Domingo, Diciembre 22, 2024

Coquimbo: nuestra región en peligro, por Gabriel Caldes

EL MOSTRADOR – En 2010 el catastro agrícola contabilizaba 51 mil hectáreas cultivadas en la región. En 2023 esta superficie se redujo a 28 mil hectáreas, totalizando una caída del 54,9%. Esto resulta especialmente grave si tomamos en cuenta que un 20% de la población vive en zonas rurales.

A inicios de este mes, la ministra de Obras Públicas anunció la construcción de una planta desaladora en la Región de Coquimbo. Aunque, sin duda, la noticia fue bien recibida por la comunidad, este tipo de obras no soluciona un problema instalado hace años: la escasez hídrica local.

Ante eventos de esta magnitud se requieren liderazgos del Estado, por lo que resulta indispensable que los gobiernos regionales tomen la iniciativa: conocen el problema, las fortalezas y debilidades locales y las característica sociales, económicas y políticas, que de alguna manera condicionan el contexto del cual –muchas veces– depende el éxito o el fracaso de las soluciones propuestas.

La planta desaladora tiene como objetivo fundamental entregar respaldo al consumo humano, el que cuenta con cierta seguridad en el abastecimiento hasta 2028. Sin embargo, se estima que la desaladora podría entrar en operaciones en 2030. Si bien es cierto que la situación del consumo de las personas es importante, el mayor problema es la actividad agrícola en Elqui, Limarí y Choapa que, según antecedentes entregados por la Sociedad Agrícola del Norte (SAN) a la Comisión de Aguas y Recursos Hídricos del Core de la Región de Coquimbo, muestran que en 2010 el catastro agrícola contabilizaba 51 mil hectáreas cultivadas en la región. En 2023 esta superficie se redujo a 28 mil hectáreas, totalizando una caída del 54,9%. Esto resulta especialmente grave si tomamos en cuenta que un 20% de la población vive en zonas rurales.

Esta reducción de la capacidad productiva en la agricultura se relaciona con la falta de adaptación a los nuevos escenarios climáticos. Esta situación ha producido la fuga de inversiones, cesantía, afectación a las economías locales como ganadería, agroindustria, exportaciones de uvas y otros productos, además del inicio de un lento proceso de migración de una parte de la población rural, que no encuentra formas de sobrevivencia estables.

Lo anterior, de alguna manera, nos indica que estamos reaccionado tarde, la agricultura está pasando por una grave crisis de sobrevivencia y, a nivel local, no hay una respuesta concreta para resolver esta situación.

La Región de Coquimbo tiene la segunda mayor cantidad de embalses en Chile (8 de 27 en total) y, pese a ello, no ha podido aprovechar esta ventaja comparativa a consecuencia de la prolongada escasez de precipitaciones. Esto lleva a que esta infraestructura quede fuera de operaciones, demostrando que los embalses no son una solución por sí mismos. Actualmente, los embalses no cuentan con más del 7% al 9% de su capacidad.

Hoy, nuestra región tiene el mayor riesgo hídrico del país y una de las causas no climáticas es la falta de una capacidad de gestión regional que permita dictar políticas públicas consensuadas y orientadoras. La idea es construir visiones compartidas, coordinar a las instituciones públicas y privadas, exigir al nivel central los aportes necesarios hacer alianzas con los municipios y actores de las cuencas, al menos hasta superar la crisis.

Ver columna

Fuente: El Mostrador, Miércoles 24 de Enero de 2024

EL MOSTRADOR – En 2010 el catastro agrícola contabilizaba 51 mil hectáreas cultivadas en la región. En 2023 esta superficie se redujo a 28 mil hectáreas, totalizando una caída del 54,9%. Esto resulta especialmente grave si tomamos en cuenta que un 20% de la población vive en zonas rurales.

A inicios de este mes, la ministra de Obras Públicas anunció la construcción de una planta desaladora en la Región de Coquimbo. Aunque, sin duda, la noticia fue bien recibida por la comunidad, este tipo de obras no soluciona un problema instalado hace años: la escasez hídrica local.

Ante eventos de esta magnitud se requieren liderazgos del Estado, por lo que resulta indispensable que los gobiernos regionales tomen la iniciativa: conocen el problema, las fortalezas y debilidades locales y las característica sociales, económicas y políticas, que de alguna manera condicionan el contexto del cual –muchas veces– depende el éxito o el fracaso de las soluciones propuestas.

La planta desaladora tiene como objetivo fundamental entregar respaldo al consumo humano, el que cuenta con cierta seguridad en el abastecimiento hasta 2028. Sin embargo, se estima que la desaladora podría entrar en operaciones en 2030. Si bien es cierto que la situación del consumo de las personas es importante, el mayor problema es la actividad agrícola en Elqui, Limarí y Choapa que, según antecedentes entregados por la Sociedad Agrícola del Norte (SAN) a la Comisión de Aguas y Recursos Hídricos del Core de la Región de Coquimbo, muestran que en 2010 el catastro agrícola contabilizaba 51 mil hectáreas cultivadas en la región. En 2023 esta superficie se redujo a 28 mil hectáreas, totalizando una caída del 54,9%. Esto resulta especialmente grave si tomamos en cuenta que un 20% de la población vive en zonas rurales.

Esta reducción de la capacidad productiva en la agricultura se relaciona con la falta de adaptación a los nuevos escenarios climáticos. Esta situación ha producido la fuga de inversiones, cesantía, afectación a las economías locales como ganadería, agroindustria, exportaciones de uvas y otros productos, además del inicio de un lento proceso de migración de una parte de la población rural, que no encuentra formas de sobrevivencia estables.

Lo anterior, de alguna manera, nos indica que estamos reaccionado tarde, la agricultura está pasando por una grave crisis de sobrevivencia y, a nivel local, no hay una respuesta concreta para resolver esta situación.

La Región de Coquimbo tiene la segunda mayor cantidad de embalses en Chile (8 de 27 en total) y, pese a ello, no ha podido aprovechar esta ventaja comparativa a consecuencia de la prolongada escasez de precipitaciones. Esto lleva a que esta infraestructura quede fuera de operaciones, demostrando que los embalses no son una solución por sí mismos. Actualmente, los embalses no cuentan con más del 7% al 9% de su capacidad.

Hoy, nuestra región tiene el mayor riesgo hídrico del país y una de las causas no climáticas es la falta de una capacidad de gestión regional que permita dictar políticas públicas consensuadas y orientadoras. La idea es construir visiones compartidas, coordinar a las instituciones públicas y privadas, exigir al nivel central los aportes necesarios hacer alianzas con los municipios y actores de las cuencas, al menos hasta superar la crisis.

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Fuente: El Mostrador, Miércoles 24 de Enero de 2024

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