gestión de información, planes de gestión y responsabilidad social del agua, entre otros, implementando acciones reales que impacten en el territorio y los actores presentes en él.
“En el sistema productivo el agua, la seguridad hídrica, su disponibilidad para los procesos productivos, tiene que entrar al análisis de riesgo de los negocios, al corazón de los negocios. No solamente en aquellas que son más intensivas en su uso, como la agroindustria, sino que en general en todo el sistema productivo el análisis de su disponibilidad en razón de factores climáticos y comunitarios -un factor que recién está empezando a tenerse en vista por parte de las empresas- tiene que estar dentro del análisis de riesgo del negocio. Ese es un cambio de paradigma”, ha dicho el director ejecutivo de la ASCC, Giovanni Calderón.
Tecnología aplicada en Chile
Desde hace algunos años, la industria de alimentos está empujando también una serie de mejoras sustantivas en la eficiencia hídrica. “El impacto que la escasez hídrica ha provocado en Chile durante el último tiempo, ha impulsado el desarrollo de tecnologías y proyectos orientados a colaborar en el uso eficiente y reutilización de este recurso. En nuestra industria el consumo de agua es esencial, principalmente en los procesos productivos y la limpieza de maquinaria. Entendiendo esto, en Soprole hemos desarrollado nuevas soluciones para avanzar en el uso de equipos más eficientes, con menor consumo de agua o, que bien, favorezcan su recuperación o recirculación en procesos de refrigeración o lavado”, señala José Miguel Ruiz, gerente de innovación y Sustentabilidad de Soprole.
Las medidas, de hecho, están enmarcadas en la estrategia de sustentabilidad de la compañía, que está al centro del negocio y que busca relevar el cuidado del medio ambiente como un aspecto fundamental para su crecimiento y desarrollo en el corto, mediano y largo plazo. “Hoy existen soluciones de última generación que permiten optimizar el uso de los recursos hídricos y disminuir su consumo. Por ello es importante integrarlas a las operaciones diarias. En el caso de Soprole, contamos con una estrategia de eficiencia hídrica, en línea con nuestra estrategia de sostenibilidad, que tiene como objetivo central el uso consciente del agua, eliminando fugas y consumos innecesarios e implementando nuevas tecnologías para lograr la reducción en el uso del agua”, agrega Ruiz.
Entre ellos, durante 2020 iniciaron un proyecto en la caldera de vapor para recuperar la energía térmica y el agua del condensado. “Para ello, apostamos por el uso de equipos que aportan a una operación más eficiente y como resultado logramos reducir el consumo de gas natural y de agua en el proceso, llegando a recuperar alrededor de 3.500 m3 de agua promedio al mes. De hecho, durante el último año con todos los proyectos que hemos implementado, logramos una reducción del 14% en la intensidad de la extracción de agua llegando a un 134.000m3; volumen equivalente a casi 40 piscinas olímpicas”, explica José Miguel Ruiz.
El objetivo, agrega, es traspasar estas estrategias a toda la cadena de producción. De hecho, su estrategia hídrica se inició en la planta productiva de San Bernardo para luego continuar en el edificio corporativo, su centro de distribución en Renca y diferentes depósitos regionales. Hoy apuntan a ir incorporando a sus proveedores y a los productores de leche.
“Hoy estamos trabajando en proyectos concretos para seguir disminuyendo nuestra huella hídrica, como un levantamiento del consumo base, un proyecto de retorno condensado, y la recuperación de agua de equipos Tetra Pak. Junto con ello, hemos instalado varios caudalímetros para mejorar la gestión de este recurso. Esto porque comprendemos la urgencia de esta problemática y la relevancia de implementar desde ya iniciativas concretas en esta materia”, dice Ruiz.
El trabajo con Tetra Pak consiste en la instalación de una estación que filtra y limpia el agua que utilizan las maquinas envasadoras para su lubricación. Esto permite reciclar hasta el 95% del agua que se consume -con la consecuente reducción de costos por el uso del recurso-, reducción en tiempos de mantención y un incremento de la vida útil de los componentes, entre otros beneficios.
“Hoy nuestros envases contienen más de un 70% de origen renovable y son totalmente reciclables. Sin embargo, nuestra ambición es crear envases de cartón fabricados únicamente con materiales de origen vegetal, que sean totalmente renovables y sin emisiones de carbono. Para lograrlo, debemos tener en cuenta también otros aspectos más allá del envase, como las emisiones de carbono, la biodiversidad, el cuidado del agua y la seguridad alimentaria. En otras palabras, considerar el ciclo de vida completo del envase. Bajo ese compromiso, Tetra Pak comenzó a promover entre sus clientes ‘Tetra Pak Water Filtering Station’, una solución que permite reducir el agua usada por las máquinas envasadoras hasta en un 95%. De esta manera, a inicios de este año, Soprole instaló la primera de estas estaciones en el país, en su planta de San Bernardo”, dice Mauricio Borgeaud, director de Servicios de Tetra Pak.
“Estamos apoyando a nuestros clientes -principalmente industria de alimentos y bebidas- a cumplir sus objetivos de negocios con foco en una ‘transformación sostenible’, para ello estamos incorporando a nuestro portafolio de equipos de procesamiento y envasado, tecnologías que permiten reducir significativamente tanto la pérdida como el uso de agua, manteniendo a la vez la eficiencia y la seguridad alimentaria que nos caracteriza a nivel mundial”, señala Borgeaud.
Fuente: País Circular, Miércoles 01 de Septiembre de 2021